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«Es una final más que voy a ganar»: Jhon Viáfara, a las puertas de su extradición

«Mi futuro lo escribo yo, con mucha fe; el pasado está escrito y muy bien. Este es un partido más, una final más que voy a ganar». Con esas palabras Jhon Viáfara finalizó el pasado martes la entrevista que le dio a La Patria con autorización de su familia y su abogado, Carlos Viveros.

El exjugador del Once Caldas, héroe en la final de la Copa Libertadores de 2004, que ganó el Blanco, está recluido desde el 19 de marzo en un centro penitenciario de Bogotá. La Corte Suprema de Justicia de Colombia (CSJ) aprobó la extradición a Estados Unidos, lo requiere la Corte del Distrito Este de Texas por «delitos federales de narcóticos y concierto para delinquir».

– ¿Qué piensa de lo que está viviendo?
Pienso en que Dios sabe cómo hace sus cosas y que, así como en un momento de mi vida fui un campesino recolector de fruta, pasando a ser uno de los jugadores más grandes de Suramérica, representando a mi país, ahora soy un colombiano más, preso de su libertad por X o Y motivo, por la realidad de nuestro país. Vivo el momento, aprovechando, aprendiendo de gente que está en peores circunstancias que la mía.

– ¿Qué es vivir el momento?
Cuando digo eso me refiero a que aprovecho cada minuto de vida que Dios me da para aprender de las personas que uno se encuentra. Acá donde estoy no es como la gente piensa, hay gente que para poder vivir o para alimentar a su familia le toca lavar baños, ropa, cobijas, hacer repisas… la realidad del país es otra. Uno se da cuenta en qué país vivimos, el sistema judicial comete muchos errores a la hora de catalogar o extraditar a un colombiano sin la revisión de un juez colombiano. Simplemente lo piden y lo extraditan. Aprovecho y aprendo acá de todos, del señor que en la calle manejaba un mototaxi, de agrónomos que están aquí porque fueron a una reunión.

– ¿Cómo es un día hoy para Jhon Viáfara?
Nos llaman a las 7:00 de la mañana a formación, donde hacen el conteo. A las 8:00 a.m. es el desayuno, regreso a la celda, oro un rato, leo y a las 10:00 a.m. voy al gimnasio, donde estoy hasta la 1:00 de la tarde; les ayudo a muchas personas en la actividad física. Vuelvo a la celda, me baño, almuerzo y hablo con los compañeros. A las 5:00 de la tarde es la comida y el mismo frío lo hace entrar a uno a la celda. Estoy escribiendo todas mis vivencias, no solo mías, sino las de mis compañeros.

– Es obvio que su vida cambió, pero ¿en qué lo ha marcado esta situación?
No lo llamaría marcado, pensaría que esta situación me ha hecho pensar que sí existe el amor verdadero, la amistad verdadera y el cariño. Lo que hice en mi carrera fue muy bueno y el respaldo es total de ciudades donde jugué, como Manizales, Cali, Quibdó, Robles (Valle del Cauca), Jamundí, solo por nombrarle unos. He sentido respaldo y valoración por la persona que soy y eso me tiene tranquilo. Más bien me ha hecho mirar que sí existe el amor y eso lo han hecho sentir.

– Antes de esto, con fama y dinero, lo valoraba así o esta situación lo llevó a entender las cosas como las está contando…
Me refiero a que cuando uno comienza a jugar fútbol se aísla de la familia, de las fechas especiales, un Día del Padre, un Día de la Madre; se olvida de los cumpleaños de los seres queridos. Hay un partido, un viaje con el equipo, la Selección Colombia, en otro país, me refiero a esas cosas. Uno a veces se olvida de esa parte humana, de esa gente que dobla rodilla para que a uno le vaya bien. Ahora me he dado cuenta que hay gente siempre detrás de uno, rezando.

– Dijo antes que está escribiendo, ¿sobre qué?
De mi vida, de mi carrera deportiva. Me tocaba ir a recoger frutas para comprar un par de zapatos, hasta llegar al Once Caldas y ser escogido como el mejor jugador de América. Después de compartir con los mejores del mundo, con Lionel Messi, Martín Palermo o ir a la Selección a lo que vivo ahora. Compartir celda con hombres buscados hasta escuchar a un compañero de patio que me pide que lo meta en mi libro porque tiene pocos días de vida por un cáncer y muere un mes después. Son cosas que te ponen los pies en la tierra y te comprometen. Todo eso me ayuda.

– ¿Se puede decir que todo esto lo transformó?
No diría transformar, porque siempre he tenido esa parte humana viva y creo que por eso me acogió la gente de Manizales. Cuando llegué al Once Caldas era lo primero que miraban. El doctor Jairo Quintero siempre hizo énfasis en eso y más aún con el profesor Javier Álvarez. Eso fue lo que me transformó. En Manizales siempre eso se notó, la gente me quiso, no tuve problemas para ir a comer a la Galería, Chipre, Palermo y visitar amigos en La Avanzada. Nunca diferencié estratos.

– Muchos jugadores que han pasado por el Once Caldas se han quedado en Manizales ¿usted también tiene raíces acá?
Cuando uno vive en Manizales se da cuenta de que es el mejor vividero para sus hijos. Allá están mis hijos, viven felices, incluso están en las divisiones menores del Once Caldas. Pero no ha sido fácil para ellos ni para mí, y eso me atormenta y me tortura. La persecución de la que son víctimas por culpa del robo que sufrí hace muchos años y que hace poco un juez castigó a la empresa de vigilancia del condominio. Ahora son víctimas de esa persecución y hace un mes, aprovechando que la casa estaba sola, esculcaron todo y no sabemos qué sacaron o qué pusieron. Eso me preocupa.

– Usted en estos días habló de la importancia de los amigos ¿Cómo está hoy de amigos?
Mejor que antes, cuando uno está acá, uno huele feo, como decimos normalmente y solo se le arrima la gente que es capaz de taparse las narices y hacerse. De esos hay muchos que se han tapado la nariz, me hablan, están pendientes de mí. Pero también aleja a otros, que uno pensaba y no. Eso es lo bonito de esta experiencia en medio de todo. Sé que cuando salga de acá Dios habrá quitado mucha gente que no necesitaba.

– ¿Alguien especial, que no estaba antes y ahora sí?
Gente que está acá y está pendiente de mí, que no me falte nada. He tenido el respaldo de muchos guardias que me hablan para saber cómo estoy de ánimos. Los médicos y mucha gente que nunca pensé en conocer y ahora me dan una mano.

– La semana pasada los medios nacionales dijeron que ya había sido aprobada su extradición. ¿Usted la pidió o salió así rápido por trámite?
Cuando uno llega acá, no está acostumbrado a este voltaje. Lo primero que les pedí a los abogados era que me agilizaran todo para ir lo más pronto posible a solucionar el inconveniente. Acá en Colombia no tengo problemas, entonces pedí eso, agilizar. Estando aquí me di cuenta de que hay gente con año y medio esperando. La última palabra la tiene el presidente y si es necesaria mi ida allá o se aclara desde acá.

– Su familia dijo en otros medios que usted es inocente ¿Usted qué dice?
Mi familia cometió el error de salir a los medios en medio del desespero. Eso no me gustó, por eso no he salido a los medios, por el amarillismo, por todo lo que se manejó en mi caso. Me atacaron sin darse cuenta o sin haberme visto en grandes mansiones, en carros caros. Sacaron una foto con un arma de fuego cuando tenía 17 años, cuando cometí un error como adolescente. Era un arma de balín. Los medios me acusaron con esa foto y por eso no salí. Por eso no me gustó que mi familia saliera.

– ¿Pero usted cómo se considera en este caso?
Al igual que mi familia, me considero inocente. Ignoro las leyes de otros países, en este caso las de los Estados Unidos. Estoy muy tranquilo, más allá de los comentarios amarillistas; la gente que me conoce, la gente que ha estado en mi vida, nunca me ha conocido en las grandes mansiones. Hemos sido una familia humilde y trabajadora, nunca hemos tenido lujos. En la vida hay dos cosas imposibles de esconder: el dinero y una tos.

MANIZALES (La Patria).

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