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Evo Morales-Carlos Mesa: una áspera historia de enemigos íntimos

La tormentosa relación entre Evo Morales y Carlos Mesa, enfrentados por la presidencia de Bolivia, se remonta a los noventa y sólo tuvo cuatro años de tregua, cuando ambos se aliaron en la demanda marítima contra Chile.

Morales y Mesa se dieron el primer apretón de manos en un set de televisión en septiembre de 1994 cuando el periodista e historiador conducía «De Cerca», un exitoso programa de entrevistas al que fue invitado el entonces líder de los productores cocaleros.

Diversas razones hicieron que «no desarrolláramos una empatía personal», evoca el ahora candidato opositor, de 66 años.

El siguiente saludo fue en 2002 cuando Mesa asumió la vicepresidencia de Bolivia en la fórmula del empresario liberal Gonzalo Sánchez de Lozada, quien en una anterior gestión había privatizado las grandes empresas estatales.

Morales, quien cumple este sábado 60 años, perdió en 2002 por poca diferencia en unos comicios en los que se denunció fraude en beneficio de la dupla ganadora de Sánchez de Lozada y Mesa.

En el acto de posesión de Sánchez de Lozada, Morales apenas saludó a Mesa y «se dio la vuelta displicente», según relata el periodista en su libro «Presidencia sitiada».

Mesa sucedió al presidente Sánchez de Lozada, cuando éste renunció meses después por la presión de una rebelión popular que se saldó con más de 60 muertos y 500 heridos.

Coca y gas

Desde la presidencia, Mesa tuvo que lidiar con Morales en un ambiente de discrepancia por temas centrales como el límite de las plantaciones de coca legal para el consumo y fines rituales de los indígenas y el destino del gas natural, una gran fuente de ingresos para los bolivianos.

Evo lideró entonces una furibunda oposición que concluyó en marzo de 2005 con la renuncia de Mesa, que responsabilizó entonces al líder cocalero por el clima de agitación en el país.

Otro memorable apretón de manos entre ambos ocurrió cuando Morales se convirtió el 22 de enero de 2006 en el primer presidente indígena de Bolivia, tras arrasar con los partidos que dominaron la escena política durante dos décadas en una suerte de rotación entre tres partidos grandes y otras fuerzas menores.

«Lo que me hiciste en marzo (cuando Mesa acusó a Morales de las tensiones en Bolivia) no te lo voy a perdonar nunca, eso es algo muy grave que no se olvida», le habría dicho entonces Morales a su predecesor.

La tregua

El único instante de cercanía entre ambos se dio a partir de 2014, cuando Morales designó a Mesa como vocero de la causa marítima boliviana en el litigio contra Chile ante la Corte Internacional de Justicia. La relación concluyó en 2018 días después del fallo adverso a Bolivia.

¿La revancha?

Este jueves, Morales se declaró ganador de las elecciones antes de que los cómputos oficiales terminaran y tras la advertencia de Mesa de que no reconocería el resultado de los comicios del domingo si no se respetaban los votos.

Una misión de la OEA, encabezada por el excanciller costarricense Manuel González, sugirió una segunda vuelta como salida al descontento de un sector de la ciudadanía, que derivó en hechos esporádicos de violencia.

La antipatía entre ambos flota en el ambiente. Mesa le dijo a Morales que «actúa como dictador» y aseguró que no le tiene miedo.

El mandatario indígena contraatacó este jueves en un acto público: «todo el pueblo boliviano sabía que (Mesa) era un cobarde, ahora se ha demostrado que no solamente era un cobarde, había sido un delincuente».

Morales aludía a que Mesa habría cobrado unos 800.000 dólares a Sánchez de Lozada, en 2002, para ser su candidato a vicepresidente, como sustenta el yerno del exmandatario, Mauricio Balcázar, desde Estados Unidos.

La historia de estos políticos bolivianos, al parecer, dará para mucho.

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