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Mauricio Macri cierra eufórico la campaña a la espera de un milagro en las urnas

Mauricio Macri se ha quitado el olor a derrota. Eufórico y apañado por una marea de banderas blancas y celestes, el presidente argentino ha enterrado la imagen de vencido que había dado tras perder las elecciones primarias del 11 de agosto. El avión que tomó su campaña el pasado sábado al reunir a una formidable multitud en Buenos Aires encontró un nuevo capítulo este jueves en el cierre electoral. «Este octubre es único, es histórico», gritó exaltado ante miles de personas en Córdoba, uno de los últimos reductos electorales que le quedan al oficialismo. «Esto no termina hoy, nos queda noviembre», vitoreó sobre posibilidad de conseguir el próximo 27 de octubre los votos para una segunda vuelta. Los números, sin embargo, señalan que el presidente buscará este domingo, más que un balotaje, un milagro.

Los 16 puntos que lo separaron en las primarias de Alberto Fernández, el candidato kirchnerista, parecieron acortarse en estos últimos días. Más por los ánimos del presidente que por los resultados que anticipan las encuestas, que lo sitúan 20 puntos por debajo del Frente de Todos. Después de asimilar la dura derrota, Macri cambió bruscamente la forma en la que hacía campaña. Se lanzó a las calles y se mostró más cercano a la gente.

Tan cercano que recibió críticas por peronizar su campaña. «Cómo los amo queridos cordobeses», repitió este jueves en varias ocasiones. Juliana Awada, su esposa, se sumó a la euforia y habló ante la multitud. Una primera dama poco acostumbrada a ser vocera en los actos de campaña pidió unión y respeto por el futuro del país. «Qué energía que hay en este lugar», dijo.

Desde las elecciones primarias, Macri se ha lanzado a una carrera electoral que lo llevó durante 30 días a 30 sitios diferentes de Argentina, bajo la consigna de «Sí, se puede» (llegar a la segunda vuelta). La elección de la última escala fue una decisión estratégica del oficialismo. Los resultados de las elecciones primarias pintaron casi por completo el mapa argentino de azul, el color del peronismo. Casi gracias a la capital argentina, donde el partido del presidente gobierna desde hace 12 años, y Córdoba, donde no ha gobernado nunca. En este último distrito, el segundo en cantidad de votos por detrás de la provincia de Buenos Aires, Juntos por el Cambio sacó un 48% de los votos frente al 30% que obtuvo la fórmula de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.

La de agosto no fue la primera muestra de apoyo con remitente cordobés que recibió el presidente. Córdoba ya había dado su voto de confianza a Macri en 2015, cuando alcanzó la presidencia tras derrotar al kirchnerista Daniel Scioli. El desmesurado resultado que consiguió en ese distrito, alrededor del 70%, dejó instalada la idea de que había sido esa provincia la que, casi sin conocerlo, le había abierto las puertas de la Casa Rosada. «Acá empezó el cambio. No me voy a olvidar más de ese 2015», recordó este jueves.

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