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Lina Wertmüller y su ‘Oscar’ honorifico

POR: GONZALO

RESTREPO SÁNCHEZ

La cineasta italiana, primera mujer de la historia en lograr una nominación al Oscar a la mejor dirección (“Pasqualino Settebellezze”, 1975), recoge este año con 91 cumplidos, el premio honorífico de la Academia de Hollywood. Wertmüller, nacida en Roma,  es una cineasta si se quiere ver así: Rebelde. Cuenta su biografía que de niña la echaron de hasta 11 escuelas. Ya con algo más de edad por supuesto, volcó su carácter de liberación en su arte —el teatro, la televisión, la música, y a partir de los años sesenta, el cine—.

Lo cierto es que de ella (rompiendo siempre los esquemas) ha rivalizado y hasta a veces en tono excesivo con el establecimiento. En 1976, con “Pasqualino Siete Bellezas”, fue la primera mujer de la historia nominada a un Oscar a la mejor dirección en película de habla no inglesa. No ganó ningún premio, pero Hollywood saldó su injusticia —como siempre— con la italiana: el domingo anterior estaba previsto darle el Oscar de Honor.

En el fondo de su obra cinematográfica y con su cámara, la cineasta Wertmüller persistentemente ha golpeado fuerte para un cine de “ironía despiadada para contar la realidad […] Scorsese dijo que su obra es “un carnaval”, Henry Miller escribió que era “preferible a cualquier director” y una joven Jodie Foster descubrió gracias a sus películas que una mujer también podía ser cineasta”

La cineasta, que comenzó como asistente del director de cine Federico Fellini en “La dolce vita” y “8 ½”, sin  precipitarse encontró su camino retratando la vida de los habitantes del sur de Italia a partir de su ópera prima “I Basilischi” (1963). La cineasta se dio a conocer a principio de los años 70 con dos títulos: “Film de amor y de anarquía” y “Mimí metalúrgico herido en su honor”.

La cámara de esta fascinante cineasta Wertmüller observa la subversión, el capitalismo, los abusos sexuales —rodando historias poco solícitas—, sobre la lucha de clases y la injusticia de género y que ella a ratos los deforma, los matiza con humor y mientras: los desmigaja. Desde casi siempre, además su filmografía plasma el empoderamiento femenino a través de sus personajes “feministas o anarquistas”.

En general, las películas de Wertmüller irradian sus propios compromisos políticos. No obstante, las cintas de la cineasta italiana a menudo reflejan sus propias sensibilidades devastadoras. Son muchas de su películas que arrasan el alma, pero para esta breve reseña escribiré sobre dos de ellas. En “Mi querido profesor” (“Io speriamo che me la cavo”, 1992), película muestra a unos niños que inventan un plan para que regrese un profesor al que habían trasladado de lugar.

El otro filme, emblemático quizá, es “Mimì metallurgico ferito nell’onore” (“Mimi, metalúrgico herido en su honor”, 1972). Película que se centra en la realidad socioeconómica de la Italia de los años setenta — sus estratos sociales más bajos— y que la cineasta se centra en el debate sobre el machismo, que enjuicia precisamente la sociedad italiana. Y esto recae sobre el protagonista principal de la historia —un fidedigno inmoral—. No es pues un personaje puro y diáfano,  un sino antihéroe como buen reflejo del estrato social al que pertenece. Lo más inteligente es que Wertmüller nos señala el machismo como si fuera algo natural en la Italia de aquellos años.

Oscar pues merecidísimo, aunque como a otros profesionales del cine, una intención que debió darse mucho antes. Pero bueno, esa es la Academia de Cine de Hollywood, con buenas intenciones aunque un poco tarde.

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