HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Refugiados, entre la guerra en Siria y el freno turco a la migración

Siria es un territorio de extremos. En verano la temperatura se acerca a a los 50 grados centígrados y en invierno baja hasta 0. En medio de ese clima dicotómico están los refugiados que huyen de la guerra para llegar a Europa y quedan atrapados en la frontera entre ese país y Turquía: en medio de una nación en guerra y el freno de su vecino a recibir más personas.

Su situación empeoró desde el pasado 9 de octubre, cuando comenzó la ofensiva de Turquía a Siria para despejar esa zona y expulsar a las milicias kurdas del área limítrofe con el objetivo de llevar a esa franja a 3,6 millones de refugiados que están en el país. El camino a esa meta ha estado mediado por bombardeos y una desestabilización aún mayor de la región.

Organismos humanitarios se retiraron del noreste de Siria ante las disputas entre el régimen sirio de Bashar al-Ásad, el gobierno turco de Recep Tayyip Erdoğan y las milicias kurdas, enfrentamientos que dejan cifras de desplazados dispares. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, 300.000 personas han huido, cifra que Naciones Unidas calcula en 180.000. De estos, 70.000 son niños.

En el limbo de la guerra

Una de esas organizaciones que tuvo que retirar a su personal internacional fue Médicos Sin Fronteras. Rob Onus, coordinador de emergencias en Siria, relata con tristeza que su equipo tenga que ausentarse ante el riesgo de lo combates y la inestabilidad de la tregua de Turquía a Siria. “La población huía de sus hogares a pie y buscaba seguridad lejos del conflicto”, comenta.

Según Amnistía Internacional, los bombardeos llegaron hasta una escuela en la ciudad de Salhiye y una mezquita Qamishli, rondaron viviendas y una panadería, hechos considerados como “crímenes de guerra y violaciones al derecho internacional”.

Turquía prometió avanzar en el despeje del área de 444 kilómetros de ancho en la frontera para enviar allí a los refugiados. Onus, quien ha estado en la zona, asegura que “no es un lugar seguro para ellos. Es un territorio en conflicto activo y es de ahí desde donde intentan huir”.

Pero Erdogan mantiene su acérrima idea de crear una barrera humana entre Siria y su país. Desde finales de la semana pasada, Turquía y Rusia comenzaron patrullajes conjuntos en la frontera para despejar la zona de las milicias kurdas, que son consideradas por la administración turca como grupos terroristas. En esa zona, también hay integrantes del Estado Islámico que las milicias tenían privados de su libertad y que en las últimas semanas han comenzado a escapar.

Hasta Estados Unidos aceptó la fuga de cien personas que pertenecían al grupo terrorista en medio de las disputas que acapararon la franja fronteriza. Entre tanto, los civiles siguen sintiendo los asaltos de esta nueva fase de crisis: en la ciudad de Darkoush una explosión afectó a doce civiles, según reportó MSF, que los recibió en uno de los pocos centros de atención humanitaria que quedan en el lugar.

Mientras Turquía avanza en su meta de dominar la frontera que comparte con Siria para enviar a esa zona a los refugiados, Medio Oriente se desestabiliza aún más. Avanzada en la que Estados Unidos y Rusia han sido permisivos y en medio de la que quedaron refugiados que huyeron de una guerra para terminar en otra.

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