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¿Estaba Duque preparado para gobernar?

Con tan solo un año de gobierno el presidente Iván Duque atraviesa por una fuerte crisis, que además lo ha hecho perder muchos aliados dejando la sensación en la opinión pública que no estaba preparado para gobernar.

Todos los presidentes de la República pasan por momento de crisis. El que pasa actualmente Iván Duque, sin embargo, tiene unas particularidades que lo hacen uno de los más complejos de nuestra historia reciente. La “Conversación Nacional”, propuesta por el mandatario este viernes, puede ser el camino para encontrar la luz al final del túnel. Pero más allá de que sea el camino, lo que la gente hoy se pregunta es si Iván Duque estaba preparado para gobernar. Muchos dicen con toda certeza que no. Otros afirman que hay que darle un compás de espera, y los analistas comparten el criterio que mientras no lo suelte su mentor, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, Duque sucumbirá muy probablemente en el fracaso.

Pero además, el modelo de Gobierno impuesto por Duque ha sido todo un fiasco. Su agenda legislativa ha sido desastrosa, y la peor de cualquier Gobierno. No sopesó el hecho de que no tiene mayorías en el Congreso, t sin  mayorías las reformas no pasan. Duque está gobernando para el Centro Democrático, con sus amigos, y de espaldas al país.

Las particularidades de este difícil momento que vive Duque tienen que ver con lo interno, pues a los problemas de gobernabilidad que venía enfrentando desde casi el principio de su mandato, se suman ahora los choques de trenes (unos en público; otros en privado), entre sus colaboradores.

Y también tiene que ver con lo externo, pues a la fallida estrategia para cerrar el cerco diplomático contra Maduro, se suman los preocupantes antecedentes recientes de la región en materia de protesta social, con lo ocurrido en Chile, Ecuador y Bolivia.

UN POSIBLE DISTANCIAMIENTO CON URIBE

Hace dos semanas, cuando se dio en el Senado de la República la moción de censura contra el exministro Guillermo Botero y se evidenció que la iba a perder, fueron muchas las voces de críticas que salieron desde el propio Centro Democrático contra Duque.

Un senador, que pidió su reserva, sostuvo que era evidente un distanciamiento entre Duque y el expresidente Uribe. “Sí, hay una cierta molestia del presidente Uribe con Duque. Manejó muy mal toda esta situación del ministro de la Defensa que no fue sólo la moción de censura, sino que viene desde atrás, en especial con el fiasco de la ONU”.

Otro senador que era muy cercano a Duque y que fue quien le acompañó desde el comienzo de su campaña, sostuvo que “él se está volviendo muy terco, antes le escuchaba a uno, ahora ya ni escucha”.

Pero quien sí ha sido muy aguerrida en las críticas a Duque es la senadora María Fernanda Cabal, quien desde el mismo momento de haber sido elegido Duque cuestionó muchos de sus anuncios. Esta semana antes de los desmanes sostuvo que no se siente identificada con los ministros y pidió que incluya a dirigentes que sean uribistas de verdad.

Cabal, incluso por los desmanes que dejaron el paro del 21N, reclamó al presidente Duque que ordenara el toque de queda en Bogotá (lo que finalmente terminó ocurriendo), como también que sacara a las calles al Ejército para proteger a los ciudadanos y la misma Policía.

Al respecto de esta situación, el analista John Mario González, sostiene que es “evidente que el presidente Duque está distanciado con el sector fuerte del uribismo, y sólo está trabajando con sus propios amigos. Eso le está afectando ya mucho”.

 Pero esa puja política al interior de su partido se evidenció con el reemplazo de Guillermo Botero. Tras su salida del Ministerio de la Defensa, el presidente Duque se tomó unos días y nombró a una persona que si bien es uribista como es Carlos Holmes Trujillo, en la actualidad es quien más está cercano a él.

“Trujillo es quien estuvo más de lleno con Duque durante toda la campaña, en el gobierno le acompañó con toda la estrategia que se montó con el problema de Venezuela”, sostiene al respecto el analista Fernando Sanín.

Un apuesta más que en ese sentido está sobre la mesa es saber si el presidente Duque, ante una eventual salida de Francisco Santos de la Embajada de Colombia en Estados Unidos, mantendrá o no a una persona cercana al expresidente Uribe.

 “Esta es una oportunidad clara para que Duque se empiece a desmarcar de Uribe, esa posición si viene es diplomática representa políticamente mucho y más para el partido del presidente”, señaló el analista Sanín.

La grabación de Santos y la nueva canciller Claudia Blum, filtrada esta semana por el diario Publimetro, en la que le hacen críticas no solo al saliente ministro de Defensa, Guillermo Botero, sino al excanciller Trujillo, puso además en una difícil situación, sino a Blum, que pese a haber sido ratificada por el presidente, tendrá que limar asperezas con su colega ahora de Defensa.

Otro distanciamiento que se ha rumorado al interior del gobierno es el que hay entre la vicepresidente Marta Lucía Ramírez y el ahora ministro de la Defensa, Carlos Holmes Trujillo. En su paso por la Cancillería, hubo algunas diferencia entre ellos dos, en particular porque Ramírez, en sus viajes al exterior, que en especial han sido a Estados Unidos, ha pretendido tener una agenda propia diferente a la del presidente Duque.

La división interna se ve también en las posturas que han tenido los ministros de Hacienda, Alberto Carrasquilla, y la de Trabajo, Alicia Arango, quienes controvirtieron esta semana, en declaraciones de radio, sobre el tema de la reformas laboral. Pese a que el Gobierno no ha llegado aún a ningún borrador de reforma, esas diferencias han aumentado la confusión sobre el que los manifestantes llaman el ‘paquetazo’ de reforma de Duque.

 Al interior del gobierno, Arango, que es muy cercana al expresidente Uribe, es considerada como la que le habla duro y de frente, no sólo a Duque, sino a sus propios compañeros de gabinete.

LA MANO EN EL CONGRESO

Otro momento difícil que vive el presidente Duque es su relación con los partidos, tanto los de oposición como los independientes, éstos últimos que le han acompañado en votaciones claves de proyectos, como la ley de financiamiento del año pasado, los presupuestos general del 2019 y 2020 y ante todo el plan nacional de desarrollo, su hoja de ruta que estuvo patinando.

Sin embargo, el distanciamiento se ha dado en especial por el tema de la paz y el manejo del orden público, de ahí que se haya conformado una nueva alianza entre los liberales, la U y Cambio Radical, la cual fue contundente para marcar cuál iba ser el futuro de Guillermo Botero.

Pero en la necesidad de lograr la aprobación de la nueva ley de financiamiento, Duque, por medio de su equipo económico, ha logrado un acercamiento con Germán Vargas Lleras. “Aunque es claro que a Vargas le conviene seguir distante, en Cambio Radical hay cada vez más voces de ayudar al gobierno, no sólo esa voz viene de los Char”, indicó Sanín.

En los primeros acuerdos a los que ya ha llegado el gobierno para tramitar la ley de reforma tributaria, se han recogido algunos de los puntos que incluye la propuesta de Cambio Radical, que incluso el propio Vargas la expresó en una de sus columnas de opinión.

Para Sanín no sería fácil, al menos hoy, un acercamiento con el liberalismo. “El expresidente César Gaviria ha sido muy crítico con Duque aunque en la segunda vuelta le acompañó pero no se alcanzó a ver una luna de miel”, sostuvo.

 En la rumorología que ya empezó para saber si hay cambio en la Embajada en Estados Unidos, se ha empezado a hablar que Duque le apostaría a que su embajador fuera el exdirector de Planeación Nacional, Simón Gaviria, el hijo del expresidente Gaviria. Duque tiene en Gaviria a un buen consejero y se sabe que en sus visitas a ese país se han visto. Gaviria incluso ha sonado como el ministro de Hacienda que reemplazaría a Carrasquilla, de quien se asegura se iría a comienzos del 2020.

PROTESTA SOCIAL

Aunque la protesta social no ha sido nueva para el presidente Duque, que a lo largo de sus quince meses de gobierno ya ha enfrentado paros de estudiantes, profesores y trabajadores, el del 21 de noviembre no tuvo ningún precedente. En especial, por el ‘cacerolazo’, la primera protesta de este tipo, que no solo se extendió por Bogotá y las principales ciudades del país, sino que tuvo réplica el viernes, también de manera bastante extendida.

 Pero lo más grave es la sombra de los acontecimientos recientes en Ecuador, Chile y Bolivia. Los actos de vandalismo y saqueo, que generaron pánico en los habitantes de Cali, Bogotá y otras ciudades, hicieron recordar los trágicos acontecimientos de Chile, que llevaron al presidente Sebastián Piñera a admitir la necesidad de reformar la Constitución.

De ahí que el anuncio del presidente Duque de convocar a una estrategia nacional de diálogo con todos los sectores, es decir, a una Conversación Nacional, puede ser el camino que despeje el oscuro panorama que tiene el mandatario.

Era un escenario que le habían planteado al presidente desde diferentes sectores, en especial de la oposición, que acusaban al presidente de ser distante y no escuchar a sus críticos.

El éxito de esta Conversación Nacional, por supuesto, estará en que este espacio se traduzca en acciones concretas, pues la oposición aún le cobra a Duque la invitación que le hizo a Palacio para impulsar una reforma anticorrupción, que después terminó estrellándose contra las realidades del Congreso./COLPRENSA.

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