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El papa conmocionado por víctimas de bomba atómica y la catástrofe de 2011 en Japón

El papa Francisco se reunió este lunes con el nuevo emperador de Japón, Naruhito, y con las víctimas del terremoto, el tsunami y la catástrofe nuclear de 2011 en Japón, ante quienes expresó su «preocupación» por el uso de la energía atómica.

«Bienvenido a Japón», le dijo en español el emperador, al recibirlo en la entrada del Palacio Imperial de Tokio, para conversar en privado.

Durante ese encuentro de media hora, el papa argentino le contó que todavía recordaba las lágrimas de sus padres al oír hablar de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, cuando tenía nueve años.

La anécdota, relatada por el Palacio, se produce al día siguiente de la visita del papa a estas dos ciudades mártires, donde condenó con fuerza la «posesión» de armas nucleares.

Además, el emperador y el primer ministro Shinzo Abe, con quien se reunió más tarde el papa, le agradecieron haberse encontrado este lunes con las víctimas del terremoto, el tsunami y la catástrofe nuclear de 2011 en Japón.

En el tercer día de su visita al país asiático, el papa escuchó testimonios de las víctimas del terremoto submarino de magnitud 9,0 que el 11 de marzo de 2011 provocó una ola gigantesca en el noreste de Japón que se llevó por delante a más de 18.500 personas.

La ola llegó a la central nuclear de Fukushima, causando el peor accidente nuclear desde el de Chernóbil (Ucrania) en 1986.

– Preocupación por la energía nuclear –

El papa dio las gracias a todas aquellas personas que «se movilizaron inmediatamente después de los desastres para apoyar a las víctimas».

«Una acción que no puede perderse en el tiempo y desaparecer después del shock inicial, sino que debemos perpetuar y sostener», declaró, recordando a las «más de 50.000 personas que fueron evacuadas, actualmente en viviendas temporales».

Unos 470.000 habitantes tuvieron que abandonar sus hogares en los primeros días de la catástrofe, incluidos unos 160.000 en la zona del complejo nuclear de Fukushima.

A las víctimas del tsunami hay que añadir más de 3.700 muertes reconocidas por las autoridades por el deterioro de las condiciones de vida de los evacuados.

Esta situación «implica, a su vez -como bien lo señalaron mis hermanos obispos en Japón-, la preocupación por el uso continuo de la energía nuclear», añadió el papa.

En 2016, la Conferencia Episcopal de Japón hizo un llamamiento al mundo para «abolir» la producción de energía nuclear.

Aunque fue prudente sobre este tema sensible, el sumo pontífice llamó a tomar «decisiones valientes» sobre la explotación de los recursos naturales, sobre todo de las futuras fuentes energéticas.

– «Física y mentalmente destrozado» –

Matsuki Kamoshita, quien tenía 8 años cuando se produjo la catástrofe, contó que su padre regresó a la región de Fukushima y «terminó por dejar de trabajar tras acabar física y mentalmente destrozado».

En la ceremonia, con más de 300 asistentes, Kamoshita pidió al papa, quien lo abrazó, rezar «para que las personas de todo el mundo trabajen para eliminar la amenaza que representa la exposición a las radiaciones».

Ante las autoridades políticas y civiles del Japón, Francisco insistió el lunes en que la cuestión de las armas atómicas debía abordarse «en el plano multilateral».

En la víspera de su partida del país, el papa también conversó con los jóvenes en la Catedral de Santa María de Tokio, en un ambiente distendido, entre risas y aplausos.

Sin embargo, se refirió a temas como el acoso escolar, muy extendido en Japón, después de escuchar el testimonio de un filipino que pensó en suicidarse.

En el estadio de béisbol Tokyo Dome, el papa fue recibido con gritos de alegría por más de 50.000 fieles, ante quienes advirtió que «las actitudes mundanas y el egoísmo que pretende la felicidad individual» crean «infelices y esclavos» y obstaculizan «una sociedad armoniosa».

Su homilía fue traducida al japonés en pantallas gigantes. «Se ha hablado todo tipo de idiomas», celebró Nguyen Truong Son, de 23 años y quien fue a la misa con su madre vietnamita.

«Fue maravilloso, los japoneses y los no japoneses estaban unidos», expresó.

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