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Campesinos del Tolima ayudan a construir la verdad del conflicto

En la ‘Despensa Agrícola de Colombia’ se reunieron cerca de 70 campesinos de Boyacá, Cundinamarca y el Tolima, para hablar sobre las huellas que les dejó el conflicto armado durante los últimos 50 años, sus testimonios fueron una mezcla de tristes recuerdos, resistencia, temores y coraje.

En este espacio demostraron que el campesinado colombiano es un ejemplo de resiliencia y fortaleza, pues a pesar de las oscuras épocas vividas, siguen teniendo fe y defendiendo con el alma su amado campo.

“Para nosotros ser campesinos y campesinas en Colombia es el vínculo que tenemos con la tierra, el territorio y el medio ambiente”, dijo sin dudarlo Amparo Vásquez, lideresa y defensora de derechos humanos de las mujeres campesinas de Cundinamarca e integrante de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos de Colombia, Anuc.

Mientras que Benjamín Guzmán Rodríguez, un músico y compositor de Chaparral, opinó que el país hoy está como hace 60 años con paros, reclamos, siendo un lugar en donde al campesinado lo tratan de “forajido, de guerrilla”.

Añadió que el gobierno no los quiere pues del campo surgen los soldados, las guerrillas, los paramilitares, “cualquier hombre armado lo miramos de la parte baja, viene de campesinos, nos arman para que nos matemos y los grandes en Bogotá, los padres de la patria ganándose 33 millones de pesos y un pobre campesino con un finca, (en la) que no se hace más de 500 mil pesos. Tienen que dejar salir a los hijos (quienes) paran en cualquier grupo y luego nos culpan a nosotros”.

El abuelo además contó, con la espontaneidad que lo caracteriza, que en las pasadas elecciones regionales, apoyó al excombatiente Gustavo Bocanegra, conocido como ‘Donald’, en su aspiración a la Asamblea del Tolima, es decir, al mismo hombre que comandó al Frente 21 de las exguerrillas de las Farc y generó temor al sur por décadas. Dijo que lo hizo porque prefiere que “en lugar de que echen bala, echen jeta”.

Don Benjamín aclaró que no ha sido guerrillero, ni tampoco lo es ahora, precisión que hizo teniendo en cuenta la estigmatización a la que es sometida continuamente la población campesina.

Al preguntarle por Las Hermosas respondió con alegría que si una persona “va a San José (de Las Hermosas) es bonito, bueno, tiene termales, lagunas, es una hermosura. Está en paz, las guerrillas se fueron, nadie está molestando”.
Sin embargo, una continua preocupación de los habitantes en esta parte de la región es el abandono del gobierno en temas viales, salud, educación, vivienda, entre otros.

 

EL ROMPECABEZAS DE LA VERDAD Y LA MEMORIA

Amparo y Benjamín son dos campesinos de los miles en el país que buscan que se cuente la verdad del conflicto armado en Colombia, solo piden “que la verdad sea justa y una verdad justa es construida”.

Su solicitud se sumó a la voz de 68 personas más que se reunieron en Cajamarca para intercambiar experiencias en la jornada de la Comisión de la Verdad denominada ‘El campo cuenta la verdad: las vivencias del campesinado en el marco del conflicto armado’.

Martha Patricia Obregón, coordinadora de la macroregión Centroandina, explicó que el objetivo del encuentro fue un diálogo que tuvo como ejes fundamentales el despojo y el desplazamiento, la identidad y la cultura, también, la estigmatización y la persecución política a los campesinos.

“Nos han contado cómo se ha visto afectado su territorio y su territorialidad, cuáles son las afectaciones más profundas que (les) dejó el conflicto armado, pero también en sus vidas personales, sus vidas familiares y a la vez cómo (son) sus procesos de resistencia y resiliencia.

“A la vez (demuestran) como se han tenido que transformar a nivel organizativo”.

La coordinadora agregó que el informe que está construyendo la Comisión tiene como propósito visibilizar al campesinado y su identidad que ha “sido ignorada, un poco excluida desde la Constitución Colombiana”.

El reto en esta labor es el tiempo, pues solo hay tres años para escuchar los relatos de diferentes sectores sociales en todas las regiones del país, plazo del que ya se cumplieron los primeros 12 meses.

Luego, la información deberá compilarse en un informe que mostrará en el 2021 el origen del conflicto y sus diferentes fases en un periodo de 50 años, de la misma forma, las consecuencias y el daño que causó, al igual que, las recomendaciones para no repetir el ciclo de la violencia.

“Es un trabajo muy arduo, un proceso de escucha, estamos tratando de definir cómo será ese informe para que refleje a la gente, nosotros trabajamos con las personas, la Comisión tiene una misión desde lo humano, desde lo ético, y creo que es importante mantener estos testimonios así vivos”, precisó Obregón.

IDENTIDAD FRACTURADA PERO NO DESAPARECIDA

El conflicto rompió los lazos culturales de las poblaciones, factores como el dolor, el temor, el despojo y la muerte, hicieron que se quedaran a un lado costumbres tan simples como un baile, una comida típica o la creación de una artesanía. A pesar de ello, la identidad campesina se mantuvo en la memoria de los abuelos y los adultos que sabiamente la guardaron para transmitirla a través de la oralidad.

Muestra de ello, es que en la actualidad en municipios como Villahermosa, Planadas, Cajamarca y Chaparral, a través de diferentes organizaciones y asociaciones, se trabaja en la recuperación de tradiciones, saberes y expresiones artísticas.
En Planadas por ejemplo, se le está apostando a la creación de grupos de música de cuerda, en Villahermosa se busca preservar los espacios de tertulias y en Cajamarca se quiere recuperar la creación de artesanías a partir de la estopa.

SIN DERECHO A REPETIRSE

Otros participantes en la jornada de la Comisión de la Verdad opinaron que solo esperan que con el trabajo que están haciendo no se repitan los episodios de dolor, hay personas que “han sufrido con la pérdida de familiares, tierras, de todo y no han podido a pesar de que han luchado”, comentó Adriana de Villahermosa.

La joven campesina comentó que se sigue viendo el desplazamiento, pues la falta de oportunidades en las poblaciones rurales hace que los padres terminen enviando a sus hijos a las grandes ciudades, en la mayoría de los casos a pasar necesidades.

“Hay mucha pobreza en el campo, un campesino saca una bolsa de plátano a la venta y los compradores regodean los precios, pero luego se ve que venden las bolsas al triple”.

A lo que se le suma las barreras para acceder a una educación superior con calidad.

Luis Eduardo Olaya integrante de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Tolima, Astracatol, comentó que las comunidades campesinas necesitan saber la verdad y todo lo que sucedió a través del conflicto armado. “Aquí tiene que haber responsabilidad. El Estado por no solucionar los problemas, hasta donde nos llevó los más de 50 años en el conflicto y no podemos seguir en eso, tiene que haber un cambio”, comentó.

Mientras que Armando de Villahermosa, dijo que sin importar la región, el daño es similar para todos, sin embargo, resaltó el hecho de “encontrar mujeres fortalecidas y emprendedoras”.

Y agregó, “es muy fácil acabar con el conflicto, simplemente es hacer inversión social donde el campesino y el pueblo en general tenga empleo, acceso a la salud, a la educación y vivienda digna”.

Igualmente, señaló que las comunidades campesinas tienen el talante para producir y salir adelante “pero los gremios y los celos de los dirigentes de este país no deja que esto suceda, cuando ganaríamos todos, porque entraríamos a trabajar todos por un país”.

IBAGUÉ (EL NUEVO DÍA).

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