HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Hablemos de Equidad en la Calidad

Volvemos a los resultados de nuestros estudiantes en las pruebas PISA, y los resultados nuevamente no son nada halagadores. Ya sean  escuchado, como siempre, muchas voces sobre el tema, y yo he decidido añadir la mía, con una adaptación de un escrito que hice en Diciembre de 2016 pero nunca llegó a la luz pública. Como verán , mi opinión es similar a la de otros, que esperan que la Educación en Colombia tenga el revolcón que está necesitando a gritos.

Mi voz se concentra en la equidad en la calidad de la educación enmarcada en una fundamentación curricular nacional o marco de referencia curricular integral que incluya todos los niveles de la oferta educativa del país.

Además de la equidad que permite la posibilidad de participar en el sistema educativo, ya sea público o privado, considero que dicha participación también debe incluir equidad en la calidad: Esto para mí quiere decir que todo estudiante Colombiano debe tener la posibilidad de recibir la mejor educación posible, independientemente de que esta ocurra en el sistema público o privado. Esto, como objetivo global, debería contribuir a cerrar la brecha de equidad que todavía existe.

Un marco referencial curricular integral ayudaría a ir acabando con el divorcio que existe entre los diferentes niveles de la oferta educativa en Colombia. En este sentido, no estoy hablando de una noción curricular prescriptiva, sino más bien de un marco referencial en donde existan acuerdos sobre las expectativas de resultados de los diferentes aprendizajes por los que deben atravesar nuestro estudiantes, el tipo de ciudadano Colombiano que esperamos se forme en nuestras instituciones con la participación activa de las familias y la comunidad en general, que realmente pueda aportar al futuro de una sociedad más competitiva, más cívica, más tolerante, con las herramientas necesarias que le permitan saber e involucrarse en el proceso cultural de vivir en un país en paz.

En este contexto debe haber una comprensión real de lo que significa aprender a aprender, y aprender a lo largo de la vida, conceptos que se vienen tratando desde hace años pero que los resultados que seguimos teniendo en cuanto a estándares nacionales e internacionales, pareciera, que no han calado de manera efectiva.

Esto me lleva a uno de los temas que considero debe seguir siendo prioritario y es la formación de docentes y la responsabilidad que les compete a las Facultades de Educación en la formación de docentes para la educación básica, y el área de desarrollo profesoral tanto para estos docentes como para el docente Universitario.

Qué se les está enseñado a nuestros docentes, quién lo está enseñando, quienes son los aspirantes a formación docente, qué herramientas se les está proporcionando?.

Tal como lo he compartido con estudiantes en educación en los momentos que tuve oportunidad, la docencia es casi una forma de vida; es también un proceso de toma de decisiones y reflexión permanente sobre la práctica docente. Siempre ha sido parte de mi posición con respecto a la educación que es necesario, primero, educar a nuestros maestros bien. Independientemente de la parte política y estructural laboral de la práctica docente de este país, mi pregunta es: dónde está la responsabilidad de las facultades de Educación? No las veo entrar en la ecuación como variable tan importante o la más importante (en mi opinión) en mucho casos.

Hoy en día y con toda la evidencia que existe desde las ciencias del aprendizaje, es importante pasar de «qué enseño?» a «cómo aprenden?», y en función de esa pregunta y la organización del conocimiento a compartir con los estudiantes, organizar los currículos y sus diferentes actividades y formas de evaluación, etc.

Entonces la pregunta para los que están formando a los maestros debe ser esa: qué es lo que están aprendiendo? Cómo lo están aprendiendo? Es interesante ver el caso de Estonia, que a diferencia de nuestro país el status del maestro es reconocido, pero en lo que se refiere a recursos, salarios, etc., no está muy lejano de nuestro caso.

Tal como lo expresa Andreas Schleicher, Subdirector para la Educación de la OCDE.

…“La Economía Mundial ya no paga por lo que las personas saben, sino por lo que pueden hacer con lo que saben.” (La Curva del Aprendizaje: Educación y Habilidades para la vida. Reporte 2014). Brown, Ellery & Campione, (1998) expresan que la educación necesita producir  aprendices expertos», que amen aprender y que sepan cómo encontrar las cosas por sí mismos. Es así como los educadores deben crear entornos en los que los estudiantes no tienen miedo de exponer nuevas ideas, compartir lo que aprenden y producir productos que pueden mostrar al mundo (Collins, Joseph, & Bielaczyc, 2004). Igualmente, Pellegrino (2014) nos dice que la naturaleza cambiante del trabajo y de la sociedad significa que lo que prima en el mundo actual no es simplemente la adquisición de información por parte de los estudiantes, sino su capacidad para analizar, sintetizar y aplicar lo que han aprendido para hacer frente a nuevos problemas, diseñar soluciones, colaborar con eficacia, y comunicar persuasivamente.

Por otra parte, dentro de este gran tema de la equidad en la calidad, tiene un papel fundamental la investigación, no solo como herramienta en la práctica docente, sino como base en lo que se refiere a la evidencia para el planteamiento e implementación de políticas públicas. Deben existir estrategias para construir los puentes de colaboración entre la práctica docente y la evidencia arrojada por las investigaciones científicas. En este sentido las Ciencias del Aprendizaje ofrecen un contexto rico para este ejercicio. Sawyer (2015) en el Handbook of the Learning Sciences las define como: “ …el campo interdisciplinario que estudia la enseñanza y el aprendizaje. Los científicos del aprendizaje estudian una variedad de contextos, incluyendo no solo el aprendizaje formal del salón de clase del colegio, sino también el aprendizaje informal que se da en la casa, en el trabajo o entre pares.” El objetivo de las Ciencias del Aprendizaje es una mayor comprensión de los procesos cognitivos y sociales que resultan en un aprendizaje más efectivo y usar este conocimiento para rediseñar el salón de clase y otros ambientes de aprendizaje, de manera que la gente aprenda con mayor profundidad y eficientemente. Es así como las Ciencias del Aprendizaje expresan lo que unifica los fenómenos del aprendizaje, y es que el aprendizaje ocurre en el contexto de ambientes diseñados, y en cada caso el ambiente de aprendizaje es un artefacto diseñado en un contexto histórico, en respuesta a restricciones y expectativas culturales, y cuyo objetivo es alcanzar resultados de aprendizaje socialmente deseables.

Finalmente, la equidad en la calidad de la educación también incluye los procesos de evaluación, tanto de los estudiantes como de maestros e instituciones. En este sentido creo que la evaluación debe restársele el carácter punitivo y policivo, para que se convierta dentro de nuestra cultura en lo que debe ser, una herramienta de mejoramiento. A tal punto que todos los procesos reflexivos con objetivos evaluativos individuales e institucionales deben convertirse en procesos naturales.

Los resultados o notas dentro de esta conceptualización, pierden un poco de relevancia, no por su naturaleza de indicadores de desempeño, sino como objetivo final de la evaluación: Si creemos en un aprendizaje auténtico real, que requiere esfuerzo, trabajo y apoyo, pues eso va a reflejarse en el desempeño en las evaluaciones, que, en caso de no mostrar los resultados esperados, deben indicar las áreas de mejoramiento. Esto forma parte del proceso de aprender a pensar.

Realmente nunca se puede saber con completa certeza lo que una persona sabe, pues en las ciencias de la mente lo que hacemos son inferencias sobre procesos o estructuras mentales, o los productos del aprendizaje que no pueden ser medidos directamente. Es así como la evaluación nos ofrece una ventana a esos procesos.

Termino mi contribución, con lo escrito por una investigadora estadounidense con respecto a la evaluación en la Educación Superior que considero es válida para cualquier nivel o contexto.

“…Tuvimos que pensar en la diferencia entre querer que los estudiantes «supieran» y querer que los estudiantes «hicieran» – y llegamos a reconocer que, en la era de Wikipedia y teléfonos inteligentes, «saber» no parece todo lo importante en comparación con “hacer”… podemos hablar de cómo solucionar esos problemas.

Podemos participar en el debate sobre el currículo, la secuenciación, y los resultados de aprendizaje. …Independientemente de la escala para la solución de un problema, la evaluación es eficaz para la promoción de una mayor reflexión y propósito en la enseñanza – y para enfocar nuestra atención en el aprendizaje. Eso importa. Sobre esa base sola, la evaluación funciona.” Joan Hawthorne.

*Directora de Evaluación y acreditación de la Universidad de Dakota del Norte. Chronicle of Higher Education, Does Assessment Make Colleges Better? Let Me Count the Ways. August 19, 2015.

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