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“El gran día está cerca”, dice la pistera Martha Bayona

La explosividad y osadía que exhibe en la pista contrasta con la timidez, serenidad y humildad que muestra Martha Bayona Pineda fuera de ella.

Una mezcla entre la nobleza y sencillez que dice, le enseñó su mamá, Martha Pineda, de quien también heredó su nombre; y la fuerza y el aplomo sobre la bicicleta que le inculcó su papá, Pedro Bayona, un ciclista aficionado que quería tener en la familia a una deportista de alto rendimiento y que con su tercera hija vio cumplido ese deseo.

“Conmigo lo logró, él apoyó mucho a mis hermanas (Nora y Diana María) que practicaron ciclismo de ruta, pero ellas de un día para otro dejaron de montar y yo pasé a tener las bicis de ellas. Él era el que siempre me motivaba e incluso me obligaba a ir a entrenar cuando me daba pereza hacerlo. Yo estaba muy pequeña y él usaba estrategias para hacerme ir, por esas cosas que hizo por mí es que me empecé a apasionar por esto”, cuenta la santandereana, que desde hace cuatro años compite por Antioquia.

Es precisamente en ese tiempo en el que la deportista de 24 años de edad ha logrado los triunfos más significativos de su carrera en la prueba del keirin: la medalla de plata en el Mundial de pista de Hong Kong en 2017, y los oros en los Panamericanos de Lima-2019 y la quinta parada de la Copa Mundo de Brisbane, Australia, este último el pasado 15 de diciembre y que la tiene llena de confianza para lograr la clasificación a los Olímpicos de Tokio-2020.

Pero antes afrontará otro reto: el Mundial de Berlín, en el que buscará ponerse la camiseta arcoíris.

“Luego de ganar en Australia siento que el gran día está cerca”, afirma la pistera, que en entrevista con EL COLOMBIANO se refirió a lo que le dejó el 2019, lo que se viene en el 2020 y el agradecimiento que le tiene a la región por apoyarla en su crecimiento personal y deportivo.

¿Qué le deja este año, de qué aprendió y qué hay por corregir?

“Fue muy bueno porque la idea de cada carrera es ganar y cerrar el año con esa medalla de oro fue muy satisfactorio. En las paradas anteriores me había ido bien pero no pude figurar, entonces comencé a afinar detalles para las siguiente y así poco a poco, con autocrítica fui mejorando hasta llegar al oro. Uno a veces pierde por dudar, por pensar mucho y hay pruebas en las que no se puede pensar mas de la cuenta sino actuar, eso aprendí este año”.

En 2018 y a inicios de 2019 la criticaron porque no figuró en Centroamericanos y el Mundial, ¿considera que este año saldó esa deuda “socialmente impuesta”?

“Yo he ido paso a paso, hay días o años en los que uno no anda bien no por sus propias condiciones sino por cosas externas que afectan… Pero eso no quiere decir que a uno no le duela o lo afecte, claro que sí, pero no queda más que seguir trabajando y que las medallas hablen por uno”.

El deporte es una cuestión de decisiones rápidas y en la pista aún más, ¿cómo se da cuenta usted que es el momento el indicado para lanzarse por la victoria?

“Cuando se tiene seguridad y cuando estás bien ubicado en la pista, pero en eso tiene que ver mucho la comunicación con el entrenador (Jhon Jaime González). Debemos estar pendiente de él porque tiene un mejor panorama de la carrera, él grita y es ahí cuando uno tiene que reaccionar”.

¿En la cotidianidad también es una persona que toma decisiones rápidas o se gasta su tiempo?

“En ese aspecto soy como en la pista, si quiero algo lo quiero rápido y trabajo duro por conseguirlo pero, en el caso del keirin, uno tiene que aprender a esperar pero no quedarse esperando porque ahí es cuando se pasa la oportunidad, a veces en la vida también hay que ser así, pero prefiero resolver todo rápido”.

Cuando fue al velódromo por primera vez se cayó y dejó de montar por dos años, en Río-2016, también se fue al suelo y quedó fuera de la final en el keirin, ¿cómo ha hecho para superar esa frustración y temor de caerse para avanzar?

“Uno nunca está preparado para caerse, ni se piensa en eso. Es un proceso duro da mucha rabia y tristeza duele más el corazón que las heridas en el cuerpo. En los Olímpicos estaba muy confiada en pasar a la final pero iba tan concentrada que ni me di cuenta en qué momento pasó, pero luego como cuando estaba pequeña, uno regresa, tarde, pero regresa (risas). Yo lo defino en dos palabras: corregir y superar, eso me lo han dicho muchas personas, que no me atormente por lo que salió mal, que ya piense en el próximo reto”.

Usted inició en la ruta y participó en tres vueltas del Futuro, ¿ha pensado alguna vez en volver a esta modalidad?

“Corrí cuatro años y estuve en tres vueltas al Futuro, me iba bien, pero nunca me gané una etapa, solo ganaba metas volantes y yo decía ‘nooo, lo ideal es ganarme una etapa, lo importante’, pero no pasó (risas), luego llegué a la pista y empecé a tener mejores resultados y de acá no he pensado salirme, la ruta solo la hago como entrenamiento”.

¿Ha practicado otro deporte diferente al ciclismo?

“Sí, a mi me gustaba el fútbol, pero de recocha, tenía un equipo con amigas del colegio en Bucaramanga. Era delantera y muuuy buena (risas), pero fue jugando fútbol que comencé a sentir molestias en la rodilla derecha, entonces dejé de practicarlo”.

¿Qué piensa de los deportistas que se les miden a otras modalidades?

“Que son unos tesos (risas), es de admirar los que se le miden, yo creo que no lo haría”.

Usted compitió en Bolivarianos con Mariana Pajón, quien corre en bicicrós, ¿cómo fue esa experiencia?

“Fue muy chévere. Cuando me dijeron que iba a correr con ella me puse nerviosa porque iba a correr con una bicampeona olímpica, ¡imagínese! (risas). Ella es muy rápida y como en la prueba ella hace una vuelta y yo la otra, me tocaba perseguirla un poquito porque arrancaba muy duro, esos eran los nervios que me daban. Pero se hizo una bonita carrera, un buen tiempo (33.27 segundos) y ganamos, no nos lo esperábamos y más ella que también corría en bmx. Yo me pongo en su posición y no sería capaz de subirme a una pista de bicicrós en esa salida con esa rampa tan alta. Es de admirar”.

Pocos deportistas pueden decir que compitieron y le ganaron a sus ídolos, usted venció a Kristina Vogel pero, paradójicamente, fue la última en superarla antes de que sufriera el accidente que la dejó parapléjica…

“Sí, pero aunque fue bueno también me sentí muy mal. Fue especial porque me di cuenta que se le podía ganar a cualquier corredor ya sea campeón olímpico o mundial y eso me dio esperanza de que uno puede llegar a ser igual que ellos, pero fue muy triste porque ella ya no iba a poder competir. Yo estaba en el entrenamiento en el que se cayó y fue muy doloroso escucharla decir que no sentía las piernas”.

¿Qué sentimiento le apareció en ese momento?

“Mucha tristeza y miedo también. Luego del accidente iban a cancelar la competencia, pero como todos los ciclistas estábamos ahí reunidos decidieron hacerla. Fue muy difícil correr, pero nada, tocó encomendarse a Dios y tener cuidado. En esa segunda carrera también gané”.

¿Por qué el ciclismo de pista no crece tanto como otras disciplinas en el país?

“Al velódromo sí llegan ciclistas, pero no se mantienen porque esta especialidad no es tan llamativa como la ruta que tiene tantos patrocinios y es más visible, comercial. Pocas marcas se interesan en apoyar la pista, eso es lo que pasa”.

¿La ausencia de buenos escenarios tiene que ver en la poca aparición de pisteros colombianos?

“Sí y no. Esto es demasiado duro, muchas personas piensan que el entreno es fácil pero no es así y se desmoralizan y se retiran, como me pasó a mi al principio. Y lo de los escenarios sí sería muy chévere tener un buen velódromo en el país, techado, porque el de Cali, que es el mejor, es cubierto pero no todo. Eso ayudaría”.

La gente es muy dura cuando un deportista que está acostumbrado a ganar, fracasa, ¿cómo se blinda usted de esas críticas?

“Yo trato de no prestarle atención a esos comentarios, sobre todo en redes sociales, simplemente trabajo y ya”.

A los deportistas los critican por renunciar a la región de donde provienen, usted es santandereana y corre por Antioquia, ¿cómo le ha ido con eso?

“Yo si siento que en Santander se enojaron, que no lo vieron bien, pero allá pasa mucho, los deportistas siempre buscan venirse para acá. Yo estoy muy agradecida con Antioquia porque cuando llegué seguía corriendo por Santander y aún así, sin ganar títulos para el departamento, me brindaron un apoyo integral. Me pareció un respaldo desinteresado, ahora ya lo estoy retribuyendo ganando”.

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