HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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¿Se acaba el celibato?

La semana que termina, el diario francés “Le Figaro”, así como otros medios conservadores norteamericanos e italianos, presentaron un libro titulado “Desde lo profundo de nuestros corazones”, autoría del cardenal guineano Robert Sarah, prefecto de la Liturgia y supuestamente firmado por Benedicto XVI.

Sarah, es uno de los principales opositores visibles al papa Francisco y,  Benedicto XVI, quien desde hace muchos meses no está en condiciones de hablar, ni de escribir, no ha escrito ese libro con el cardenal Sarah, tampoco ha visto ni aprobado la portada, ni mucho menos ha autorizado que se diga que el texto fue escrito “a cuatro manos”.

Lo cierto es que Benedicto XVI trabajaba en un manuscrito sobre el sacerdocio y el cardenal Sarah le pidió verlo, así asaltaron en su buena fe al papa emérito y lo que hizo Sarah, fue entregarlo a su publiscita, Nicolas Diat, así como negociarlo con las editoriales Fayard de Francia, Ignatius Press de Estados Unidos y Cantagalli de Italia.

Esta una manipulación editorial y mediática, que busca crear divisiones en la Iglesia y valerse del Papa emérito para enfrentarlo a Francisco.

Lo que sí es cierto, es que en 2009 Benedicto XVI introdujo los sacerdotes casados en la Iglesia latina, cuando creó los ordinariatos para sacerdotes y fieles anglicanos que se incorporen a la Iglesia católica manteniendo su rito y su tradición de cinco siglos. Para nadie es un secreto que siempre ha habido sacerdotes casados en las 23 Iglesias católicas de rito oriental, (Católicos griegos, católicos coptos, etc., donde los obispos son elegidos únicamente entre los célibes y, los hombres casados pueden ser ordenados diáconos y presbíteros), así como ha venido ocurriendo desde el cisma del año 1000 en las Iglesias ortodoxas. Incluso la Iglesia tiene potestad para ordenar hombres casados como presbíteros -ya lo hace con los diáconos permanentes -.

Se pretende con esta obra apócrifa de Benedicto XVI y firmada por Sarah, atacar la propuesta de Francisco en relación con la ordenación de hombres casados, deducción que surgió de la lectura del literal c) del numeral 126 del capítulo III del Título III del Instrumentum Laboris para la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica, celebrado en Roma en 2019, que dice: “…se pide que, en vez de dejar a las comunidades sin Eucaristía, se cambien los ministros autorizados para celebrarla”.

El Celibato es la renuncia al matrimonio, implícita o explícita, que hacen los que reciben el Sacramento de las Órdenes en cualquiera de los grados más altos para la más perfecta observancia de la castidad.

En relación con el celibato, Francisco ha dicho: “no se debate sobre un dogma, sino sobre una regla de vida que yo aprecio mucho y que es un don para la Iglesia. Al no ser un dogma de fe, siempre está la puerta abierta”.

En el año 1123, con el primer concilio Laterano, se reglamentó que el candidato a las órdenes debe abstenerse de mujer, y que el matrimonio de una persona ordenada era inválido. En este espíritu se reglamentarían todos los Concilios posteriores, lo cual fue cobrando fuerza de costumbre en todas las Iglesias de occidente.

La Iglesia hace distinción entre el celibato de laicos y el celibato eclesial. En ambos casos se escoge libremente, por razones religiosas, el no casarse. El celibato no es desprecio al matrimonio. Ambas vocaciones vienen de Dios, son profundamente estimadas por la Iglesia y son caminos de amor y servicio.

Frecuentemente los laicos escuchamos expresiones de este tipo: “La Iglesia impone a los sacerdotes el celibato”, o bien en forma interrogativa: “¿Por qué los sacerdotes no se pueden casar?”. La respuesta es que el celibato es una disciplina eclesial que, además, ha dado grandes frutos y los seguirá dando. El “consejo” de San Pablo en Corintios sigue teniendo hoy plena vigencia: “Yo os querría libres de cuidados. El célibe se cuida de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor. El casado ha de cuidarse de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer”.

El documento final del Sínodo no es definitivo; se espera la expedición de una exhortación Apostólica del Papa, que quiso ser saboteada con el libro en cuestión.

*Doctor en Derecho Canónico y Vicerrector Universidad La Gran Colombia

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