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Mileva Marić, la mujer sin la que Albert Einstein  no hubiera tenido éxito

Por:      
VERÓNICA
MELÉNDEZ C.*

Mileva Marić  nació el 19 de diciembre de 1875 en el Imperio Austrohúngaro (actual Serbia). Desde muy niña se propuso estudiar Matemáticas y Física y así lo hizo en el Colegio para niñas NoviSad y en el Instituto Secundario de SremskaMitrovica, donde se graduó con las máximas calificaciones.

Estudió Física en Colegio Real de Zagreb con un permiso especial, puesto que la Física estaba reservada solo para hombres.

Al común de la gente la anterior información no le dice nada si no se le vincula con Albert Einstein. Mileva fue la primera esposa de Albert Einstein, con quien tuvo tres hijos: Lieserl, Hans y Eduard.

Fue amiga de Nikola Tesla. En 1896 ingresó al Politécnico de Zúrich, uno de los pocos centros que admitía mujeres y la primera mujer en la clase de Medicina. Fue en este Centro donde conoció a Einstein.

En 1897 estudió en la Universidad de Heidelberg, Alemania, donde aprendió la teoría de números, cálculo diferencial e integral, funciones elípticas, teoría del calor y electrodinámica.

En 1900 las calificaciones de Mileva en Matemáticas eran de 4,7 y en Física Aplicada de 5,0, mientras que las de Albert Einstein eran de 4,6 y 1, respectivamente.

Mileva y Einstein iniciaron una relación sentimental y ella quedó embarazada en 1901 de una niña llamada Lieserl, lo que provocó que Mileva abandonara sus estudios faltando solamente el examen final para terminar su Doctorado.

En 1903 se casan. Su segundo hijo, Hans, fue profesor de Ingeniería Hidráulica en la Universidad de California en Berkeley, y su tercer hijo, Eduard, padecía esquizofrenia.

El abandono de sus estudios y su embarazo sin estar casada con Einstein generaron gran tristeza en Mileva, sin embargo, siguió estudiando en casa mientras cuidaba de sus hijos.

Los conocimientos matemáticos de Mileva fueron indispensables para que Einstein pudiera desarrollar su teoría de la relatividad. Sin ella, quizá no hubiera dado a luz dicha teoría o la misma hubiera quedado sin comprobación alguna.

En 1900 Einstein escribió una carta a Mileva donde le decía: “Espero con ansias reanudar nuestro trabajo común. Por ahora debes continuar con tu investigación –Cuán orgulloso estaré de tener a una doctora como esposa mientras yo solo seré un hombre común”. Finalmente, Mileva subordinó su apasionamiento por la ciencia a cambio del hogar, los hijos y de apoyar a Einstein en la formulación de los “artículos del annusmirabilis” en 1905. La Teoría de la Relatividad, así como el Efecto Fotoeléctrico, realmente comienzan con una tesis que Mileva presentó al profesor Weber cuando estudiaba en el Politécnico de Zúrich, el primero y en los trabajos presentados al profesor Lenard cuando estudiaba en Heidelberg, el segundo.

Conjuntamente tomaron la decisión de que los trabajos se publicarían solo con el nombre de Albert Einstein, quizá por los prejuicios que entonces tenía sobre las mujeres al asumir que una publicación co-firmada por una mujer tendría menos peso científico.

Cuando su hermano Habicht la cuestionó por ello, solo atinó a contestar con una pregunta: “¿por qué? Los dos somos solo una piedra”, es decir, un ente común.

Mientras Mileva ayudaba a Einstein en sus investigaciones, éste iniciaba una relación extramatrimonial con su prima Elsa, movido por su madre, quien utilizaba calificativos contra Mileva como “coja” y “bruja”, sin mencionar el de “demasiado intelectual”.

Cuando Mileva se entera, éste impone unas duras “normas de convivencia”. El divorcio entre los dos se dio cuando Mileva obligó a Einstein a firmar una cláusula donde éste se comprometía a entregarle la mitad de los recursos del Premio Nobel de Física, los cuales utilizó ella en el tratamiento de esquizofrenia de su hijo Eduard.

En 1909 Mileva escribía a una de sus amigas: “Ahora es considerado como el mejor de los físicos de habla alemana. Estoy muy feliz por su éxito porque él lo merece plenamente. Sólo espero que la fama no tenga un efecto perjudicial sobre su humanidad”. Finalmente agregó: “uno consigue la perla, el otro la concha”.

Y sucedió: Einstein en 1925 le escribió una carta a Mileva donde le dice: “¿Alguna vez has considerado, aunque sea por un segundo, que nadie prestaría atención a lo que dices, si el hombre del que hablas no hubiese logrado algo importante? Cuando alguien es completamente insignificante, no hay nada más que decirle a esa persona, sino permanecer modesto y silencioso. Esto es lo que te aconsejo que hagas”.

Mileva sobrevivió dando clases privadas y de la pensión alimenticia que Einstein le enviaba de manera irregular y murió en la pobreza.

Posteriormente quisieron publicarse las cartas que Mileva y Einstein se enviaban, pero fueron bloqueadas en la Corte para mantener “el mito de Einstein”, mito que aún se mantiene vigente.

En el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia queremos recordar con especial agrado a Mileva Marić, la mujer sin la que Albert Einstein no hubiera tenido éxito.* Antropóloga; MSc Desarrollo Humano

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