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París-tumba de Napoleón

 

He admirado siempre a Napoleón Bonaparte, no podíamos irnos de París sin conocer su tumba. Después de siete años obtuvieron los franceses el permiso de Inglaterra para repatriar los restos de su Emperador, había muerto en 1821 en la isla de Santa Helena, el retorno a Francia fue su último viaje triunfal del hombre más amado por su pueblo y el más temido por sus enemigos.

Una nave francesa condujo los restos de Napoleón a Le Havre, para remontar luego todo el curso del río Sena hasta París, llegó bajo una tormenta de nieve, prácticamente toda la ciudad asistió a las exequias del Emperador al que se le hizo desfilar lentamente por los amplios boulevares, pasar bajo el Arco del Triunfo descender por los Campos Elíseos para terminar en la Iglesia de los Inválidos, los restos fueron enterrados como los de un Faraón Egipcio, en seis ataúdes, el primero de hierro, el segundo de caoba y el tercero y el cuarto de plomo, el quinto de madera de ébano y el sexto de encina, se le depositó luego en el gran sarcófago en una cripta, y como para unir en la muerte a los que la vida había separado se colocó a su lado al hijo del Rey de Roma, que la leyenda nos presentó como el “Aguilucho”.

Nos tomamos un café en el barrio latino en las bellas informarles mesitas afuera de un restaurante, para descansar y saborear unas galleticas de maní, aquí encontramos la universidad más famosa en todo el mundo occidental, data del siglo XIII y tuvo como profesores grandes maestros como Tomás de Aquino: Luego entramos a la iglesia Saint- du Mont una de las más singulares de París por su fachada y su interior, es imposible evitar el asombro ante la originalidad que ostenta esta iglesia, la fachada es una mezcla de estilos góticos y renacentistas, por extrema particularidad lograr crear un aspecto unitario y coherente, esta iglesia contiene el Relicario de Santa Genoveva, Patrona de París, sus calados y sus bellísimos vitrales de inspiración renacentista, fueron elaborados en los siglos XVII y XIII, los reflejos del solo a través de los cristales dan una agradable sensación luminosa de variados colores.

Seguimos conociendo y encontramos un edificio sumergido en el verdor de un jardín, es uno de los exponentes de la arquitectura flamígera en París, antiguamente era un palacio para la residencia de los monjes Benedictos que venía a visitar la capital, lo compró un coleccionista de arte y al morir pasó al Estado y dos años más tarde se inauguró un Museo en el que se recogieron testimonios de la vida francesa medieval. ¡Hasta el próximo artículo!

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