HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Del rebusque a la Informalidad

La evidente crisis socioeconómica que observamos en el mundo entero enciende las alarmas de análisis y críticas en nuestro país, aunque éste se encuentra inmerso dentro de la actual problemática que todos observamos.

Me refiero al contundente e inocultable desorden de nuestra sociedad para aceptar y comportarse de acuerdo con las normas y reglamentos que orientan y regulan la manera razonable de comportarse en el mundo moderno.

Esa manera desordenada, irrespetuosa; aunque algunos intenten justificarla, es lo que entendemos tangencialmente como informalidad. En Colombia casi todas las actividades sociales, laborales, religiosas, políticas y por supuesto,  económicas están impregnadas de una desagradable amalgama de irrespeto e indisciplina, las cuales podemos verter dentro del concepto de informalidad.

Un ejemplo claro de este comportamiento es el hecho de expedir o aceptar facturas comerciales sin IVA para evadir, eludir o disminuir el pago de impuestos durante la liquidación de su declaración de tributos, con excepción de las determinaciones que el Gobierno Nacional ha tomado recientemente a cerca del tema. Podríamos describir varios ejemplos al respecto, porque son innumerables los casos que diariamente vivimos en nuestro país.

Hagamos un esfuerzo para comprender un poco que entendemos por informalidad. Casi todos los ciudadanos entrelazan el concepto de informalidad con las actividades económicas; no obstante hay quienes opinan que la informalidad es un concepto un tanto vago e impreciso y mucho más profundo; en ocasiones se le considera como economía subterránea u oculta, economía no oficial, economía paralela o negra y economía en la sombra, entre otros.

Pero, ¿qué es lo que pasa? ¿Por qué está pasando eso en nuestro país? Preste atención a lo siguiente: de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, Colombia es un país de población pobre, por esta razón posee uno de los índices más altos de pobreza, indigencia, desempleo y desigualdad en la distribución del ingreso en América Latina. Es un país donde el 60% de la población no tiene un ingreso suficiente para adquirir lo básico de la canasta familiar, y un 23% de ese 60% está en nivel de indigencia; es decir, son personas que no obtienen ingresos ni para lo más mínimo de la canasta familiar. En otros términos, 26 millones de colombianos son pobres y, de éstos, 9 millones están en la indigencia.

Además, diferentes investigaciones indican que en Colombia más de la mitad de la población, con ocupación, se encuentra en algún grado o tipo de informalidad, es decir está  involucrada en actividades caracterizadas en su mayoría por su baja productividad, su precariedad; por estar fuera de la normativa económica, laboral y urbanística.

Esto indudablemente lleva a una parte de la población colombiana, que no obtiene ingresos suficientes para sobrevivir, a buscar en la informalidad y en actividades abiertamente ilegales formas de subsistencia. Debido a estas cifras tan escalofriantes y fundamentado en la declaratoria del Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica en todo el territorio Nacional es por lo el Gobierno Nacional y los gobiernos Regionales y Locales  han apresurado programas sociales para ayudar a la población más vulnerable con subsidios, créditos y mercados, a fin de mitigar tan duras circunstancias de supervivencia.

No todo lo que brilla es oro, porque si tomamos al DANE  como referencia, éste nos muestra que “En Colombia los mayores niveles de pobreza multidimensional municipal se encuentran predominantemente en las regiones de la Orinoquía-Amazonía y Pacífica, y los menores niveles en municipios ubicados en las regiones Central y Oriental del país”. Sin embargo, todos percibimos que la pobreza colombiana, madre de la mayoría de nuestros infortunios sociales, circula inatajable por todo el territorio nacional.

*Economista

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