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Cancelando tiquetes y reprogramando paseos

Por: SALUA KAMEROW

Cuando estalló la pandemia por el Covid-19, se me comunicó la cancelación de mi viaje a Islandia, donde pasaría 5 días en abril y visitaría la  cueva de hielo más grande creada por humanos. Muy a mí pesar, arreglé eficientemente una nueva fecha para un momento un poco más prudencial que esté en el transcurso del próximo año.

Con ese viaje, me tocó cancelar muchos otros, entre ellos: Japón, Fiji y Perú, para los que no había contratado seguro de viajes. Sin tanta protesta, unas Agencias me devolvieron el dinero y otras me dieron crédito a favor.

Sin embargo, el boleto de avión para Nora, mi hija, el cual tenía seguro incluido, se rehusó a modificar su itinerario para este año a Francia.

La dejé por varias semanas tomar cargo del cambio de boleto y le entregué copia del contrato de seguro, pero hasta hace dos días, Nora no había podido hacer el cambio porque ni la aerolínea ni el seguro se lo permitían. Resulta que, de acuerdo con Allianz, el Covid-19 no estaba incluido entre las razones para cancelar el viaje, y, para American Airlines, el seguro debía tomar la decisión primero.

Después de esperar y esperar que Nora resolviera la situación, ayer retomé el contrato, lo leí y resalté 3 posibles causas que Nora podía usar para alegar el reembolso o una nueva fecha de viaje:

La primera fue no tener dónde hospedarse porque el plan que tenía cambió; la segunda, cuarentena para ella o su acompañante, y; la tercera: muerte o enfermedad de un familiar.

Por la pandemia actual, utilizar la segunda iba a ser más complicado porque su viaje ocurriría en agosto y el Covid-19 requiere únicamente 15 días de cuarentena, por esa razón, no tendría sentido hacer el cambio  — o al menos no en junio — bajo esa cláusula. Con respecto a la tercera, no teníamos pruebas para justificar enfermedad o muerte.

Por otro lado, el cierre de los Aeropuertos, y la posibilidad de quedarse donde unos amigos en París, había desaparecido porque la abuelita de sus amigos vive con ellos y tiene muchas comorbidades que empeorarían si Nora adquiriera el virus en camino a Francia.

Por esa razón, el Seguro prontamente aceptó el reclamo y le ofreció reembolso o reprogramar el viaje. Con esta historia quiero invitarlos a leer los contratos, no solo de seguro, sino aquellos con las aerolíneas que muy seguramente proporcionaban al momento de la compra reembolso por fuerza mayor.

Las aerolíneas desde siempre han querido tomar ventaja sobre los viajeros, pero yo con tantos viajes, he aprendido poco a poco a encontrarle la caída a la forma absurda como quieren manejar el negocio de viajar en avión y he aprendido a beneficiarme de los gastos en los que incurro cuando compro un tiquete.

Así que, mientras el toque de queda mundial, aproveché para comprar varios tiquetes para viajes futuros y los precios estaban por el suelo.

Por ejemplo, compré un paquete para el Lago Taho, en California, y cada tiquete me salió en 200 dólares mientras que los precios en tiempos de normalidad no bajan de 600 desde el pueblo donde vivo.

Hoy voy camino a Seattle a ver a mis sobrinos y estoy bastante emocionada dado que no los veo desde diciembre. Eso sí, mi maletín viene lleno de toallitas Clorox, jabón en barra, gel desinfectante y muchos tapabocas.

Ya les contaré sobre la experiencia de volar durante estos tiempos. Por ahora en Colombia les recomiendo quedarse en casa para que puedan aplanar la curva y salir a pasear en tiempos de salubridad.

Los dejo con este artículo y espero que la próxima semana disfruten mi viaje a Seattle desde aquí, en HOY DIARIO DEL MAGDALENA. @culozunga,  www.culozunga.com

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