HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Roosevelt, el mejor

Franklin D. Roosevelt murió mientras la pintora Elizabeth Showmatoff estaba terminando de hacer su retrato. El 12 de abril de 1945, un día espléndido en su casa de campo Warm Springs, después de regresar de la importantísima reunión en Yalta con Churchill y Stalin y cuando sus amigos y colaboradores hablaban de signos en su cara que mostraban fatiga y, posiblemente, grave malestar. “Tengo un terrible dolor en la parte de atrás de mi cabeza”, fue lo que dijo antes de colapsar.

No alcanzó a gozar el final de la II Guerra Mundial cuyo desenlace final en contra de Hitler él había ayudado a forjar, logrando superar la reticencia de amigos y opositores para que Estados Unidos se involucrara. Churchill, prácticamente, le suplicó que lo hiciera y sin demora porque a destiempo ya esa intervención no tendría consecuencias.

Cuando Churchill se enteró de su muerte, a media noche en Londres, exclamó: “Estoy sobrecogido por un sentimiento de una pérdida profunda e irreparable”. Y Stalin, informado personalmente por el embajador de Estados Unidos, A. Harriman, a las tres de la mañana, preguntó por las circunstancias de su muerte y, entonces, envió un mensaje al Departamento de Estado solicitando que se hiciera una autopsia para establecer si había sido envenenado.

Roosevelt llevaba 13 años como presidente. A raíz de su segunda reelección, se aprobó la Enmienda Constitucional que no la permitía sino una sola vez. El monumento que le dedicaron a él y a Eleonora en Washington D.C. es para mí uno de los más significativos. El visitante camina para percibir sus grandes realizaciones en cada período. Y en el último tramo, grandes letras esculpidas sobre piedra dicen: “Odio la guerra”. Lo he recorrido varias veces. Una de ellas para mostrárselo al presidente López Michelsen y a doña Cecilia.

Han pasado 75 años. En Francia conmemoran varios aniversarios alusivos al general Charles De Gaulle. Y en Rusia, Putin reivindica la hazaña militar de la Unión Soviética ‘La Gran Guerra’ contra el régimen Nazi y se prepara para una consulta popular que le permitirá gobernar, si así lo decide, ¡hasta 2036!

Rememorar a Roosevelt y a quienes compartieron las victorias de los Aliados en 1945, es indispensable. Sobre todo cuando vivimos una pandemia que presidentes como Macron y Trump caracterizaron como una guerra. Muy diferente. Entre otras razones porque no hubo aliados para confrontarla, porque el liderazgo internacional brilló por su ausencia y porque no se está trabajando en la construcción de un nuevo orden internacional, como lo recomendó el profesor Kissinger, en una columna de hace ya varias semanas y que comenté en este mismo espacio.

Esta fue la contribución de América a la victoria: “De 1940 a 1945 Estados Unidos aportó casi 300.000 aviones; y sus fábricas produjeron más de 2 millones de camiones, 107.351 tanques, 87.620 buques de guerra, 5465 buques de carga, más de 20 millones de rifles, ametralladoras y pistolas y 44 billones de municiones.” El factor determinante de esta historia. ¡Qué diferencia!

Fue un caso excepcional de liderazgo. Y pensar que, ¡oh paradoja! del 80 a 85% de los ‘publishers’ de los periódicos, regularmente, se oponían a Roosevelt.

Los datos de esta columna han sido tomados de la excelente biografía escrita por Doris Kearns Goodwin ‘No ordinary time’.

*ExMinistro de Estado

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