HOY DIARIO DEL MAGDALENA
Líder en la región

Una mejor clase política

Nuestra clase política, desde lo local a lo nacional, ante su evidente descredito y galopante desprestigio, desconfianza, debilitamiento institucional y falta de credibilidad democrática por parte de la ciudadanía, debe buscar afanosamente, sin improvisaciones ni desmesuras, la oportunidad de redimirse, y desde acciones edificantes recobrar para si esa seguridad, en la comprensión que es la política un noble oficio y ejercicio necesario en contexto de gestión en beneficio colectivo.

En ese derrotero debe buscar para la sociedad civil realizaciones que la beneficien, proyecciones, apartarse de todo cuanto pueda ligarla a actos de corrupción, apegarse al cambio que construye, entender que la gente no quiere más de lo mismo. Dejar atrás exhibicionismos, chantajes, escándalos y demás despropósitos que generan suspicacias y entredichos respecto de lo legal, institucional y la política misma. La gente quiere actitudes ejemplares y ejemplarizantes, con las que señalado quede el mal, pero igualmente la solución, en la cita aquella que reza “a grandes malos grandes remedios” y no persistir, como hasta hoy, en conductas que siguen provocando graves malestares en la ciudadanía, por lo que parecería en ellos ser inexistente la voluntad de cambio.

El mal uso de los recursos públicos funge como otros de sus pecados capitales, aunado a la descomposición de la seguridad pública y muchas cosas más, de suyo casi que impronunciables, y para tapar sus faltas buscan pretextos miles, tales como desacuerdos de los partidos, terminando por cargar la culpa más a un partido que a otro según las distintas visiones sobre el tema, pero se les paga a los legisladores, y no poco, para llegar a acuerdos, cuando lo que importa en ámbitos de democracia es la construcción de consensos que a todos beneficien.

Igual debe la clase política reconocerse en sus falencias, reconocer sus errores, los males que ella misma a través del tiempo había provocado en materia grave y que muchas veces, por sus resultados, parecieran propiciados, hechos a propósito en su particular beneficio, lo que no permite transparencia alguna sino seguir cabalgando estúpidamente en el reino de la opacidad y el infortunio. En su trasegar por caminos que les permiten acumular poderes tras poderes, son maestros en la filtración de infamias y nada que la obligue a responder por sus actos, siguen campantes y anteponen como prioridad prorratearse los cargos desde los cuales no sirven a los ciudadanos, pero sí a ellos mismos. De no cambiarse esos y otros procederes seguirá el desprestigio, quedando a la sociedad valorar voluntariamente supuestas soluciones que emanarán de otros que igual que los anteriores, muestren en su momento un querer hacer que nunca se concreta. [email protected]

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