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Trump apuesta todo a una vacuna, para EEUU primero 

Lejos de paralizar la economía para contener al nuevo coronavirus, el presidente estadounidense Donald Trump insistió el lunes en que la solución pasa por el rápido descubrimiento de una vacuna y nuevos tratamientos contra el virus, que ahora contagió a un cercano asesor suyo. 

La Casa Blanca anunció que el consejero de Seguridad Nacional de Trump, Robert O’Brien, dio positivo en la prueba del nuevo coronavirus y ahora está trabajando en aislamiento. Otros funcionarios del Ejecutivo estadounidense se han contagiado, pero hasta ahora el presidente ha escapado del virus.

Hostil a cualquier confinamiento antes de las presidenciales del 3 de noviembre, en las que busca la reelección, Trump quiere resolver la crisis de salud gracias al «genio científico estadounidense».

El presidente republicano lo dejó en claro al visitar el sitio de producción en Carolina del Norte de la vacuna experimental desarrollada por una de las muchas compañías en las que ha invertido su gobierno: Novavax, una empresa de biotecnología que nunca ha comercializado una vacuna pero que ha recibido 1.600 millones de dólares.

En total, Washington ha destinado 6.300 millones de dólares desde marzo para financiar proyectos de vacunas, en grandes laboratorios como Johnson & Johnson, Pfizer y AstraZeneca, y en dos pequeñas empresas de biotecnología, Novavax y Moderna.

Moderna, fundado en 2010 y sin ningún producto en el mercado, comenzó el lunes la última fase de ensayos de su vacuna en Estados Unidos, una de las cuatro compañías en el mundo que ha alcanzado esta etapa.

«Nunca una vacuna contra un nuevo patógeno fue tan rápida», dijo Trump.

Washington también otorgó miles de millones de dólares adicionales para financiar el desarrollo de tratamientos terapéuticos, plantas de producción, fabricación de jeringas y otros insumos médicos.

Trump bautizó sus esfuerzos contra la covid-19 «Operación Warp Speed» (un término de ciencia ficción que significa «más rápido que la velocidad de la luz») y no oculta que su objetivo es vacunar a Estados Unidos primero, lejos de la retórica europea sobre la vacuna como un «bien público global».

Dado que no hay garantía en cuanto a la efectividad de ninguno de los proyectos, los contratos firmados con tres de los desarrolladores (AstraZeneca, Novavax, Pfizer) ya prevén la entrega prioritaria a Estados Unidos de 500 millones de dosis.

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