HOY DIARIO DEL MAGDALENA
Líder en la región

Se requiere la cooperación internacional 

El pueblo venezolano afronta un difícil momento, en el que además de los ya graves problemas económicos y sociales en ese país, se suma el avance de la pandemia de covid-19, con un sistema de salud en condiciones precarias. A pesar de ello, y ante los efectos claramente negativos de la actual emergencia sanitaria en países a los que millones de ellos habían ido a probar suerte, entre ellos Colombia, no tienen más opción que tratar de regresar y retomar en su tierra natal la construcción de un futuro.

Como si fuera poca semejante tragedia en la que miles de venezolanos permanecen errantes, cuando se deciden a pasar la frontera de regreso se encuentran con que el régimen de Nicolás Maduro les impide el paso, o se los restringe de tal manera que se necesitarían varios años para que todos pudieran lograr su objetivo.

Evidentemente es tal la crisis por la que atraviesa ese país, otrora rico y boyante, que hoy sus habitantes no tienen seguros los mínimos servicios públicos. Por eso muchos terminan siendo parte de un pueblo paria, sin rumbo, sin poder decir que tienen la posibilidad de un hogar digno donde nacieron.

De acuerdo con Migración Colombia serían unos 40 mil venezolanos quienes esperan en varias ciudades, algunas de ellas en la frontera, para poder dar el paso hacia su tierra natal, sin poderlo lograr aún.

En ciudades,  como  Bogotá, Medellín, Cucuta, familias enteras de venezolanos persisten en tratar de sobrevivir en medio de una coyuntura extremadamente difícil, en la que las ayudas estatales están focalizadas en colombianos que la están pasando mal, debido a que perdieron el empleo o que sus negocios, principalmente informales, ya no funcionan con la dinámica de antes.

Así, aunque la solidaridad con los venezolanos en esta región no ha faltado, al cambiar las prioridades ese respaldo al pueblo vecino también ha desmejorado. Muchos se sienten hoy en la pobreza extrema, pese a que en su país tuvieron propiedades y educación universitaria.

Como en Venezuela la situación parece empeorar en todos los aspectos, muchos venezolanos insisten en permanecer en nuestro país, y la gran mayoría de ellos busca honradamente fuentes de ingresos para sostener, al menos, un techo y una comida. Por fortuna, lo correspondiente a salud y educación para los niños está cubierto por el Estado colombiano, un hecho apenas natural y humano que ellos valoran, y que para nosotros es apenas una compensación a las puertas que Venezuela les abrió a miles de colombianos en el pasado.

Este es el momento en que más se necesita la mano generosa de la cooperación internacional, para que esta situación humanitaria pueda enfrentarse de una mejor manera. Dejar la mayor parte del peso a Colombia significará que pese a la buena voluntad de nuestro país y a la solidaridad de nuestros ciudadanos, el pueblo venezolano termine sufriendo demasiado ante la imposibilidad de darles una ayuda más fuerte. Estamos ante una crisis que se profundiza y que podría terminar bastante mal.

*Internacionalista 

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