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Popayán está dividida por el derribamiento de la estatua de Belalcázar

El primero en rechazar el acto protagonizado por los nativos fue el alcalde de Popayán, Juan Carlos López Castrillón.

Las reacciones por el derribamiento de la estatura de Sebastián de Belalcázar no se hicieron esperar, más cuando dicho monumento es una de las cartas de presentación de Popayán ante el mundo.

El primero en rechazar el acto protagonizado por los nativos fue el alcalde de Popayán, Juan Carlos López Castrillón, al exponer que no era comprensible que la movilización adelantada el miércoles en la ciudad terminara con un acto a todas luces violento e intolerante.

“El derecho a la movilización y a la protesta es legal, democrático y necesario para los ciudadanos, por eso la alcaldía acompañó la marcha para brindar seguridad a los ciudadanos que participaron en este evento, entonces no es comprensible que se atente así contra el patrimonio de la ciudad”, expresó el mandatario, luego de llegar al sitio donde quedó la estatua, cuya cabeza terminó en pedazos.

Ese sentimiento expresado por el mandatario local era también manifestado por vecinos de los sectores aledaños al Morro de Tulcán, donde yacía el monumento. Muchos no dudaron en hacer público su descontento hacia este acto, considerándolo vandálico.

“Así pagan los indígenas a la ciudad que los alberga, acá vivimos negros, blancos, amarillos, indios, morados, entonces venir a dañar los monumentos de Popayán por una idea de un pasado no lo compartimos, que tal que vengan y nos destruyen porque no estamos en los resguardos por no ser descendientes de ellos, eso es intolerancia”, relató Fabián Paz, habitante del barrio Caldas.

Y es que la estatua de Sebastián de Belalcázar, más allá de representar al conquistador, era parte de un escenario turístico, donde las familias de la ciudad y de otras partes del país, incluso del mundo, la tomaban como un punto de encuentro.

“Lo que pasó en Popayán es la muestra de cómo, paso a paso, nuestra sociedad va sucumbiendo a la violencia e imposición como la forma de resolución de conflictos. Quienes hoy celebran un acto violento e impositivo, porque esa estatua reflejaría un acto igualmente violento e impositivo, han perdido de vista que la lógica de ojo por ojo lo único que deja es ciegos, o cuando menos, tuertos”, expresó el abogado y periodista Alejandro Zúñiga.

Por eso, en medio de estas voces de descontento, también trascendieron las posiciones de los líderes nativos y de otras organizaciones sociales, quienes consideran este acto como la respuesta a la violencia ejercida por los sectores dominantes del país en toda la historia del país.

“Si al Gobierno le indigna la violencia contra las estatuas, a nosotros nos duelen las vidas existentes que nos arrebata la violencia de carne y hueso”, expresó el máximo representante del Consejo Regional Indígena del Cauca, Cric, Hermes Pete a la hora de referirse al tema.

“Por eso saludamos el acto de valentía y el mensaje que el pueblo misak le entrega al Cauca, Colombia y al mundo: descolonizar el pensamiento y reconstruir nuestra propia historia, es un reto para construir un nuevo país”, agregó el consejero mayor.

Esa misma postura la comparten otros líderes sociales y defensores de derechos humanos de la región a la hora de referirse a este tema que se presenta en medio de la crisis social y política que se generó en el país por el asesinato, en mano de dos policías, del abogado Javier Ordóñez en Bogotá.

“Mis respetos, pueblos ancestrales  se levantan contra uno de los primeros genocidas de nuestros pueblos.  Viva el pueblo pubenense y el Cacique Payán, a quien la clase burguesa y conservadora le arrebataron su lugar, pero no lograron borrar su historia, Popayán te espera”, fueron las palabras del defensor de derechos humanos Daniel Gallego.

Mientras se desarrolla este debate, las autoridades dispusieron de una carpa y otros elementos para proteger el monumento, el cual será restaurado en los próximos meses, como bien confirmó el alcalde ayer en su intervención desde el sitio, rodeado por la Policía y las personas que se rechazaron este acto.

En las tareas de protección y rescate de la estatua participaron los socorristas del cuerpo de bomberos de Popayán, quienes buscaron la forma de ubicar la figura del conquistador sin averiarlo más para facilitar así las tareas de restauración.

Ahora, y como parte de esa agitación social que se vive en el país, los nativos ya anunciaron que reactivan la minga suroccidente.

De hecho hoy, en La María, Piendamó, se adelanta un encuentro entre las comunidades nativas y varios funcionarios del gobierno nacional para tratar el tema de la violencia en las regiones y mirar la forma de contrarrestarla. /Colprensa.

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