HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Corrupción y ética

Los corruptos le seguirán buscando la comba al palo y encontrando maneras de continuar el desfalco del erario si no hacemos un trabajo profundo de reconstrucción ética de la sociedad colombiana.

Para empezar, es indispensable que los ciudadanos asimilemos la idea de que el Estado no es un ente etéreo, ajeno a nosotros. El Estado no se justifica a sí mismo. No hay Estado sin pueblo y el Estado no tiene sentido sino por y para el pueblo. Así, los bienes y dineros del Estado son nuestros bienes y dineros. El Estado no genera riqueza. La gasta. En realidad quienes generamos riqueza somos los ciudadanos, con nuestro esfuerzo y trabajo, y somos nosotros quienes transferimos nuestra riqueza al Estado, por vía de impuestos. Entender que los bienes y dineros del Estado son nuestros, son los que hemos transferido al Estado al pagar impuestos, es fundamental. Las personas tendemos por naturaleza a cuidar mejor lo que es propio. Sentir como propios los recursos del Estado, es fundamental en la lucha contra la corrupción. Cuando roban al Estado nos roban a nosotros, nos meten la mano en nuestro bolsillo.

También es indispensable luchar a fondo contra los impactos nefastos del narcotráfico en nuestra cultura y en nuestros valores éticos. La sociedad colombiana era austera, discreta, reconocía que la riqueza se construía con el trabajo honesto y disciplinado, con el sudor de la frente, con años de esfuerzo. Así fue hasta mediados de los setenta, cuando apareció la bonanza marimbera. Desde entonces, se asentó entre nosotros la nefasta idea de la riqueza y el éxito fáciles y rápidos. Violar la ley, cometer un crimen, pasaron a ser solo medios para hacerse ricos. Combatir el narcotráfico en todas sus facetas, una vez más, es indispensable en la tarea de la reconstrucción ética de la sociedad colombiana.

Por otro lado, hay que recuperar la enseñanza de los valores, de la ética, tanto en las escuelas como en las universidades. En este punto la responsabilidad básica es de la familia, pero la escuela cumple un papel complementario fundamental. Cívica, historia, urbanidad, las reglas mínimas de convivencia.

Finalmente, debemos trabajar sin pausa ni descanso en reconstruir en nuestra sociedad los principios básicos sin los cuales no hay sociedad civilizada: el respeto profundo por la ley y por la autoridad y el premio al ciudadano que se comporta bien y la sanción a quien lo hace mal. Si seguimos tratando mejor al delincuente, al criminal, al violento, que al ciudadano de bien, estamos condenados al fracaso. Eso es, de todo lo malo que tiene ese pacto con las Farc, lo peor y lo intolerable: la ruptura del principio de igualdad frente a la ley para darle mejores derechos, más beneficios y privilegios, al violento y criminal que al ciudadano de bien. Ese mensaje, antiético y antipedagógico, es la semilla de las nuevas violencias.

Abogado

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