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La vacuna para los pobres: un desafio

¿Los países pobres tendrán acceso a una vacuna contra el covid-19? Este interrogante cobró fuerza después de que esta semana el gigante estadounidense Pfizer y su socio alemán BioNTech anunciaran haber desarrollado una con una eficacia de 90%. 

El director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, defendió que todo «avance científico» beneficie a todos los países: «No hay duda de que una vacuna será un instrumento esencial para controlar la pandemia».

Pero mientras que los países ricos ya están planificando sus campañas de vacunación hasta finales de 2021, los expertos alertan sobre los obstáculos que aguardan a los países pobres.

Pfizer y BioNTech esperan distribuir las primeras dosis dentro de varias semanas, una vez se hayan recibido las autorizaciones de urgencia de las agencias sanitarias. Ambas empresas prevén producir hasta 1.300 millones el año que viene.

El tratamiento consta de dos dosis y tiene un precio de 40 dólares. Los países ricos se precipitaron a precomprar millones de dosis, incluso antes de que se confirme la eficacia de la vacuna. Pero ¿qué pasa con las naciones que tienen menos recursos?

«Si sólo tenemos la vacuna de Pfizer y todo el mundo necesita dos dosis, estamos claramente ante un dilema ético», afirma a la AFP Trudie Lang, directora del Global Health Network de la Universidad de Oxford.

Actualmente existen más de tres docenas de vacunas en desarrollo, de las cuales 11 se hallan en fase 3, la última antes de pedir una homologación.

La OMS creó la iniciativa Covax para garantizar una distribución equitativa. Esta reúne a gobiernos, científicos, a la sociedad civil y al sector privado. Pfizer no forma parte de ella, pero «expresó su interés por un eventual aprovisionamiento», indicó a la AFP un portavoz de la farmacéutica.

DISTRIBUCIÓN EQUITATIVA  

Para Rachel Silverman, encargada de misión del Centro de Desarrollo Global, es poco probable que gran parte del primer lote de vacunas llegue a los países más pobres.

Basándose en los acuerdos de compras anticipadas con Pfizer, Silverman calcula que 1.100 millones ya fueron compradas por los países ricos. «No queda gran cosa para el resto», asegura.

Algunos países como Japón y Reino Unido forman parte de Covax por lo que es probable que al menos algunas dosis lleguen a los países menos desarrollados a través de sus acuerdos de compra.

En cambio, Estados Unidos, que encargó 600 millones de dosis, no es miembro de esta iniciativa pero esto podría cambiar con el presidente electo Joe Biden.

«Debemos evitar que los países ricos absorban todas las vacunas y que no haya suficientes dosis para los más pobres», aboga Benjamin Schreiber, coordinador de la vacuna de covid-19 de Unicef.

Además de la cuestión ética, los datos epidemiológicos evidencian la necesidad de una distribución equitativa.

Investigadores de la Universidad de Northeastern (Estados Unidos) publicaron recientemente un estudio que examina el vínculo entre el acceso a la vacuna y la mortalidad del covid-19.

Modelizaron dos escenarios: el primero sobre lo que sucedería si los 50 países más ricos monopolizaran las primeras 2.000 millones de dosis de una vacuna. El segundo, si esta fuera distribuida en función de la población de un país y no de su capacidad para pagar.

En la primera hipótesis, las muertes de covid-19 se reducirían en un tercio en el mundo, frente a 61% si la distribución fuera equitativa.

Pfizer y algunos gobiernos preparan un protocolo de distribución desde hace varios meses, pero «todo esto no tiene lugar en países con ingresos bajos o intermedios», según Rachel Silverman.

«Contamos con la experiencia de la distribución de la vacuna contra el Ébola», recuerda por su parte Benjamin Schreiber, destacando que esta tiene un perfil similar a la de Pfizer en términos de temperatura de conservación.

Es «más difícil pero no imposible» almacenar y administrar con toda seguridad la vacuna anti-covid-19 en el sur del planeta, pero esto exigirá inversiones y formaciones importantes, asegura.

El último obstáculo tendrá que ver con la desconfianza hacia la vacunación, una de las 10 principales amenazas para la salud mundial, según la OMS.

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