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Juan Florian le apunta al podio en Tokio

Orgulloso del apodo «Mochoman» que le dieron sus seguidores, pedalea cada mañana alrededor del municipio de Granada, en el departamento de Meta, por las planicies de los Llanos orientales. 

Juan José Florián huyó de la guerrilla que lo reclutó cuando era adolescente y luego se vinculó al ejército. Un paquete bomba le amputó los antebrazos y una pierna y lo dejó tuerto. La natación lo rehabilitó, pero aspira a coronarse en los Juegos Paralímpicos como ciclista.

«Nunca me vi como deportista. Siempre mi sueño fue ser soldado, desde niño», dice sonriente a la AFP este atleta galardonado en natación estilo mariposa y ahora como pedalista.

Su vida tuvo dos giros importantes: cuando rebeldes de las FARC lo reclutaron a la fuerza y el día en que quedó lisiado tras la explosión de una bomba dirigida a su madre, víctima de una extorsión de la guerrilla.

A sus 38 años, Juan José es uno de los 30 ciclistas más jóvenes del mundo con clasificación C1 – la que distingue a los deportistas con mayor discapacidad – y el único colombiano en su condición que está certificado por la Unión Ciclista Internacional.

Orgulloso del apodo «Mochoman» que le dieron sus seguidores, pedalea cada mañana alrededor del municipio de Granada, en el departamento de Meta, por las planicies de los Llanos orientales.

TOKIO, SI NO PARÍS

Con más posibilidades de victoria en el ciclismo que en la natación, adaptó una bicicleta. Ingenieros de la Fuerza Aérea concibieron soportes en fibra de carbono para los muñones de sus codos y rodilla. Juan José cambia las velocidades con la boca y acciona los frenos con el muslo.

Aunque la pandemia lo privó de ingresos por conferencias y carreras de exhibición, la postergación de los Juegos Olímpicos para 2021 le conviene.

«Me gané un año más de entrenamiento (…) Y si no es Tokio, ¡será París!», se entusiasma, esperando sumar puntos en la Copa del Mundo en mayo y el Mundial de ruta en junio.

En su pequeña casa, se reencuentra con su pareja y entrenadora Angie Garcés, y su hijo de tres años. «Aprendí de Juan José a no decir ‘no puedo’, a seguir adelante», explica la mujer.

Estudiante en administración de empresas, esta joven de 22 años gestiona también su marca de equipos deportivos «Mochoman». El logotipo: una M que surge de «la llama de la vida», subraya Juan José, «no de la bomba» que le valió un «segundo nacimiento».

/ AFP

 

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