HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Jornada única virtual

No existe factor más relevante que la educación para la movilidad social. La inversión en educación es la más obvia que puede hacer el Estado. Según el Banco Mundial, un año adicional de escolaridad incrementa en 10% los ingresos. El problema es que, en Colombia, no todos los años escolares son iguales. Solo 15% de los estudiantes oficiales van todo el día al colegio, el resto les dividen el día en dos jornadas.

La desigualdad se refuerza a través del acceso a la educación. La pandemia nos ha obligado a implementar la educación virtual. Mientras se construye la infraestructura requerida para la jornada única universal presencial, mucho se puede ir logrando con tecnología.

Desde 1965 se implementó la doble jornada escolar con el propósito de aumentar cobertura. Esta buena intención se fue volviendo norma y con ello no solo se redujo el número de horas del estudiante en clase, sino que nunca se contrataron los docentes requeridos para la expansión, lo que se tradujo en una disminución de calidad.

Desde 1994, la Ley General de Educación puso como prioridad recuperar la jornada única pero su cumplimiento se postergó durante cerca de 20 años para dar prioridad a cobertura vía la doble jornada.

Desde 2017, las asignaciones para educación vienen superando las de defensa, algo nunca antes visto. De ahí que el gobierno de Iván Duque, con buen propósito, se planteó duplicar el número de estudiantes oficiales en jornada única pasando de 900.000 a 1,8 millones durante el cuatrienio. Para lograr esto programó $3,8 billones para construir 5.606 aulas.

Así mismo, los recursos adicionales de funcionamiento, ya que pasar de un sistema es 25% más de costoso por pupilo. Aun así, al actual ritmo tardaríamos 30 años, en tener las aulas requeridas para que todos los estudiantes oficiales tengan jornada única. Tanto tiempo no podemos esperar.

Por esto, la forzada intensidad virtual que trajo la pandemia podría contribuir a la jornada única, por lo menos hasta que se pueda hacer presencial.

Esto requeriría una expansión de cobertura y velocidad de internet, probablemente un subsidio al estudiante, también el fortalecimiento de las metodologías pedagógicas virtuales. Requiere contratación docente para mantener las razones estudiantes/docente en niveles manejables y de calidad. Indispensable incrementar la cobertura del Programa para la Excelencia Docente.

Esto incluye rutas estandarizadas de acompañamiento a docentes e instituciones educativas, usando formadores y tutores, hacerles seguimiento a los estudiantes de jornada única en su adaptación a la virtualidad durante pandemia para refinar el proceso. Inclusive para estudiantes con interés o talentos especiales se podría lograr educación de mayor pertinencia que la disponible en su municipio.

El propósito de esta iniciativa no es repetir el error del año 1965 donde lo temporal se vuelva permanente. Recordemos que el camino de la jornada única es largo, Chile lleva más de 20 años sin lograr la meta. Cuando regresemos a la normalidad tocará usar un modelo de complementariedad o alternancia, donde al acabar lo presencial se usa lo digital o se alterna entre días digitales y presenciales. Estas soluciones no son perfectas, pero sin duda son mejor que nada. Los padres de familia lo agradeceríamos.

*ExJefe de Planeación Nacional 

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