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Uno de los deberes más importantes de las marcas líderes y de los líderes en general es el buen ejemplo. Y esto cobra particular relevancia y trascendencia en las marcas que como líderes en lo suyo acompañan la vida diaria de millones de personas en el mundo. Tal es el caso de las plataformas tecnológicas Google y Facebook, por citar solo dos ejemplos.
Y mucho han dado que hablar Google y Facebook en los últimos meses por causa de las reglamentaciones anunciadas en países en los que la sensibilidad hacia la protección de los derechos de autor y el derecho de la competencia ha sugerido la pertinencia de exigir que estos gigantes paguen por los contenidos de medios de información, con los que ofrecen un espectro de servicios integrados a los usuarios –todo en un solo lugar– bajo su marca y sombrilla. Esto es, lucrándose del trabajo de tales medios y fijando las reglas bajo las cuales sus miles de millones de usuarios terminan accediendo a la información y las noticias.
Buen ejemplo han dado en los países en los que entre el quehacer valiente y determinado de gobiernos, legisladores, jueces y gremios de la industria han sabido combinar la sana presión que surge de reglamentaciones asertivas y el balanceo de derechos y obligaciones de jugadores en un mercado, con fallos en derecho y negociaciones colectivas tendientes a concretar no solo los intereses de los medios más poderosos o visibles, sino los de todos quienes con su trabajo contribuyen a informar y generar ofertas de valor para las audiencias y usuarios en los mismos países y sus regiones.
Malos ejemplos han dado en donde con arrogancia desafían normas e instituciones, despreciando en primer lugar a los usuarios de los países en los que esa institucionalidad trata de salvaguardar los derechos, tanto de empresas periodísticas como de audiencias, frente a posibles atropellos y abusos de la posición dominante de empresas monopolísticas.
Entre buenos y malos ejemplos, quedémonos con los buenos, y que sean ellos la pauta para poder lograr acuerdos prácticos, equitativos y suficientes para remunerar el trabajo de los medios de información que contribuyen a enriquecer la oferta de valor de las plataformas para los usuarios –que son las mismas audiencias de los medios– en relación con quienes es importante que puedan acceder siempre a esa información creíble, confiable y útil que produce el buen periodismo, de manera transparente y sin condicionamientos viciados por intereses comerciales y políticos de ningún tipo.
En Colombia estamos contando los días para sentarnos a dialogar para buscar este equilibrio de la manera más justa y conveniente para todos. Para las empresas periodísticas colombianas, estos acuerdos son indispensables en las actuales circunstancias de su modelo de negocios y de cara a la continuidad de la prestación de lo servicios de información a la ciudadanía.
*Director ejecutivo de Ami, Asociación Colombiana de Medios de Información.