Navidad: la fiesta religiosa  más popular del mundo

La Iglesia Católica Romana escogió la fecha del 25 de Diciembre para conmemorar y exaltar el nacimiento no solo del hombre más grande de la historia sino el mejor maestro que ha vivido en la tierra en todos los tiempos, llamado Jesús el hijo de Dios.

Aunque no existe una claridad absoluta sobre la fecha exacta de su nacimiento, lo que sí es claro observar que la celebración tiene que ver más con el magno acontecimiento divino, descrito maravillosamente en  los evangelios de Lucas y Mateo, que con el día cronológico confusamente determinado.  

La fiesta de Navidad fue introducida por la Iglesia Romana en el siglo cuarto de nuestra era y no fue hasta el siglo quinto que se estableció oficialmente como fiesta cristiana, para contrarrestar así la celebración pagana ya existente en la antigua Roma en honor del nacimiento del sol, y para comenzar a la vez, a cambiar esa tradición, cristianizando dicha fecha.

Jesucristo es el regalo más grande que Dios pudo hacerle a la humanidad, como dice el Evangelio de Juan «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna». Por lo tanto, no es la fecha en que Cristo nació lo que el pueblo cristiano celebra sino el hecho de que haya nacido y este evento es de regocijo y fiesta, pues sirve para recordar  la infinita bondad con que Dios nos ama. 

Dicho esto, es apropiado también decir que a través del paso del tiempo se han agregado muchas costumbres tradicionales y seculares a la celebración de las Navidades. Estas adiciones socavan la celebración auténtica del nacimiento del Salvador de la humanidad. El materialismo que día tras día, más y más rodea esta celebración, obviamente nos desvía  a lo superficial y a lo comercial. Durante las Navidades las tiendas reportan ventas récords de licor, la deslumbrante fantasía, aunque hermosa, contrasta cada vez más con la sencillez de los hechos y mucha gente parece solamente estar concentrada en la diversión y se olvidan de lo que realmente da razón a la celebración de estas fiestas.

A pesar de tales preocupaciones, la Navidad sigue siendo muy popular, tanto que incluso se ha extendido a países de tradición no cristiana. Que mejor época  para celebrarla que en el último mes del año, donde generalmente la familia se reencuentra y descansa unida y  regocijada en sus hogares y la humanidad entera se da una tregua para dar lugar a la reflexión y captar más sensiblemente el mensaje de paz y reconciliación entre los pueblos de Dios.