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“Los años del cine como arte de masas han terminado” Jerónico Atehortúa

En 346 páginas, concentra lo que fueron sus encuentros con quince de los más importantes autores contemporáneos. En estas largas y profundas conversaciones, hablan de sus procesos creativos, pero las entrevistas fueron más allá de querer entender el oficio, poder tener una visión más amplia del arte del cine.

Así es ‘Los cines por venir’, el libro de Jerónico Atehortúa,  crítico y director de cine colombiano quien por más de cuatro años construyó este libro gracias a sus entrevistas con personajes como Pedro Adrián Zuluaga, Bela Tarr, Mariano Llinás, Alice Rohrwacher, Albert Serra, Lav Díaz, Rita Azevedo, por mencionar tan sólo algunos de los 15 personajes.

Dos capítulos los dedica exclusivamente al cine colombiano, a través de la vida y la obra de creadores como Víctor Gaviria y el fallecido Luis Ospina, con quien se encontraba trabajando en la película que no pudo terminar.

FRENTE A LA GRAN PANTALLA

¿Cómo fue la elaboración de las entrevistas que hacen parte del libro ‘Los cines por venir’?

Yo me gané una beca para estudiar en una universidad en Bosnia, MFA de Film.Factory de la Sarajevo Film Academy, y estando allí, cuando estuvo el director Pedro Costa y le hice una entrevista de más de tres horas.

Es una universidad por donde pasan los directores más importantes del cine contemporáneo, como Carlos Reygadas, a quien también le hice una entrevista que publiqué, así como a ApichatpongWeraasethakul.

Todo esto sin planes de hacer el libro, pero muchas personas me dijeron que mis entrevistas les parecían bastante originales por el formato, la forma como confrontaba las ideas con ellos, incluso llevándoles la contraria, por lo que surgió la inquietud de la posibilidad de hacer un libro.

A partir de ahí, empecé a encontrarme con otros directores que me había encontrado en la vida, con la idea del libro, cuya curaduría era preguntarme por la labor del cineasta, los procesos creativos, entre la critica de cine y la dirección, intentando desentrañar lo que significa hacer cine y lo que es hacer cine hoy en medio de tantas transformaciones.

La pregunta ¿por qué hacer cine hoy? Está más vigente que nunca en estos tiempos…

Son preguntas que son variables de una misma pregunta, y al mismo tiempo todas tienen una respuesta tautológica o respuestas que no son del todo respuestas. La garantía de que el cine exista es que esas respuestas no tengan una razón de ser.

Así encontramos que Fritz Lang diga ‘Tiene que hacerse’, una respuesta imperativa, pero también se puede tomar como una pregunta filosófica, de aquellas que pueden tener una respuesta que puede parecer obvia, pero que al final no es tan fácil de responder.

El cine es una forma de aproximarse al mundo, y a mí me interesa no el cine que se narra a sí mismo, que se interese por sus propios problemas pero siempre en relación con el mundo.

¿El cine más allá de la pantalla a través del cual se vea?

Es una pregunta muy buena que se remite a la anterior, sobre qué es el cine, si solo es cine lo que se ve en una sala de cine, y yo creo que no. Valoro el acto de proteger a las salas de cine, porque sí creo que no hay nada mejor que ir a ver una película en una sala de cine, porque hay cierta aura que es imposible de reproducir por fuera.

Incluso, hay salas de cine que tienen más aura que otras. No es lo mismo ir a la Cinemateca de Bogotá que ver una película en un Multiplex, no es la misma mística, con su energía y la forma como se maneja la curaduría de las películas.

No creo que todo eso vaya a desaparecer, pero sí se verá modificado. Si nos vemos a trapados en el concepto de que sólo es cine lo que se ve en una sala de cine, podríamos vernos atrapados en una especie de nostálgia o melancolía reaccionaria.

He conocido muchas personas que aún piensan que las películas se ven en una sala de cine o no se ven, así como aquellas que piensan que las películas se realizan en celuloide o no se filman, lo cual es una posición reaccionara que parte de un privilegio como el de un francés que siempre contó con una oferta amplia al alcance de su mano, que no existe en países como Colombia.

En el caso de América Latina, su cine empezó a mejorar gracias a la llegada de la tecnología, tanto para su relación como el acceso al público. Hay que estar alerta a la transformación del cine y entenderla.

Es muy interesante ver cómo encontramos en varios de los cineastas reflexionan sobre lo que llamamos cine hoy, es un objeto que no reúne las condiciones poéticas, mitológicas y estéticas de lo que se llamaba cine hace unos 30 años.

¿Ha cambiado el cine?

Lo que está cambiando es el mundo, no el cine. Alguién alguna vez dijo que se le reclama al cine la fuerza social que se le atribuye en el pasado, que podía movilizar gente y que la podía llevar a la conciencia social.

Creo que el cine lo perdió pero no por el objeto en sí mismo, pues hoy se siguen haciendo películas muy buenas, es porque no están las condiciones dadas para ello. En este caso, el cine no es el fuego, sería la gasolina.

El cine no ha dejado de ser una forma de aproximarse al mundo, y el mundo en el cual vivimos, y el mundo actual ha erocionado la posibilidad de la solidaridad y la acción colectiva. Todo eso, al final, termina teniendo qué ver con lo que hablábamos de las salas de cine, en un mundo cada vez más individualista con casas hiperconectadas, donde el cineasta puede reflexionar sobre ello, sin la obligación de revertir esa situación.

EL HORIZONTE

¿Cómo ve el futuro del cine?

La vida del cine no está garantizada del todo, sobretodo por una toma de conciencia fundamental y es que los años del cine como arte de masas han terminado, y para siempre. No lo veo como algo apocalíptico, sino como algo liberador.

Es la transformación natural de las artes. En algún momento el teatro fue la reina de las artes y dejó de serlo sin desconocer su historia y sin que se deje de realizar montajes en todo el mundo.

Me interesaba en el libro encontrarme con estos maestros del cine, que son los más interesados en expandir el lenguaje del cine, y tratar de aprender de ellos, desde el lenguaje, pero también en inquietudes tan básicas sobre la financiación de su cine.

¿Cómo ve el cine en tiempos de pandemia?

Las más populares plataformas han dejado de considerar las películas como películas y hablan de ‘contenidos’, lo cual genera una diferencia abismal. Para Netflix es lo mismo una película, una serie o un talk show, sin ningún criterio de curaduría o respeto por las obras, sino que se encuentra todo allí revuelto, con ingeniería de marketing que llega a erocionar el valor simbólicos de muchos de lo que se encuentra allí y que puede ser muy bueno.

Genera un nuevo tipo de espectador, que ha dejado de ser espectador para convertirse en consumidor, que es una cifra, un like, y les interesa descentivar al espectador curioso, que busca cosas nuevas, para quedarse con aquel que prende la aplicación y ve lo primero que le dan.

La mayoría de las personas no exploran las aplicaciones, se dejan llegar por las tendencias o las novedades. Además, la aplicación empieza a conocerte, a darte y predecir tus gustos, lo que erociona la capacidad propia del espectador de su búsqueda.

¿Incluyó a dos directores colombianos en el libro?

Quizás me quedó faltando en el libro, sobre el cine colombiano, encontrarme con Martha Rodríguez, pero con Víctor Gaviria y Luis Ospina son dos vertientes del canon del cine colombiano. A los dos los conocía, incluso venía produciendo la última película de Luis Ospina que quedó sin terminar,  por lo cual había un interés claro, por mi parte, en la tradición.

Yo siento que a Víctor Garviria se le ve como un director realista, como si él continuara con la tradición de la literatura de la violencia. Yo creo que parte de eso puede ser cierto, pero a mí lo que más me interesa es ver a Víctor como el poeta que encontró hay una tradición, probablemente ignonada, que parte de la oralidad, que son la carne de sus películas.

Por el lado de Luis, el director más prolífico del cine colombiano, y más como un horizonte en mi caso personal, por sus intereses, los temas que le preocupan, por la manera en que interpreta las tradiciones y su preocupación por la historia del cine colombiano.

BOGOTÁ, (Colprensa).

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