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Una gran labor pastoral cumplió el Obispo samario

Monseñor Luis Adriano Piedrahita Sandoval nació en Palmira, Valle del Cauca, el 7 de octubre del año 1946, educado en una familia con fuertes bases cristianas y por consiguiente muchos valores, tanto así que sus estudios de educación primaria los realizó en el Colegio Pío XII de los Padres Franciscanos,  y los de secundaria, en el Seminario Menor de Cali, donde surgió su vocación sacerdotal, cumpliendo esta importante meta en su vida.

Luego de finalizar sus estudios de bachillerato en el Seminario Menor, cursó los ciclos Filosófico y Teológico en el Seminario Mayor San Pedro Apóstol de la capital del Valle del Cauca. Y obtuvo la Licenciatura en Teología Moral en la Academia Alfonsiana de la Pontificia Universidad Lateranense de Roma.

Y fue ordenado sacerdote a la edad de 26 años, el 29 de octubre de 1972, siendo vinculado a la Arquidiócesis de Cali, donde se desempeñó en cada uno de los cargos asignados en la Iglesia Católica.

El ejercicio pastoral y su buen desempeño le dieron el mérito para que el 19 de julio de 1999 Su Santidad Juan Pablo II lo nombrara Obispo Titular de Centenaria y Auxiliar de Cali, recibiendo su ordenación episcopal el 8 de septiembre de 1999.

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Posteriormente el 3 de julio de 2007, Su Santidad Benedicto XVI lo nombró Obispo de la Diócesis de Apartadó, y el 5 de agosto de 2014, el Papa Francisco lo nombró como Obispo de la Diócesis de Santa Marta. Tomó posesión de la jurisdicción el 9 de octubre del mismo año en la capital del departamento del Magdalena.

Una vez asumió como máximo jefe de la Iglesia Católica samaria, se convirtió en un excelente pastor, ganándose la confianza de los sacerdotes,  a quienes consideró como sus hijos, al igual que la feligresía, que de inmediato acogió todas sus propuestas evangelizadoras para hacer de Santa Marta un gran rebaño, donde primara ante todo el amor hacia Dios Padre y la familia, la cual consideró la célula principal para trabajar con base en la fe, la solidaridad y la esperanza.

Sin duda alguna, monseñor Luis Adriano Piedrahita Sandoval cumplió sus deberes como Obispo de la Diócesis de Santa Marta, teniendo en cuenta que por institución divina, los obispos, en su conjunto, son  sucesores de los apóstoles, a excepción del Papa que es sucesor de un apóstol con nombre propio: san Pedro.

Los obispos, al ser sucesores de los apóstoles, han recibido de Jesucristo tres funciones: enseñar, gobernar y santificar la Iglesia y así lo hizo todo el tiempo monseñor Luis Adriano Piedrahita en esta ciudad, desde que pisó tierra magdalenense, la amó como propia, se identificó con su cultura y costumbres, tratando de orientar a las ovejas de su rebaño como buen pastor.

LEY DIVINA 

Por Ley Divina, los obispos tienen el derecho de enseñar la doctrina cristiana cuando Jesús les dice a sus discípulos: “Id, pues y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado…” (Mt. 28,19-20). Esta disposición hacía feliz a monseñor Luis Adriano Piedrahita Sandoval, tanto así que presidió en las parroquias de esta ciudad y en los municipios adscritos a la Diócesis samaria, ceremonias de bautizos, primeras comuniones, y confirmaciones, le gustaba mucho rodearse de niños, niñas y jóvenes.

De igual forma, como Obispo diocesano, monseñor Piedrahita Sandoval  enseñó y explicó a los fieles las verdades de fe que han de creerse y vivirse con base en las santas escrituras.

También veló para que en las Parroquias  samarias, los párrocos cumplieran los requisitos de predicar y enseñar las santas palabras del Evangelio, así supervisar la enseñanza de la doctrina cristiana en los seminarios, y constantes retiros que realizaba con los sacerdotes.

LA SANTIDAD 

Y como Obispo diocesano, monseñor Luis Adriano Piedrahita Sandoval  fue consciente de dar ejemplo de santidad con su caridad, humildad y sencillez de vida, promoviendo la santidad de los fieles y a eso se dedicó mucho en lo que vivió de la pandemia, se preocupó por el estado de sus sacerdotes y de las familias de escasos recursos económicos que estaban sufriendo las consecuencias del Covid-19, autorizando la entrega de mercados y ayudas a través de la Pastoral Social.

A lo anterior se suma, que el señor Obispo descentralizó su labor, haciendo no solo presencia en la capital del Magdalena sino también en los municipios, donde se ganó el amor y respeto de los niños, jóvenes y adultos, dejando en ellos la semilla de creer en la Palabra de Dios, tener fe, esperanzas  y ser solidarios.

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