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Novena a Nuestra Señora de Los Remedios

ACTO DE CONTRICIÓN

Con todo el amor os amo, oh Jesús mío, por ser quien eres bondad infinita. Me pesa haber pecado y propongo nunca más ofenderte, ayudado de tu gracia, que imploro confiadamente. Gracias te sean dadas eternamente por la misericordia con que tratas a los pecadores, dándoles una Madre tan buena, como la advocación de la Virgen de Los remedios.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS.

Dios te salve, Soberana Virgen de Los Remedios, benignísima Madre de Dios, estrella resplandeciente del mar, luna hermosísima sin las menguantes de la culpa y escogida como el sol, para iluminar las almas y colmar de favores a la humanidad.

Dios te salve, fidelísima María, Madre nuestra y remedio poderoso en nuestros males y quebrantos. Dios te salve, Virgen llena de gracia, pues siendo Madre de Jesús, Cordero Divino, lo apacentaste con cándido sabroso néctar, quedando siempre más pura y limpia que los más encumbrados serafines, Dios te salve, Señora:

Oye bondadosa nuestros ruegos y súplicas; míranos propicia, pues como amada advocación nuestra, queremos, en esta novena, tributarte el tierno y cordial obsequio de nuestro filial amor. Ruega por nosotros, Madre de Los Remedios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

DÍA TERCERO

(En este día y en los siguientes se hará todo como en el primer día, a excepción de la meditación).

Llena eres de gracia. La expresión tercera con que el Arcángel saludó a María Santísima fue: Llena. Mar inmenso de gracia eres, oh María, donde se congregan las aguas de nuestra salvación. Eres templo donde habita el poder de Dios. Tú comunicas misericordiosamente, en sumo grado, todas las gracias generales y particulares que se han concedido y concederán a las demás criaturas, hasta el fin de los siglos.

Esta plenitud de gracia tiene su fundamento en la altísima dignidad de Madre de Dios; porque, según enseña el angélico doctor Santo Tomás de Aquino, cuanto más cercana está una cosa de su principio, más participa de la perfección de él; y siendo María la criatura más inmediata a Dios, participa, cual ninguna otra, de las gracias, perfecciones y grandezas divinas. Por eso, San Dionisio Areopagita, habiéndola visto una vez en carne mortal, la hubiera adorado como una deidad, si la fe no lo enseñara ser Ella criatura humana.

Oh Virgen de los Remedios, ya que tantas gracias te concedió el Altísimo para nuestro bien, yo imploro Tu amparo y patrocinio para no naufragar en la culpa y perseverar en la gracia de Tu divino hijo, para poderle alabar y cantar Tus glorias por toda la eternidad. Amén. (Medita y pide la gracia que deseas obtener en esta novena)

ORACIÓN FINAL

Oh Virgen de Los Remedios, la más pura, la más bella, la más santa de todas las criaturas. Quién pudiera lograr que todos los hombres te conozcan y amen como Tú mereces. A lo menos, yo me alegro al pensar en el gran número de justos que se sienten inflamados de tu amor, oh amable Reina.

Yo te amo también; mas no te amo como debiera, y quisiera tenerte un amor más tierno y generoso, pues amarte es señal de predestinación. Deseo que me alcances la gracia de amar a Tu Divino Hijo, con todo el ardor de mi corazón, de consagrarme todo entero a su gloria y a la tuya. Oh María, amable Madre mía, no ceses de rogar por mí, hasta que me vea seguro  de poseer y amar a Dios, junto contigo, por toda la eternidad. A continuación se continúa con los gozos para finalizar.

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