HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Menos crítica, más sensatez

Es comprensible la preocupación que existe por la incertidumbre respecto de la llegada de la vacuna. El Gobierno anunció hace unos meses que arribaría en febrero. Pero ni el Ministro de Salud, ni nadie, se atreve a dar una fecha exacta, ni el número de dosis que llegarán.

Seguramente cuenta con información que le permitiría decir cuándo llegarán las primeras dosis y no lo hace pues donde no ocurra ese día, agarran a palo al Ejecutivo.

Sería así porque infortunadamente el tema se politizó. Creería que más de un político y comentarista enciende veladoras para que la vacuna no llegue y prenderse de ahí para despotricar del Gobierno, y continuar haciendo de la pandemia una causa electoral. Una cosa es la duda razonable y bien intencionada sobre la posibilidad de que la vacuna tarde por imprevistos ajenos, otra la crítica obcecada contra el Ejecutivo por la incertidumbre.

Pero el asunto no es tan sencillo y quizá explica la prudencia del ministro Fernando Ruiz. La vacuna no se está distribuyendo de manera equitativa a nivel global -los países más ricos van adelante en vacunación-; la capacidad de producción de las farmacéuticas está al tope y algunas presentan retrasos, y la logística de transporte y aplicación de la vacuna es más compleja de lo que se cree. Vacunar 7,5 mil millones de personas, no es tan fácil.

Vamos por partes. Como lo señalo, el acceso a la vacuna no ha sido equitativo. Los países con ingresos per cápita altos son los que cuentan con la vacuna, bien porque han pagado mucho más por esta o tienen plantas de producción. Es el caso de Israel, Emiratos Árabes Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, China, Rusia, India y Estados Unidos. Y de Latinoamérica, Brasil, México y Argentina, aunque en estos últimos, con muy pocas dosis.

Tan es así, que la propia Organización Mundial de la Salud alertó desde el año pasado lo que estaba pasando, cuando los países más ricos, pre-ordenaron y pagaron dos billones de vacunas, dejando al resto del mundo -en especial a los africanos y latinoamericanos- en lista de espera. Lo más aberrante es que algunos adquirieron dosis como para vacunar tres veces a una misma persona, mientras en el mundo mueren por el virus 14 mil al día.

A lo anterior se suma el retraso de algunas farmacéuticas en el despacho de las vacunas. Varios países, en especial los europeos -que seguramente pagaron un platal- amenazan con demandar a Pfizer. Similar ocurre con otras productoras. Vociferan que por culpa de estas empresas están muriendo cientos de miles de personas. Sus nacionales, claro. Los muertos del resto del mundo, por acaparar ellos la producción de la vacuna, no importan.

Hay también problemas de logística serios. Además de la vacuna, se requieren millones de jeringas y agujas, cadenas de frío en el transporte, almacenamiento y distribución; coordinación con quienes la aplican, personal de salud capacitado, y un mecanismo de aviso a las personas a vacunar, bajo los criterios de priorización de cada país. Ello explica que los Estados Unidos, entre otros países, estén colgados en sus programas de vacunación.

Todos queremos dar vuelta a la página de la pandemia lo antes posible. Y claro, ojalá la vacuna llegue cuando está prevista e inicie pronto la vacunación, y ojalá se logre acelerar el proceso, pues de lo contrario el primer semestre de este año no será nada alentador. Pero hay factores fuera del control del Gobierno, por más contratos firmados. Entre ellos, los planteados. El Ministro de Salud es una persona seria y hace bien en ser prudente. Bajémosle entonces al tono, a la crítica destructiva. Menos politiquería y más sensatez.

*ExMinistro de Estado 

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