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Padre Félix López Escorcia celebra 25 años de sacerdocio

El padre Félix López Escorcia preside la mayoría de las ceremonias que se realizan en la Catedral Basílica de Santa Marta.

 

Hoy es una fecha muy especial para la Iglesia Católica samaria, pues uno de sus hijos, el sacerdote Félix López Escorcia, se encuentra celebrando sus 25 años de sacerdocio.

Por ello se realizará una Eucaristía especial a las 12:00 del mediodía en la Catedral Basílica de Santa Marta, donde actualmente el padre Félix López es su párroco. A esta importante ceremonia están invitados sus familiares, el clero sacerdotal y miembros de la comunidad en general de la ciudad.

El padre López Escorcia aunque nació en Barranquilla se considera hijo adoptivo de Santa Marta, sus padres son Félix Antonio López Escorcia y Denis Elena Escorcia Villamil. Es el segundo de cuatro hermanos: Beatriz Elena, María Eugenia y José Antonio

Cursó estudios de primaria y secundaria en su tierra natal, y Eclesiásticos en el Seminario Nacional de Cristo Sacerdote en La Ceja, Antioquia, y fue ordenado sacerdote en la Catedral ‘María Reina’ de la capital del Atlántico, el 27 de diciembre del año 1992, por monseñor Ugo Puccini Banfi.

Realizó estudios de especialización en Teología Pastoral (Universidad de Navarra –Pamplona – España). Licenciatura en Filosofía y Ciencias Religiosas (Universidad del Oriente).

Especialización en Ética y Pedagogía (Universidad Juan de Castellanos).

 

El párroco de la Catedral Basílica de Santa Marta, padre Félix López Escorcia, celebra hoy 25 años dedicado al sacerdocio.

 

SERVICIOS

En esta zona del país, se ha desempeñado como párroco de la Parroquia del Santo Cristo de Ariguaní, Magdalena; Santa Ana, en Bonda; y en Santa Marta, en las Parroquias San Judas Tadeo, en el barrio Bastidas; San Luis Beltrán y Santa Ana, en el barrio El Jardín, y actualmente en la Catedral Basílica de Santa Marta (Parroquia del Sagrario y San Miguel.

De igual forma fue Capellán de las siguientes Instituciones Educativas: Liceo Ariguaní, Colegio El Divino Niño, Instituto La Milagrosa, Servicio Nacional de Aprendizaje, Sena, y en el Departamento de Policía Nacional, en el Magdalena.

 

SU VOCACIÓN

Cuándo se le preguntó de su vocación sacerdotal manifestó:

“Nací y crecí en una familia piadosa y de profundas creencias religiosas. Formado con buenos principios morales y religiosos. Inicié mi vida apostólica a los 14 años en el grupo juvenil parroquial en Barranquilla. Luego me hice catequista y acompañé a muchos niños y jóvenes en el crecimiento de la vida de fe.

Fui joven barranquillero, ‘currambero’, común y corriente, alegre, comprometido con el servicio social, dado a la enseñanza y a hacer el bien al más necesitado. ‘Fiestero’, amiguero y muy sociable, amante del deporte y con un gusto muy especial de ir al estadio desde pequeño a ver jugar fútbol. Siempre buen compañero y amigo.

La vocación o llamado al sacerdocio irrumpió en mi vida interior antes de terminar el bachillerato de una forma silenciosa, siempre preguntándome ¿Qué quiere Dios de mí? La respuesta no fue inmediata, tardó un poco en imponerse.

Viví mi vida normal como cualquier joven de la época. Laboré, evangelizaba y enseñaba como catequista, inicié estudios universitarios y fue para esa época del año 1985 que tuve un primer proceso vocacional que me llevó a realizar una experiencia muy bonita con jóvenes con problemas de conducta llevada por los Padres Terciarios Capuchinos. Luego en febrero de 1986, después de un proceso vocacional, comencé los estudios de Filosofía.

Nunca me imaginé ser sacerdote porque tampoco nunca descarté la posibilidad de tener una familia, pero es Dios quien va marcando el camino, y la fuerza de su amor se va sintiendo, aunque uno se hace a veces el escurridizo”.

Manifestó también que el sacerdocio es un llamado, una vocación particular:

“Nadie se arroga tal dignidad, sino el llamado por Dios (Hb 5, 4). Respondí generosamente a su llamado y aquí estoy después de 25 años sirviéndole como puente para llevar al corazón de Dios a muchos hombres y mujeres. Han sido muchos los momentos de satisfacción, en medio a veces de momentos no fáciles, que son pocos, pero siempre se cuenta con la presencia y gracia de Dios para seguir adelante.

Le pido al Señor que lleve al feliz término la obra que un día inició en mi por la imposición de las manos de monseñor Ugo Puccini Banfi y que pueda con la ayuda del Espíritu Santo, perseverar en la Fidelidad.

Gracias a todas las comunidades y personas buenas que el Señor ha puesto en mi camino que me han ayudado a construir mi vocación”.

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