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Fotógrafo extranjero apoya labor pedagógica en Taganga

Con este tipo de iniciativas se espera que las instituciones ambientales de Santa Marta y Colombia volteen su mirada a esta zona y le apuesten a la conservación de sus cerros que son amenazados por la tala. 

Por 
EDGAR TATIS 
GUERRA 

El fotógrafo extranjero Adam Rainoff se vincula a la iniciativa del club naturalista del corregimiento de Taganga, quienes trabajan en actividades educativas con los niños tagangueros con el propósito de ayudar a conservar, respetar y preservar el entorno natural.

Además de la pesca, el sol y la playa, el paradisiaco corregimiento de Taganga, a 10 minutos de Santa Marta, cuenta con un atractivo turístico y natural poco explorado por los nativos de la región: el avistamiento de aves.

La magia de Taganga con sus paisajes, senderos y variedad de pájaros, cautivaron la atención del fotógrafo Adam Rainoff, quien aceptó la invitación del club naturalista ‘Aves de Taganga’ y visitó el bosque seco tropical de esta zona para a través de la fotografía hacer un llamado a la conservación de estas montañas.

Rainoff es un apasionado fotógrafo de aves, quien está agradecido por la gran hospitalidad de los habitantes en Taganga. Dijo que el bosque seco tropical es uno de los ecosistemas más privilegiados, pero al mismo tiempo de los más amenazados de Colombia. De acuerdo con los datos el país contaba con 9 millones de hectáreas, pero hoy solo quedan 750 mil hectáreas (el 8%) y es en la región Caribe donde se encuentra la mayor extensión.

Durante su visita Rainoff recorrió los cerros de Taganga en compañía de los niños del club, a quienes les enseñó a fotografiar y sobre todo envió un mensaje a los pobladores y visitantes para que sigan cuidando sus riquezas naturales, que van más allá del mar.

 “Los tagangueros deben conocer su entorno y el potencial desde el punto de vista turístico que posee el territorio. El avistamiento de aves resulta más rentable que cualquier otro atractivo, pero para lograrlo no solo deben organizarse sino además conservar el entorno y no continuar acabando con el mismo de manera deliberada”, enfatizó Rainoff.

AVES DE TAGANGA 

Desde hace más de dos años Úrsula Martínez, una taganguera soñadora y amante de la naturaleza decidió apostarle a la educación ambiental en una de las zonas más ricas de Santa Marta, desde el punto de vista ambiental, pero a su vez relegada y con múltiples problemas sociales.

En medio de las carencias y necesidades de la población Martínez ha desafiado la realidad, educando a los niños del corregimiento como una fórmula doble de apropiarse de su entorno y a su vez que inviertan de manera positiva su tiempo libre en el avistamiento de aves.

 “Aunque este ecosistema es poco estudiado, con nuestros niños y colaboradores hemos logrado recoger evidencia de 55 aves identificadas durante nuestros recorridos en el bosque seco taganguero”, dijo Úrsula Martínez, fundadora del club naturalista.

Asegura además que las aves son una llave para la educación ambiental, más del 80 % de la población de niños son atraídos por estos seres alados. Los pájaros con sus diversos sonidos, su vuelo y su plumaje colorido cautivan la atención e interés de los niños, lo que permite adentrarlos al mundo natural fácilmente.

Muchos habitantes de Taganga desconocen la gran riqueza que tienen en el bosque seco. “Uno de los objetivos del club es concientizar a la población local de la importancia de este ecosistema, convirtiendo a los niños en propagadores de este mensaje para garantizar su protección futura”, resaltó Martínez.

Por su parte el fotógrafo Adam Rainoff se sumó a esa iniciativa y afirmó que “procesos como los de Úrsula y el club naturalista: Aves de Taganga son los que debemos apoyar. Un adulto es difícil que haga conciencia, pero un niño no solo es más fácil educarlo, sino que se convierte en un vigilante e incentiva a que otros pequeños y adultos cuiden el medio ambiente”.

Con este tipo de iniciativas se espera que las instituciones ambientales de Santa Marta y de Colombia volteen su mirada a Taganga y le apuesten a la conservación de sus cerros amenazados por la tala indiscriminada que acaba con el hábitat de las aves.

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