HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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La Guerra de los Mil Días

Para ponerle punto final a la Guerra de los Mil Días se acordaron tres tratados. El primer convenio se firmó el 24 de octubre de 1902 en la hacienda Neerlandia, jurisdicción del departamento del Magdalena, entre los generales Juna B. Tovar – en representación del gobierno- y Uribe Uribe, en nombre del ejercito rebelde. Así mismo, el 21 de noviembre de 1902, en el vapor Wisconsin de la Armada de Estados Unidos, anclado en Panamá, se firmó el tratado de paz entre los generales Alfredo Vásquez Cobo y Víctor Salazar en nombre del gobierno, y los generales rebeldes Lucas Caballero y Eusebio Morales, que fuera ratificado, de una parte, por el ministro de Guerra del presidente Marroquín, y por el general Benjamín Herrera, quien era el jefe del Ejército rebelde en Panamá.

El tercer tratado de paz se celebró en Chinácota, Norte de Santander, entre los generales Ramón González Valencia, jefe civil y militar de departamento; Ricardo Tirado Macías y Ricardo Jaramillo en representación del Director General de la Guerra y del partido liberal, Gabriel Vargas Santos.

En desarrollo de los acuerdos de paz se expidió la Ley 8 de 1903 mediante la cual se ordenó que el gran Consejo Electoral, que era el órgano que tenia a su cargo anular o validar los procesos de elección presidencial, quedaría integrado no por miembros nombrados por el poder ejecutivo sino por el Congreso, lo que habría la posibilidad de participación a otras fuerzas políticas. El Gran Consejo Electoral de 1904, que quedó conformado por miembros de ambos partidos, fue el que validó la elección del general Reyes, frente a los reclamos del candidato nacionalista Joaquín Vélez.

El gobierno del general Reyes, el “administrador del posconflicto”, como lo llamó Malcom Deas, había diseñado un programa de recuperación de la economía y un plan de construcción de vías de transporte, buscaba la participación conjunta de los partidos en su ejecución y cerrar el ciclo de los conflictos armados y las disputas partidistas. Por ello invitó a connotados dirigentes y generales liberales de la Guerra de los Mil Días a hacer parte del gobierno. Así, por ejemplo, Uribe Uribe se desempeñó como ministro plenipotenciario en Brasil, Argentina y Chile; Lucas Caballero ocupó el Ministerio de Hacienda en 1904 y Benjamín Herrera fue miembro de la Asamblea Constituyente de 1905, convocada por Reyes, en la que los liberales recibieron una tercera parte de los escaños. Las restantes dos terceras partes fueron distribuidas equitativamente entre conservadores históricos y nacionalistas.

Esta medida constituyó el principio de representación de las minorías políticas que se adoptó en la reforma constitucional de 1905. Del mismo modo, la ley de minorías hizo parte del paquete de actos reformatorios de la Constitución que fueron aprobados por la Constituyente de 1910, promovida por el general González Valencia, luego de la renuncia de Reyes. Diferentes analistas y autorizados historiadores consideran que esa reforma electoral, que en adelante garantizó la participación de las minorías, fue lo que permitió la estabilización política del país al dejar atrás los levantamientos armados como medio de oposición, y trajo la paz que se vivió hasta después de los años treinta.

*ExDefensor del Pueblo 

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