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Abril, Mes de la Niñez

Por: ROQUE FILOMENA ANGULO

El mes de abril es el mes de los niños y niñas en Colombia, cuyo propósito es el de avanzar en la sensibilización de la familia, la sociedad y el Estado en su obligación de asistir y proteger a los menores para garantizar su desarrollo armónico e integral; sin embargo, según estimaciones del Instituto Nacional de Salud, en el país, cada 33 horas muere un menor de cinco años por física hambre.

Niños con tallas y pesos promedios inferiores con relación a su edad, madres gestantes también con rasgos de desnutrición, localidades donde los niños solo tienen costillas que mostrar y una mirada perdida en esos ojos de cuenca vacía, porque “los hijos del hambre parecen no tener mañana”.

El fenómeno del “Niño Hambriento” ha hecho estragos en sectores históricamente deprimidos y en condiciones de constante abandono, como consecuencia de la falta de agua y de comida, y muchos pequeños han padecido de desnutrición crónica en distintas generaciones, solo que ahora se ha hecho más visible por el fácil acceso a las redes sociales que obligan a los medios informativos a realizar un amplio cubrimiento.

No deja de ser terrible el panorama cuando son vidas humanas las que están en juego y que toca lo más sensible de toda una sociedad por tratarse de criaturas inocentes e indefensas por el solo hecho de nacer y crecer en hogares donde la pobreza no llega sola, a pesar de que los índices estatales nos vienen mostrando, gobierno tras gobierno, que las campañas asistenciales son tan efectivas que se atreven anunciar que le están matando el hambre a los niños, cuando en realidad es el hambre que está matando a muchos niños, cuando la desnutrición amenaza con convertirse en un problema endémico.

Así mismo, el fenómeno de la “ niña abusada” es una problemática social tan sensible que es imperiosamente necesario prender las alarmas ante la cómplice apatía y natural aceptación de nuestra sociedad,  que no permite  reconocer la verdadera dimensión de esta distorsionada conducta de desarrollo personal y que viene atrapando tempranamente a nuestras infantes y adolescentes, cambiando de paso las prioridades de crecimiento integral y saludable convivencia, por contagiosos esquemas de deterioro moral.

 La moderna sociedad vive profundos cambios en sus códigos morales y sociales. Esto se puede ver reflejado en la temprana práctica sexual en adolescentes; y la visión o reacción de la ciudadanía frente a este fenómeno, ha tomado rumbos muy distintos, en comparación con generaciones anteriores.

Pero al igual que el Fenómeno de la Niña de origen meteorológico, sabemos de sus nefastas consecuencias y sin embargo no tomamos las medidas preventivas ni las inversiones requeridas para salvaguardar a una población vulnerable e indefensa ante los embates de esta tragedia tan anunciada.

 Así, como un grupo demográfico especialmente vulnerable, las adolescentes enfrentan obstáculos sociales, culturales y económicos que no les permiten salir de ese estado de indefensión que obliga a las menores de edad a prostituirse ante las necesidades en el hogar, la búsqueda de auto sustento, embarazos no deseados, la drogadicción inducida, la explotación por parte de un proxeneta, la decadencia de la familia como institución, la violencia de género y el acceso limitado a la educación y a los servicios de salud integral.

 Sin embargo, la corrupción misma del hombre ha convertido a los hijos de la pobreza en un fenómeno social, cultural y moral que atenta contra la vida de los que logran nacer en regiones ricas en subsidios, pero pobres en lograr un sano crecimiento de una niñez que clama por protección en salud y por una mayor seguridad alimentaria.

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