HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Gobierno y partido

Por fin tenemos una idea cierta de cómo son las relaciones entre el Presidente de la República, Iván Duque Márquez y el principal partido de gobierno, el Centro Democrático dirigido por el expresidente Álvaro Uribe. Muy revelador porque se trata del manejo del proyecto de ley más importante de esta administración y diría que de muchas décadas. Y en una situación económica, social y política excepcionalmente compleja.

¿Quién toma la iniciativa de hacer una llamada telefónica? Es el jefe del partido al Presidente. Y no sólo una vez sino varias. Y ello es acompañado de una conversación con la bancada del partido.

¿Y cuál es el resultado? El Presidente recibe de buen grado las propuestas de Uribe, muestra voluntad de hacer cambios y construir consensos. No hay intransigencia ni sumisión. Un encuentro constructivo. El Presidente no recibe órdenes, el jefe del Partido no da órdenes. Pero hay otros resultados. El Presidente sugiere que el jefe del partido se comunique con el ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla, así ocurre. Aunque la conversación se hace con el viceministro Londoño.

Al parecer no se llega a un acuerdo. Hay más datos. Uribe no recibió información con respecto a varios temas que él mismo enumera. Y, también, él nos precisa los principales puntos del acuerdo que propone.

Y, ¿dónde está toda esta información? Pues el propio Uribe en su entrevista en El Tiempo el 27 de abril nos cuenta estos y otros detalles. Es una entrevista clave para los que tenemos curiosidad de conocer y entender la realidad de las relaciones entre el Gobierno y el principal partido de la coalición. Es normal, es obvio que haya desencuentros. En ocasiones se mantienen en reserva. En otras se conocen como ahora.

El gobierno tiene un mandato constitucional de representar a la Nación entera y el partido tiene que representar a sus seguidores y a otros sectores que pretende conquistar. El Presidente no se puede presentar a una reelección. El partido de gobierno sí puede hacerlo. Son dos horizontes muy diferentes. Y ello se va haciendo mucho más necesario cuando se trata de una decisión de tanta envergadura y en pleno proceso electoral.

La percepción de Uribe, es que se le ha hecho un grave daño al gobierno, al partido y a la democracia. No es un diagnóstico irrelevante. Algunos creen que así se está rompiendo la relación entre Duque y Uribe. Pero no tiene por qué ser así. Repitamos, es un acontecimiento normal en la vida política. Que hay que manejar con máxima prudencia. Otros creen que ese diagnóstico lo que está haciendo es fijar la responsabilidad ante una debacle electoral en 2022 en cabeza de Duque.

El concepto de “rabia social” que introduce Uribe describe lo que está ocurriendo y lo que podrá ocurrir, aún en dimensiones mucho más preocupantes.

Es interesante registrar cómo los mismos que hablaban de que Duque era apenas un títere de Uribe, son ahora los que deploran que el presidente Duque no hubiera adoptado las opiniones y sugerencias de Uribe. Las inconsistencias en el pretendido análisis político son enormes. Antes de la pandemia Duque no existía. Más adelante lo declararon dictador y proclamaron que ya no había democracia. Y ahora están perplejos porque no sigue las indicaciones de Uribe. Cuatro, 20 y no 170 artículos.

​*ExMinistro de Estado 

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