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Corte recuerda que una enfermedad física no influye en la capacidad mental
La Sala Civil de la Corte Suprema de justicia rechazó la demanda con la que una mujer pretendía anular el testamento, en el que su padre dejó sus bienes a su segunda esposa.
La alta corte consideró que, aunque el hombre se encontraba enfermo, a la hora de plasmar su voluntad, tenía el juicio suficiente para comprender lo que hacía.
La Corte recordó que el hecho de que una persona tenga una enfermedad física crónica, no quiere decir que una persona también tenga una deficiencia intelectiva, ya que esto dependerá de otros factores, como las causas del padecimiento, el estado en el que se encuentre y los resultados del tratamiento o los medicamentos que se le administren.
El magistrado ponente en este caso fue Aroldo Wilson Quiroz Monsalvo, tras estudiar un recurso de casación interpuesto por Esmeralda María Sayegt, frente a una sentencia del 8 de septiembre de 2016, proferido por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cali.
La accionante solicitó que se declarara la nulidad del testamento abierto otorgado a la esposa de su padre y en consecuencia, considerarlo ineficaz o inejecutable, para que se le restituyera a ella el dinero de los bienes de su padre.
La mujer aseguró que al momento de realizar el testamento, su padre llevaba 24 días de hospitalizado y se encontraba imposibilitado de expresar su consentimiento desde el punto de vista médico, neurológico y psicológico y que su padre era una persona «absolutamente incapaz a la hora de tomar dicha decisión».
No obstante, la corte determinó que el testador, “se encontraba en el pleno goce de sus facultades mentales y libre de toda presión, temor o apremio” en el momento de realizar su testamento.
Según la corte, si bien el padre de la accionante padecía múltiples patologías, para la hora que expresó su voluntad no hay evidencia de que las mismas afectaran sus condiciones cognitivas, al punto que los profesionales que lo atendieron no hicieron atenciones sobre eventuales anomalías cerebrales, psicológicas o psiquiátricas.
Bogotá (Colprensa).
