HOY DIARIO DEL MAGDALENA
Líder en la región

Apenas 14 %

Independientemente de que las encuestas sean más o menos confiables, algo tendrá que estar haciendo bien Vladimir Putin para que el 82 por ciento de la población lo apruebe.

Lo mismo sucede con Merkel, que alcanza el 62; Macron, con el 44; Trudeau, con 52; o Trump, con 35.

En América Latina, la situación también es interesante. Moreno, en Ecuador, consigue el 75 por ciento, justamente por desprenderse del nefasto legado híbrido entre marxismo y capitalismo vigilado.

Macri, en Argentina, llega al 54. Medina, en República Dominicana, logra el 51. Y hasta Maduro, en medio de la debacle socioeconómica, mantiene un interesante 23 por ciento.

En cambio, Santos, en Colombia, protagoniza una caída libre que lo ha puesto en un desastroso y emblemático 14%, según la más reciente medición de Yanhaas.

Hay tres factores que podrían explicar semejante récord.

Primero, el pragmatismo de ética trémula según el cual todo es negociable.

Eso significa que, aún a despecho de la democracia y de los principios constitutivos del sistema, un gobernante se siente irrefrenablemente atraído por complacer a los rufianes de todo pelambre tan solo para mostrar resultados que lo conviertan en artífice de la (aparente) resolución de los conflictos.

Segundo, el desconocimiento de la voluntad popular, tal como sucedió con el plebiscito del 2 de octubre del 16, que pasará a la historia como fecha clave para entender cómo se fracturó la democracia en Colombia.

Eso significa que, con tal de lograr sus propósitos, un gobernante altera a su acomodo las normas para gobernar de manera autoritaria gracias al unanimismo parlamentario, fruto de las prebendas y favores.

Y tercero, las concesiones y privilegios otorgados a organizaciones criminales afanosamente dotadas de estatus político sin haber saldado sus cuentas con las justicia, sin haber devuelto los bienes a sus legítimos dueños, sin haber reparado materialmente a las víctimas y sin haber renunciado a todo tipo de violencia, incluyendo la completa entrega de armamento tanto en el país como fuera de él.

De hecho, los tres factores anteriores tienen un común denominador: el desenmascaramiento ejecutado por el propio Vicepresidente (Vargas) y el mismísimo ministro de Defensa (Pinzón), quienes fueron los encargados de dar a conocer, en primera persona, los desmanes, excesos y estropicios causados por el Jefe del Estado.

Eso significa que, cuando los más íntimos colaboradores de un gobernante revelan las verdades profundas del proceso de toma de decisiones en contra de la democracia misma, al ciudadano no le quedan dudas sobre la naturaleza del régimen y actúa en consecuencia.

Por eso, el catastrófico 14 por ciento se reflejará en mayor o menor grado sobre las elecciones para afectar todo aquello que de algún modo se asimile a continuismo (Vargas, Pinzón, Fajardo, Petro, de la Calle y Timochenko) y fortalecer las tendencias políticas que reconstruyan la soberanía popular torpedeada el 2 de octubre.

Internacionalista

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