HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Un país en el “esguarrule”

La situación de Colombia, no es la mejor, así lo consideran la mayoría de los analistas económicos y políticos nacionales e internacional imparciales, pues los adeptos al gobierno lo reconocen pero siempre culpan a Uribe de todo.

Veamos: nuestra economía no ha crecido lo suficiente durante los últimos años, mostrando un incremento por debajo del crecimiento de la población, lo que de por sí, significa una insuficiencia en la capacidad de poder satisfacer la necesidades básicas de la sociedad.

Hay déficit fiscal y presupuestal, vislumbrándose lo mismo para el 2018, salvo que los precios internacionales del petróleo sigan aumentando y nivelen los rubros de ingresos y egresos.

Las exportaciones han decrecido, mientras que las importaciones se mantienen estables causando un déficit en la balanza comercial.

El consumo interno igualmente bajó durante el año anterior, lo que significa poca confianza de los consumidores y bajos ingresos de los mismos, que prefieren guardar para las vacas flacas y no gastar.

De la misma manera, el orden público es cada día más caótico, tanto en las ciudades como en el campo. Se han incrementado los atracos a mano armada, Bogotá esta asolada por los delincuentes, igual que las grandes y medianas ciudades capitales.

Han vuelto a aparecer las masacres, los asesinatos de policías, los atentados a los oleoductos, el narcotráfico florece y los cultivos ilícitos se han incrementado.

No es el apocalipsis. Pero tampoco la panacea ni la mejor situación del país la que recibirá el próximo presidente que se posesione el 7 de agosto.

Y si por lo lados de la economía llueve, por los de la política no escampa. La democracia partidista de Colombia ha hecho crisis, lo muestra que la mayoría de los candidatos y candidaticos a la presidencia se han postulado por firmas. Esto marca una decadencia de los partidos políticos y la falta de credibilidad en ellos como responsables de generar ideas para lograr el desarrollo nacional en beneficio de la mayoría de los colombianos.

Nadie cree en nuestros jueces, el trance por el que está pasando la Rama Judicial, es nunca antes visto en nuestra nación, se igualó por lo bajo con la incredulidad que siempre ha tenido el Congreso y los congresistas, siendo lo más grave, que no se vislumbran, ni intenciones, ni acciones para mejorar está mala imagen ante los colombianos.

Y ni que decir de la favorabilidad del señor presidente, en la última encuesta marcó un 14% en este ítem, por lo tanto, el panorama nacional, no es nada halagüeño, imperando el pesimismo dentro de los electores.

Si a lo anterior, agregamos la mala concepción del llamado acuerdo de paz y su nula o poca implementación, el legado de Santos no parece ser el mejor.

Colombia necesita un presidente preparado, con carácter, que haga propuestas serias, que escuche al pueblo, que no traicione sus promesas electorales y que esté respaldado por un partido político con liderazgo y con una bancada en el Congreso capas de respaldar su programa de gobierno, sin necesidad de repartir mermelada para logra la mayoría parlamentaria.

¿Sabes qué? Colombia precisa una justicia pronta, eficaz y efectiva, no un remedo de justicia como la JEP, en la cual piensan refugiarse hasta los Ñoños.

Catedrático universitario

 

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