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Alberto Linero revela cómo le va en el amor por fuera del sacerdocio

Por:  BERMEO GAMBOA

Reportero de El País

El libro está dedicado a Cleotilde, “una de mis mejores maestras de la vida”. Fue ella, la abuela de Alberto Linero, quien a pesar de compartir poco tiempo con su nieto, alcanzó a dejarle profundas lecciones, y la más importante de todas se resume en una frase que él nunca olvidó: “Amar es ganarlo todo, incluso si no te queda nada”. Una hermosa paradoja que estuvo con él durante los 25 años de ministerio sacerdotal, del que se retiró en 2018; un llamado a arriesgarse a amar una mujer, algo que empezó a conocer de la mano de Alcy, con quien ahora construye un “sueño de felicidad”.

Y ahora, cuando se han cumplido 43 años de la muerte de Cleotilde, Alberto Linero decide rendir homenaje a su abuela, titulando su más reciente libro —el primero después de su retiro como sacerdote y dentro de una relación de pareja—, así como ella decía: ‘Amar es ganarlo todo incluso si no te queda nada’.

“Entiendo que amar fue la manera en la que le ganó al dolor, a la injusticia, a la maldad, a las rupturas y a los fracasos que experimentó. Pudo haberse declarado una infeliz total, porque le pasó todo lo doloroso que una mujer puede sufrir, pero contra todo pronóstico decidió amar y amando se dio el lujo de ser feliz”, cuenta el autor sobre su maestra.

Pero su libro no solo es un relato del descubrimiento directo del amor en pareja que está viviendo su autor, es algo mucho más amplio, se trata de demostrar cómo “el amor es la presencia de Dios en la cotidianidad”, empezando por la relación de cada uno con sí mismo y sí misma, la relación con los demás y el entorno, la vida en pareja, y teniendo como principio y fin de esa red de amor, la seguridad de ser amados por Dios.

Como su abuela intuyó, y él mismo decidió describirlo en su tesis doctoral —de la que parte su libro—, “cuando amamos, estamos dejando que Dios actúe en nosotros”.

Después de terminar su jornada en Blu Radio, desde la casa que comparte con su pareja, Alberto Linero habla sobre la educación emocional, área de la que se sigue considerando un aprendiz.

 

¿Cómo es la experiencia de escribir sobre el amor estando en una relación de pareja? ¿Qué diferencia esta situación con la del pasado, cuando se refería al tema desde su condición de sacerdote?

Durante 25 años acompañé parejas en todos los procesos que vivían, momentos de alegría, celebración, rupturas, frustraciones, y leí mucho en torno a esta realidad humana, por lo que tenía mi parecer y mis maneras de entender desde la experiencia que vivía. Pero no tenía pareja, este es el primer libro en el que escribo de pareja, teniendo una. Y la perspectiva cambia, y cambia mucho, pero no es que una perspectiva sea mejor que otra, o que una invalide a la otra, no; creo que son diferentes y se complementan. Una cosa es el que ve desde las gradas del coliseo, y otra cosa son los gladiadores y gladiadoras que están en la arena.

Siempre los que miramos de afuera pensamos que las cosas son más fáciles de lo que realmente son, uno de espectador y crítico ve siempre todo con mayor claridad, pero cuando uno está ahí en la situación, por seguir con la metáfora “en la arena”, uno se da cuenta que las cosas no son tan fáciles. Muchas veces desde la teoría, desde la reflexión, en lo que había aprendido decía, por ejemplo: eso se puede negociar, y aunque sigo pensando que hay muchas cosas negociables en la pareja, he entendido que esos procesos de negociación al interior son complejos.

Ahora me siento frente a una experiencia novedosa y creativa, porque ya lo que expreso de pareja implica a otra persona que puede decir si eso que estoy diciendo es lo que intento vivir todos los días o no, si algo que yo señalo para quitar de nuestra vida lo hago yo también o no. Es una perspectiva apasionante que complementa mi visión y mi manera de entender el mundo.

Con más de 25 libros publicados, Alberto Linero es uno de los autores más vendidos en Colombia. Otros de sus títulos son ‘No mendigues amor’, ‘Dios es mujer’, ‘Vive y déjame vivir’, ‘El poder de las decisiones’.

 

¿Por qué plantea en su libro que somos “analfabetas en el amor”?

Esa es una sospecha existencial y académica. Como de alguna manera he tenido problemas con el manejo de mis emociones, tanto de las alegres como las tristes, me encontré que cuando echaba mano de lo que me enseñaron sobre el manejo de mis emociones era muy poco. Realmente tuve pocos maestros en esa área emocional. Entonces eso que solo era una sospecha se transformó en una investigación académica, por eso mi tesis doctoral es sobre la educación emocional; haciéndola pude constatar lo que tenía claro, que la pedagogía y la didáctica con la que hoy se trata de desarrollar las habilidades emocionales y sociales, no corresponden con la lógica y coherencia de esas realidades. Recuerdo que vi cálculo, derivadas, trigonometría, aprendí sintaxis, gramática, geografía, pero nunca me dieron una clase que se llamara amor, nunca me enseñaron a amar y dejarme amar. Es como si pensáramos que el amor se aprende por inercia. No, yo creo que uno necesita un ejercicio explícito, inteligente y reflexivo en el que uno vaya aprendiendo a amar.

Uno siempre termina con sus padres como maestros del amor, y resulta que ellos no son expertos en esta área realmente, porque tampoco nadie les enseñó. Lo que saben lo han aprendido a través de muchas equivocaciones. Creo que somos analfabetos emocionales y no sabemos del amor, por eso al final del libro, después de reflexionar sobre el amor en diferentes aspectos, termino diciendo que solo soy un aprendiz de amar.

Continuando la idea del título, ¿si amar es ganarlo todo, también podría plantearse como que amar es perderlo todo, resistir las desgracias, pero juntos?

Claro, la definición del amor pasa por eso que acaba de señalar, por la necesidad de compartir juntos la existencia toda, con las victorias y las derrotas, con las potencialidades y las limitaciones.

Pero el amor también es una realidad que hacemos individualmente. Mi afirmación de que “Amar es ganarlo todo”, al principio es una afirmación personal, esto es, cuando tú dejas que el amor sea el motor de tu vida, que le dé un sentido a tu existencia, entonces siempre vas a ganar, así algunas veces tengan que terminarse las relaciones, así a veces debamos tomar distancias de ciertas personas, así las experiencias gratas concluyan, porque el amor siempre me invita a ser mejor, a crecer y desarrollarme, y eso sin duda es ganancia.

 

En los cursillos prematrimoniales algunas veces se plantea la analogía de que la vida en pareja es como cargar una cruz… ¿Qué opina de esa comparación ahora que vive en pareja?

En eso soy contundente y radical, no creo que la relación de pareja sea una cruz, no creo que la existencia sea un trasegar en medio de un valle de lágrimas. Me parece una mirada bastante negativa de la existencia. Claro que hay cruces en la vida, dificultades que tenemos que asumir con fidelidad y fortaleza, pero la vida en pareja no es una cruz, es en realidad la experiencia que te debe hacer crecer y más feliz.

Ahora tengo una relación con una mujer inteligente, que tiene sus propios proyectos, una mujer con sus propias características, y claro que estoy a su lado porque su presencia me hace mejor ser humano. Eso no significa que no tengamos problemas, a veces se entrecruzan nuestros intereses y nos desencontramos en posiciones, pero estar con ella es una bendición, es el cielo, y definitivamente tenía razón Mark Twain cuando dijo que “el paraíso está donde está Eva”.

Con todo respeto por quien haya dicho que el matrimonio es una cruz, solo puedo decir que está equivocado, no entendió la razón por la que Dios nos creó, para que seamos felices y vivir a plenitud. Y que de alguna manera, el cielo comenzamos a construirlo y a vivirlo hoy aquí. No es cierto que vivimos en un infierno para ganarnos el cielo, si vives en un infierno terminarás la vida toda en el infierno. Vives hoy luchando por ser feliz para que un día vivamos en la felicidad plena en Dios, que es lo que llamamos cielo.

 

SOBRE EL CELIBATO

“Creo que el celibato es un don de Dios, hay personas que han nacido para ser célibes y que pueden desarrollar su proyecto de vida, no están obligados a vivir en pareja. Conozco a personas que han decidido vivir solos y es su propia voluntad, y creo que está bien hacerlo, porque el celibato es una realidad espiritual y humana”.

“Lo que no creo es que coincidan obligatoriamente la vocación presbiterial y la vocación de celibato. Me parece que hay célibes que podrían no interesarse en el presbiterado, y creo que hay personas que podrían interesarse en el presbiterado y no ser célibes. Para mí eso no debe coincidir totalmente, desde la teología hoy no hay discusión sobre eso, de hecho, es algo disciplinar dentro de la iglesia, y lo disciplinar puede cambiar”.

“Durante los primeros 11 siglos de la Iglesia Católica, los presbíteros eran casados y tenemos papas casados, entonces yo creo que eso tendría que cambiar, y espero que pronto la institución se dé cuenta que el celibato es algo opcional. Porque por esta razón se están perdiendo vocaciones de hombres y mujeres muy importantes que podrían aportarle mucho a la iglesia”. /Tomado de Diario El País de Cali.

 

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