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TRUMP: entre verdes y ‘maduras’

Donald Trump pronunció anoche su discurso sobre el «estado de la Unión» ante el Congreso, en el que defendió los logros de su primer año de gobierno y definió sus prioridades, incluyendo la urgencia de superar divisiones y avanzar en una reforma migratoria.

Trump dio en febrero de 2017 un discurso ante las dos cámaras del Congreso, pero tenía entonces tres semanas en el gobierno y por lo tanto no tuvo el carácter formal de los discursos anuales sobre el «estado de la Unión».

«Quiero ver un país unido. Quiero rescatar a nuestro país de la enorme división», dijo Trump en la Casa Blanca pocas horas antes de su discurso ante las dos cámaras del Congreso. «Me encantaría ser capaz de reponer a nuestro país en un gran nivel de unidad», añadió.

La alocución comenzó las 21H00 (02H00 GMT) y se estima que fue seguido en directo por unas 40 millones de personas.

Este martes, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, dijo a la prensa que es «un estímulo» este discurso siendo que el estado del país es tan brillante. Los salarios suben y la confianza en la economía está de retorno».

En tanto, el jefe de la bancada republicana, Mitch McConnell, minimizó la visión de un país irremediablemente dividido. «Hemos tenido en el pasado debates violentos, hasta una guerra civil. Creo que lo que vemos ahora es un enorme debate político», dijo.

Desde que Trump llegó a la Casa Blanca el índice Dow Jones ha aumentado casi 33% y el desempleo se encuentra en su más bajo nivel de los últimos 17 años.

Pero el tema central y excluyente del discurso fue la propuesta lanzada por el Ejecutivo para una reforma migratoria, que debe ser negociada en el Congreso para destrabar el diálogo y permitir la aprobación del presupuesto federal.

El país carece actualmente de un presupuesto general para el año fiscal en curso y desde diciembre el Congreso ha autorizado solamente planes temporales de gastos, el último de los cuales vence inexorablemente el 8 de febrero.

Para votar y aprobar un presupuesto federal anual, la oposición del Partido Demócrata exige que se defina una solución para los 690.000 jóvenes inmigrantes que desde 2012 regularizaron su situación mediante el programa conocido por las siglas DACA.

Ese contingente de inmigrantes quedó literalmente en un limbo jurídico en septiembre del año pasado cuando Trump anunció que su gobierno no renovaría el programa DACA.

El jueves, la Casa Blanca puso sus cartas sobre la mesa al presentar un pliego de propuestas que abre camino para que 1,8 millón de inmigrantes alcancen la naturalización estadounidense.

Esa puerta abierta, sin embargo, viene con un precio elevado: el gobierno pide 25.000 millones de dólares para construir un muro en la frontera con México, refuerza drásticamente la vigilancia fronteriza, interrumpe la inmigración familiar, recorta el cupo de inmigrantes legales y suspende el sorteo de visas.

Además, refuerza los mecanismos de «remoción inmediata» de inmigrantes en situación irregular.

Esta propuesta fue recibida en general con frialdad. Los movimientos sociales condenan la inevitable división de familias que tendrá lugar en el país como consecuencia de las medidas represivas propuestas.

En tanto, los sectores más conservadores protestaron por ese 1,8 millón de inmigrantes que un día fueron ilegales pero que en el futuro podrían convertirse en estadounidenses.

La importancia crucial de esta negociación se torna evidente en la lista de invitados al discurso de Trump: de las 70 personas convidadas por los legisladores a estar presentes en el plenario, 23 son inmigrantes beneficiarios del programa DACA.

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