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Novena a Nuestra Señora de los Remedios

ACTO DE CONTRICIÓN

Con todo el amor os amo, oh Jesús mío, por ser quien eres bondad infinita. Me pesa haber pecado y propongo nunca más ofenderte, ayudado de tu gracia, que imploro confiadamente. Gracias te sean dadas eternamente por la misericordia con que tratas a los pecadores, dándoles una Madre tan buena, como la advocación de la Virgen de Los Remedios.

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Dios te salve, Soberana Virgen de los Remedios, benignísima Madre de Dios, estrella resplandeciente del mar, luna hermosísima sin las menguantes de la culpa y escogida como el sol, para iluminar las almas y colmar de favores a la humanidad.

Dios te salve, fidelísima María, Madre nuestra y remedio poderoso en nuestros males y quebrantos. Dios te salve, Virgen llena de gracia, pues siendo Madre de Jesús, Cordero Divino, lo apacentaste con cándido sabroso néctar, quedando siempre más pura y limpia que los más encumbrados serafines, Dios te salve, Señora: oye bondadosa nuestros ruegos y súplicas; míranos propicia, pues como amada advocación nuestra, queremos, en esta novena, tributarte el tierno y cordial obsequio de nuestro filial amor. Ruega por nosotros, Madre de los Remedios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

 

 

DÍA NOVENO

Terminamos la salutación angélica con estas tiernas palabras: Ahora y en la hora de nuestra muerte. Porque al pedir a la Santísima Virgen que ruegue por nosotros pecadores, le suplicamos que ruegue siempre día y noche y en todo el tiempo de nuestra vida; porque son tantos los enemigos de nuestra alma y tantos los peligros que nos rodean, que sin la intercesión de esta buena Madre y Virgen de los Remedios, difícilmente podríamos perseverar.

Ciertamente María lo puede todo, delante de Dios su Hijo, y nosotros necesitamos de todo valimiento para podernos salvar.

Oh Señora, míranos benigna y desde el trono de gloria en que te han colocado tus, méritos, sé estrella venturosa para nosotros; sé nuestra Protectora y Abogada; sé luz de nuestros ojos; sé gozo de nuestro corazón, defensa contra nuestros enemigos y rayo veloz que disipe las astucias del demonio.

Oh Virgen milagrosa de los Remedios, Patrona y Abogada nuestra, alcanzadnos del Señor lo que pedimos en esta Novena. Tú has favorecido a nuestros Padres, siempre que te han invocado; y, como Madre de misericordia has derramado, sobre esta ciudad, torrentes de gracias, y favores del cielo.

Tú, oh querida Madre y Señora, eres toda nuestra esperanza; desde ahora y para siempre te doy rendidas gracias, por tantos beneficios y postrado a tus pies, te suplico que siempre, y sobre todo en la hora de mi muerte, te muestres mostréis como mi buena Madre y Abogada. Amén. (Pídase la gracia…)

 

ORACIÓN FINAL

Oh Virgen de los Remedios, la más pura, la más bella, la más santa de todas las criaturas. Quién pudiera lograr que todos los hombres te conozcan y amen como TÚ mereces. A lo menos, yo me alegro al pensar en el gran número de justos que se sienten inflamados de tu amor, oh amable Reina. Yo te amo también; mas no te amo como debiera, y quisiera tenerte un amor más tierno y generoso, pues amarte es señal de predestinación.

Deseo que me alcances la gracia de amar a Tu Divino Hijo, con todo el ardor de mi corazón, de consagrarme todo entero a su gloria y a la tuya. Oh María, amable Madre mía, no ceses de rogar por mí, hasta que me vea seguro  de poseer y amar a Dios, junto contigo, por toda la eternidad.

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