HOY DIARIO DEL MAGDALENA
Líder en la región

Volver a ser, ir por más

Los samarios debemos, o mejor, tenemos y obligados estamos, en aras de constituir una mejor ciudad para propios y foráneos, para la presente y las próximas generaciones, enseñar su vocación y verdadero potencial que contiene en sus distintas áreas. Dar lo mejor de nosotros. Volver a ser como nuestros mayores, personas que muestren y demuestren su cariño, razón de ser, sentido de pertenencia, espontaneidad. Ayudar a hacer de Santa Marta, terruño bendecido abundantemente por la madre naturaleza -no obstante, las adversidades, malos y peores gobiernos-, una unidad territorial bella, amable, alegre, distinguida, culta, afable, con ganas, objetivos, metas y propósitos en sus gentes respecto de su real desarrollo social y humano, crecimiento económico e integrales progreso, bienestar y prosperidad.

Aupar convencidos, con sentido del hacer y quehacer planificador y organizacional -como corresponde a las ciudades, especialmente cuando son turísticas- porque se recupere en manera definitiva el centro de la ciudad (espejo en el que los visitantes miden), ocupado hoy de manera al garete por vendedores ambulantes y estacionarios, mendigos, personas en fin humildes qué ante la falta de oportunidades ciertas, no les ha quedado camino distinto que vivir del denominado rebusque o la limosna. Se aprecia al rompe, una informalidad económica que crece día con día, actividad ésta a la que llegan muchos ciudadanos compelidos por el desempleo a tratar de ganarse el sustento cotidiano para sus familias.

Reclama entre nosotros esta neurálgica situación de manera profunda, como muchas otras huérfanas de una importante como urgente buena administración, gesta y gerencia gubernamentales que calen en la entraña popular, que la gente vea que en realidad y verdad se quiere mejorar, definir soluciones duraderas, disposición de avanzar y la defensa a ultranza de los intereses superiores de la sociedad en su conjunto.

Se trata de entender como comunidad que debemos y tenemos que ser mejores, pensar más en nosotros, repensarnos en contexto de modernidad, cambiar y transformarnos como colectividad, dejar de lado todo cuanto se asemeje siquiera a una cultura del “perrateo”. Comprender que tenemos obligaciones con nosotros mismos, con los nuestros, con los demás y con nuestra ciudad magnífica; de la misma manera que hacer caso omiso de advenedizos mediáticos qué disfrazados de dirigentes bien intencionados, se escudan en asociaciones politiqueras cuyos cabecillas se chupan cual sanguijuelas insaciables el presupuesto y demás otros sagrados recursos públicos a la vista de todos sin que medien válidas protestas, demandas, denuncias y mucho menos ejemplarizantes sanciones. Todo queda perdido en la laberíntica impunidad.

Se asemejan más tales grupos y movimientos politiqueros, a asociaciones conformadas para delinquir, sin ninguna visión de sociedad, ciudad ni Estado, dispuestos a servir a sus propios intereses políticos y económicos y no a la gente, que es quienes se deben. Vivimos uno de los momentos más difíciles de los últimos años. Razón por la que tal vez nunca sea tan necesario como hoy contar con organizaciones políticas, modernas y democráticas, capaces de construir con solidez ámbitos de seguridad, paz y prosperidad para todos. Definitivamente no es hora de seguir creyendo, como erróneamente lo venimos haciendo samarios y magdalenense, en “iluminados”; y en oposición a lo cual, izar nuestras propias divisas y llevarlas a la práctica para que se haga realidad lo que queremos en beneficio de todos, lo que solo podrá materializare por la propia decisión de los ciudadanos, so pena de seguir irremediablemente inmersos en vacíos, indiferencias, irrealidades e irrealizaciones.

Hoy se nota que existe y comprobar se puede, un fortísimo sentimiento de esperanza respecto que aparezcan en el firmamento político nuevas propuestas conforme a las necesidades y desafíos de los tiempos actuales; razón para confiar en que rectifiquemos el rumbo, nunca es tarde para ello; y en tal medida, que haya ciudadanos y líderes dispuestos a escribir una nueva historia que merezca la confianza y el respeto de la gente, mismos que deben ganarse segundo a segundo, lo que impone acercarse más a ella, escucharla con atención en sus demandas, convenir con ella soluciones y sintonizarse con sus aspiraciones; tarea nada fácil, tampoco difícil, pero digna sin duda alguna de todo el esfuerzo y sacrificio colectivo que menester fuere, en la seguridad que todos ganamos. [email protected]

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