HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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La Cumbre de Glasgow

Se está  llevando a cabo en la ciudad de Glasgow, Escocia, la conferencia mundial sobre cambio climático COP26. Desde 1995, cuando se realizó la COP1 en Berlín, la humanidad ha asistido a un número importante de conferencias, acuerdos, paneles y tratados sobre la reducción de las emisiones de gases. Y, la verdad sea dicha, los logros han sido pobres, mientras el planeta clama por acciones urgentes y contundentes para alcanzar una mayor sostenibilidad de los recursos naturales, en particular de aquellos de carácter renovable.

Uno de los obstáculos más importantes que explica el pobre resultado de estas conferencias de las partes (COP) es el hecho de que los beneficios de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) son de largo plazo y a escala global, mientras que los costos son de corto plazo y de carácter local.

Esto implica un gran compromiso de las partes para implementar acciones coordinadas, aplicables y punibles en caso de incumplimiento, de tal manera que se evite lo que Jean Tirole, premio nobel de Economía en 2014, denominó el problema del parásito. Es decir, cuando aquellos países que se benefician de las acciones de otros no asumen ningún costo. Glasgow 2021 constituye una nueva oportunidad y esperanza de llegar a acuerdos y, sobre todo, a compromisos verificables y medibles en torno a la reducción de emisiones de GEI en los próximos años. El tiempo apremia y, cada día que pasa, el planeta reclama con urgencia un modelo de desarrollo que sea sostenible en sus tres dimensiones esenciales: la económica, la social y la ambiental.

Sin duda alguna, el reto más importante que la humanidad enfrenta hoy y hacia el futuro es el cambio climático porque de ahí se derivan y acentúan muchas de las problemáticas mundiales que requieren acciones concretas para su solución. De acuerdo con un sinnúmero de investigaciones que recoge el último informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático, las consecuencias del aumento de la temperatura de la Tierra están asociadas a pérdidas de productividad agrícola y pecuaria, a la ampliación del ámbito de prevalencia de enfermedades tropicales, a nuevas epidemias y pandemias, a la mayor frecuencia de inundaciones y sequías y al aumento de la incidencia de la pobreza, en particular en los países en vías de desarrollo.

Al mismo tiempo, estas consecuencias negativas del cambio climático exacerban otros problemas ya existentes, como la inequidad, la brecha urbano-rural, la inseguridad alimentaria, el incremento de las migraciones y la falta de acceso a agua potable, entre otros. El cambio climático es el resultado de las emisiones crecientes de gases de efecto invernadero, que, a su vez, son generadas, en gran medida, por el uso de combustibles fósiles (gas, petróleo y carbón), que explican el 67 % de dichas emisiones y el 80 % en lo que se refiere específicamente a las emisiones de CO2. Sin embargo, todas las sociedades y economías del mundo se han beneficiado, unas más que otras, del crecimiento y desarrollo económico que necesita de fuentes de energía para su materialización.

¿Cómo conciliar entonces el crecimiento económico y sus esperados beneficios sociales con la reducción de emisiones y mitigación de los efectos del cambio climático? ¿Por qué, a pesar de las alertas y preocupaciones de todos los países, no se logra avanzar lo suficiente en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero? Colombia debe transitar hacia un modelo de desarrollo sustentado en lo que hoy se conoce como la bioeconomía, cuya base fundamental es el capital natural, representado aquí en la megabiodiversidad.

El compromiso y la responsabilidad intergeneracional obligan a tomar acciones decididas para la producción de bienes y servicios conservando los recursos biológicos y, por esa vía, contribuir a la reducción de dichas emisiones . El cambio climático catastrófico se cierne sobre nosotros —olas de calor salvajes, incendios destructivos, tormentas épicas— y la situación va a empeorar mucho. Por eso, no hay que ser demasiado escépticos para mirar con recelo la reunión que comenzó el domingo en Escocia. Esta cumbre sobre el clima que dura dos semanas será la vigésimo sexta ocasión que delegados de todo el mundo se reúnen para debatir sobre el cambio climático, y la crisis climática sigue empeorando.

Sin embargo, esta vez, la reunión en Glasgow es bastante importante. Podría resultar muy perjudicial si termina en un estancamiento diplomático. Por fin hemos empezado a conseguir cierto impulso internacional para reducir las emisiones. En caso de que  las conversaciones en Escocia se perciban como un fracaso, podría acabar con facilidad con ese ímpetu y hacer que el mundo retroceda años.

*Internacionalista 

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