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‘The Post’, necesario debate sobre la libertad de expresión

La historia con una claridad y tono muy a lo Spielberg, ante los ojos del espectador todo resulta creíble.

Tras las recientes nominaciones a los “Oscars” de Hollywood, una de las películas que cobra vigencia en el ámbito periodístico es “The Post”. Así que periodistas siempre hubo en el cine y en esta oportunidad el director Steven Spielberg nos sumerge a finales de los años sesentas el filme en cuestión.

La trama nos presenta sin vacilación alguna, al famoso funcionario del Pentágono, Daniel Ellsberg quien, durante el gobierno de Richard Nixon, fotocopió las siete mil páginas del informe «Relaciones Estados Unidos: Vietnam, 1945-1967»; archivado en el Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Estos documentos contenían información sobre los verdaderos motivos alrededor de la conocida Guerra de Vietnam y por qué el Estado había decidido extender las acciones bélicas contra el país asiático y, fueron sin rodeo alguno publicados.

Ante la filtración de esos documentos, que revelan cómo varios presidentes norteamericanos mintieron sobre la guerra de Vietnam, Richard Nixon intentó (sin éxito) que “The New York Times” (el primero que recibió los documentos y dio la primicia) no los hiciera públicos. Además, ordenó a un fiscal que hostigara judicialmente al periódico por violación de la Ley de secretos de Estado y seguridad nacional, y un tribunal federal ordenó al diario que dejara de publicar los documentos.

De todas formas, detrás de esa decisión de la publicación, estuvo la dueña (y primera directora mujer de “The Washington Post”), Katherine Graham (Meryl Streep en la cinta), que llegó a un terreno machista y que si bien al principio no tuvo ni voz ni voto (tal como se observa en el filme), poco a poco fue haciéndose un lugar en ese medio periodístico, hasta acabar tomando las riendas de un periódico que sin lugar a dudas, cambió el curso de la historia de los medios en los Estados Unidos y que le dio la posibilidad a la señora Graham de obtener la “Presidential Medal of Freedom en 2002”.

Pero en lo estrictamente cinematográfico, “The Post: Los oscuros secretos del Pentágono” está enmarcado como un thriller político en el que los medios impresos “The New York Times” y “The Washington Post”, tomaron una valerosa posición en favor de la libertad de expresión, informando sobre los documentos antes formulados.

De manera que la historia con una claridad y tono muy a lo Spielberg, ante los ojos del espectador todo resulta creíble. Y es que sin fatiga alguna por los diálogos y acorde a los valores del periodismo, el ritmo del filme rastrea el tema político sin necesidad de evocación alguna (“Todos los hombres del presidente”, 1976, de Alan J. Pakula, por ejemplo) y cómo con agudeza superior, se obliga a unos personajes (cuyos diálogos se corresponden la sociedad en la que viven).

Todo lo anterior, es mostrado a través de un montaje nada fragmentado que incorpora imágenes y planos intercalados para darle forma visual a un pensamiento tan complejo como incisivo en la parte ideológica. Y es que esta cualidad del guion, se explota en pro de una gran película. De la mera organización perceptiva y sin saltos visuales y temporales, el espectador elude que está ante una partida de póker con el cineasta.

 

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