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Queman centros sagrados para silenciar a indígenas

Cinco centros sagrados para las comunidades indígenas de La Guajira y Cesar fueron incendiados en un lapso de cuatro días, un atentado que los líderes han señalado como sistemático para acallar diferentes denuncias sociales y ambientales.

El primer incendio fue contra dos centros ceremoniales (kankurwas) y un centro de reuniones ubicados en el corregimiento de La Mina, zona rural de Valledupar, Cesar, donde está asentada la población indígena Kankuama. Pasadas las 2:30 a.m. del 12 de diciembre, el humo despertó a los indígenas que veían arder con rapidez los espacios que son considerados como el corazón de su cultura.

Los tres centros sagrados quedaron reducidos a cenizas y hubo daños colaterales en la vivienda de un gobernador indígena que vive a 20 metros de las kankurwas.

El segundo caso ocurrió en zona rural del municipio de Dibulla, departamento de La Guajira, donde tres días después y casi a la misma hora, fueron incineradas dos casas ceremoniales del pueblo indígena Wiwa, denominadas Ungumas y Ushuy.

Para los Wiwa, estos centros sagrados son el lugar indicado por la Madre Tierra para impartir los consejos y orientaciones. A estos lugares no pueden ingresar ni siquiera personas del mismo resguardo, pues son espacios de conexión espiritual, donde se imparten conocimientos claves de su cosmogonía.

Ambos pueblos indígenas tienen algo en común: son férreos defensores de la Sierra Nevada de Santa Marta, considerado el centro del universo para las etnias de la región y del mundo. De hecho, es un destino visitado anualmente por líderes espirituales de varias nacionalidades.

Pero la Sierra Nevada no solo es un imán espiritual, sino el ecosistema ideal para la explotación de múltiples recursos naturales y un terreno con la altura ideal para los cultivos de uso ilícito en un entorno de planicies e intenso calor, como lo es la Costa. Esas serían algunas de las causas detrás de estos ataques.

Iván Luquez Mindiola, secretario general del Pueblo Kankuamo, dice que este es solo un ataque más en una escalada violenta y de odio contra los indígenas, pues en años anteriores ya han sido quemados otros centros sagrados, sin que haya acciones contundentes de las autoridades.

En La Mina, los incendios ocurrieron después de que los Kankuamos han estado oponiéndose a los proyectos de una represa en la región, y luego de las visitas con investigadores de la JEP, con la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas y Gestión del Riesgo, por acciones que se realizarán en el marco de la aclaración de hechos registrados durante el conflicto armado.

Mientras que en Dibulla, los Wiwa han alertado de los daños que la minería ilegal está ocasionando en el río Jerez y la presencia de grupos armados ilegales.

En los últimos meses, los indígenas han reportado amenazas cotras sus líderes, y la aparición de panfletos atribuidos supuestamente a las Águilas Negras y de las Autodefensas Unidas de Colombia

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