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El Carnaval escolar ‘prendió’ la fiesta

La alegría de los estudiantes en sus respectivos colegios se hizo sentir para dar comienzo a la fiesta carnavalera en la capital del Magdalena. / MONTINER ALVIS

 

Santa Marta respira Carnaval, hoy se llevará a cabo la Batalla de Flores presidida por Fundapescaíto y Funcarpés. Mamatoco y Gaira harán lo propio para hacer parte de esta manifestación cultural.

 

Los colegios samarios han dado ejemplo de cultura y folclor presidiendo desfiles y coloridos actos para celebrar una de las fiestas más alegres de la región Caribe colombiana, el Carnaval.

Con sus coloridos atuendos los niños y niñas ‘prendieron’ la fiesta carnavalera en la ciudad de Santa Marta, mostrando a la vez sus actitudes para el baile, las letanías y mucho más.

Las reinas de cada curso entusiasmaron a todos en el Carnaval estudiantil.

 

Colegios como la Normal Superior María Auxiliadora, San Luis Beltrán, Liceo Celedón, Centro Pedagógico del Niño, el Santiago de Cali, Diocesano San José, La Presentación, La Milagrosa, el Bilingüe y Bureche, realizaron actividades carnavaleras y concursos para elegir a la reina central de sus respectivos planteles.

La escuela normal Superior María Auxiliadora realizó un Encuentro de Comparsas y tuvo lugar en el coliseo del Colegio San Luis Beltrán.

 

Bailes autóctonos como la cumbia, el mapalé, garabato, bullerengue, fandango y hasta ritmos africanos y urbanos danzaron los estudiantes.

Sin duda el Carnaval es una fiesta que integra a todas las esferas sociales y mucho más a nuestros niños y niñas que son las semillas que crecerán dejando su legado cultural de generación en generación.

 

UN POCO DE  HISTORIA

Cabe resaltar que en los colegios se han realizado charlas y conferencias sobre el Carnaval con base en las investigaciones adelantadas por el sociólogo Edgar Rey Sinning y publicadas por Funcarpés, destacándose entre otros aspectos lo siguiente:

Los escenarios de la fiesta carnavalera samaria en el siglo XIX estaban marcados por la división entre clases sociales y si bien es cierto que existían unos espacios y unos tiempos compartidos, como los desfiles, las calles, los parques y las plazas – en especial la de mercado -, dicha división se expresaba en otros aspectos. Cada sector tenía su sitio para divertirse.

Los vestuarios de las diferentes comparsas fueron aplaudidos por todos.

 

“Los bailes de la alta sociedad eran en las casas de familia, por el día, y por la noche en los salones del colegio-seminario, que en ese entonces era el Palacio de Gobierno, en el cual estaban todas las oficinas del Estado” (Del Real, 1992). Se refiere al claustro San Juan Nepomuceno, el cual, cuando servía como palacio de gobierno, era el escenario para la rumba de los aristócratas que se divertían en sus salones durante las fiestas públicas, patrióticas y el carnaval.

Los profesores también se han sumado a esta gran celebración.

 

Por su parte, los sectores populares se divertían en los salones al aire libre, en sus casas y en las calles, las cuales eran tomadas por bandas de felices y alegres carnavaleros. Como siempre ha de suceder, algunos aristócratas que no estaban satisfechos totalmente con la rumba en el colegio-seminario o más tarde en el “Centro Social” o “Club Santa Marta”, amanecían en los salones donde los sectores populares se estaban divirtiendo; sin embargo, esta inversión no se podía producir en sentido contrario.

El público se ha lucido con sus atuendos carnavaleros en todos los eventos.

 

La fiesta carnavalera de Santa Marta tomó una fuerza cada vez mayor, pues ya no se circunscribía al perímetro urbano sino que se acentuó en los vecinos pueblos de Gaira y Mamatoco y sobre todo en el segundo de ellos. Los samarios desde el primero de enero organizaban bailes en las casas y en las noches se tomaban las calles con sus tambores y guitarras.

La alegría de los niños y jóvenes contagió tanto a sus padres como docentes.

 

Con el desarrollo de la  ciudad y el crecimiento de la población y de la fiesta, los samarios se vieron precisados a buscar alternativas para gozar el carnaval, entonces comenzaron a aparecer empresarios transitorios que se apropiaban de los espacios públicos para poner negocios donde vendían bebidas alcohólicas y otros productos. En un tiempo y un espacio para homenajear a Baco y a Momo, los devotos de San Agatón formaban una cofradía de gozones denominados los ‘agatonianos’.

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