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San Andrés tiene riesgo “sumamente alto” ante eventos climáticos, según estudio

El 70 % de las Islas de San Andrés tiene una condición de vulnerabilidad alta frente a estos eventos extremos, como el huracán Iota ocurrido hace un año, concluye estudio de la Universidad Nacional.

Para llegar a esta conclusión el estudio hizo medición y modelado de mapas que contemplan las amenazas por huracanes, como los vientos, inundaciones urbanas y costeras, y las cruzó con las condiciones de vulnerabilidad social.

“Por medio de un equipo multidisciplinar que involucra científicos del área atmosférica, oceanográfica, costera, urbana y del componente de vulnerabilidad, tratamos de reproducir y caracterizar algunas de estas amenazas por medio de mediciones en campo y por modelación matemática,”, refiere el investigador Andrés Fernando Osorio Arias, magíster y doctor en Ciencias y Tecnologías Marinas, profesor de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y director del Grupo de Investigación en Oceanografía e Ingeniería Costeras (Oceánicos).

De acuerdo con el estudio, las Islas de San Andrés son muy vulnerables ante los vientos huracanados, inundaciones urbanas e inundaciones costeras.

Según el profesor Osorio, en el caso de San Andrés, normalmente puede llover 800 milímetros de agua al año, pero en un evento como el del paso de un huracán puede llover hasta 400 milímetros de agua en dos o tres días, es decir que en ese corto tiempo en la isla había llovido lo de casi seis meses.

“Esto se agrava por el hecho de que islas como San Andrés no tienen sistemas de drenajes pluviales suficientemente funcionales, lo que genera un desbordamiento de las vías, del sistema pluvial que exista haciendo que se sobreeleve el nivel del agua, inundando las casas”, describe el investigador.

La tercera condición de amenaza que se midió fue la inundación costera, que se refiere a un aumento en el nivel del mar que inunda la costa, y al cual se suman olas más grandes de lo normal (de 6 o 7 m), dice el estudio.

Los datos arrojados por los mapas se cruzaron con los de dos tipos de vulnerabilidades: física y social. La física está dada por la infraestructura física de las viviendas, es decir, si están hechas de concreto, bahareque o madera.

Es decir, mientras que una casa de concreto tiene una vulnerabilidad ante estos fenómenos entre 20 y 30 %, la vulnerabilidad de una de bahareque puede ser del 60 al 70 % para el mismo viento. “Por ejemplo, un viento de 200 o 250 km/h deja en una casa de concreto una vulnerabilidad del 30 %, mientras que ese mismo viento en una de bahareque o de madera puede llevarla al 80 %”, explica el profesor Osorio.

El otro tipo de vulnerabilidad evaluado fue el social, que hace referencia a qué tan listos o no están los habitantes de la Isla para desplazarse, conocer el fenómeno, entender las instrucciones, dónde protegerse, manejar un botiquín, entre otros.

“Todo esto sirve para que, ante un evento de riesgo máximo, como los huracanes ETA y Iota, los decisores de San Andrés y Providencia puedan saber cuál es la preparación que debe tener el Comité Departamental de Riesgo para enfrentarse a futuros eventos climáticos como estos”, advierte el investigador.

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