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Novena a Nuestra Señora de los Remedios

La Catedral Basílica de Santa Marta, comenzó la novena dedicada a Nuestra Señora de los Remedios e invitó a la comunidad católica samaria a honrar a esta santa patrona en la ciudad.

La Virgen de los Remedios es una advocación mariana ligada desde sus orígenes a la Orden de la Santísima Trinidad y de los Cautivos, conocidos como Trinitarios, fundada por San Juan de Mata y San Félix de Valois y aprobada por el Papa Inocencio III el 17 de diciembre de 1198; extendiéndose a partir del siglo XIV por Europa y América.

El Papa Juan XXIII aprobó en el año 1959 el patronazgo de la Virgen de los Remedios para toda la Familia Trinitaria. Numerosas ciudades han tomado a esta advocación como su santa patrona, y muchas iglesias y templos están consagrados a su nombre. Otras derivaciones de la misma advocación son: Virgen del Remedio y Virgen del Buen Remedio.

A continuación la Novena dedicada a Nuestra Señora de los Remedios:

 

ACTO DE CONTRICCION

 

Con todo el amor os amo, oh Jesús mío, por ser quien eres bondad infinita. Me pesa haber pecado y propongo nunca más ofenderte, ayudado de tu gracia, que imploro confiadamente. Gracias te sean dadas eternamente por la misericordia con que tratas a los pecadores, dándoles una Madre tan buena, como la advocación de la Virgen de Los remedios.

 

ORACION PARA TODOS LOS DIAS

 

Dios te salve, Soberana Virgen de los Remedios, benignísima Madre de Dios, estrella resplandeciente del mar, luna hermosísima sin las menguantes de la culpa y escogida como el sol, para iluminar las almas y colmar de favores a la humanidad. Dios te salve, fidelísima María, Madre nuestra y remedio poderoso en nuestros males y quebrantos. Dios te salve, Virgen llena de gracia, pues siendo Madre de Jesús, Cordero Divino, lo apacentaste con cándido sabroso néctar, quedando siempre más pura y limpia que los más encumbrados serafines, Dios te salve, Señora: oye bondadosa nuestros ruegos y súplicas; míranos propicia, pues como amada advocación nuestra, queremos, en esta novena, tributarte el tierno y cordial obsequio de nuestro filial amor. Ruega por nosotros, Madre de los Remedios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

 

ORACION

 

Oh dulcísima Emperatriz de los Serafines, que como Madre del mismo Dios humanado, todas las criaturas del cielo y de la tierra te obedecen, siendo tu dignidad tan grande, que aquel Señor, a quien la inmensidad del cielo no puede contener, Tu lo contienes en vuestro purísimo seno, y todas las gracias nos alcanzas de su bondad infinita. Te rogamos, Madre Santísima, por estas vuestras prerrogativas soberanas, que nos ampares  en la hora de nuestra muerte y en esta necesidad en que te invocamos, nos alcances el remedio que solicitamos por tu dulcísimo Hijo Jesús, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina Dios por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

RUEGOS

 

Bendito sea siempre el Eterno Padre, que creó a María Santísima para Hija suya y le dio tanto Poder. Amén.

Bendito sea Siempre el Eterno Hijo, que creó a María Santísima para Madre suya y le dio tanta Sabiduría. Amén.

Bendito sea siempre el Eterno Espíritu Santo, que creó a María Santísima para Esposa suya y le dio tanto Amor. Amén.

Bendita sea siempre la Santísima Trinidad, que creó a María Santísima llena de todas las gracias. Amén.

Te bendigan, Señor, Trino y Uno, todas las criaturas, porque nos diste a María Santísima para, nuestro remedio. Amén.

Bendito sea el purísimo seno de la soberana Reina que trajo nueve meses al Hijo de Dios, humanado. Amén.

Benditos sean los castos, purísimos y virginales pechos que alimentaron al Cordero de Dios, Cristo Jesús. Amén.

 

ORACION FINAL

 

Oh Virgen de los Remedios, la más pura, la más bella, la más santa de todas las criaturas. Quién pudiera lograr que todos los hombres te conozcan y amen como Tu mereces. A lo menos, yo me alegro al pensar en el gran número de justos que se sienten inflamados de tu amor, oh amable Reina. Yo te amo también; mas no te amo como debiera, y quisiera tenerte un amor más tierno y generoso, pues amarte es señal de predestinación.

Deseo que me alcances la gracia de amar a Tu Divino Hijo, con todo el ardor de mi corazón, de consagrarme todo entero a su gloria y a la tuya. Oh María, amable Madre mía, no ceses de rogar por mí, hasta que me vea seguro de poseer y amar a Dios, junto contigo, por toda la eternidad. Gozos

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