HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Reclutas y veteranos ucranianos, en pie de guerra cerca de Leópolis

Los combates todavía están lejos pero parecen acercarse cada día. En el oeste de Ucrania, cerca de Leópolis (Lviv), reclutas y veteranos se preparan para hacer frente al enemigo ruso.

En una aldea mantenida en secreto, jóvenes y no tan jóvenes se entrenan en actividades como el manejo y la limpieza de armas, sesiones de tiro y desplazamientos en zonas de guerra.

«Estas formaciones se realizan las 24 horas del día, los siete días de la semana, porque no sabemos cuánto tiempo tenemos para prepararnos para la batalla», explica Taras Ishchyk, de 27 años, responsable de comunicación de esta brigada regional de defensa territorial.

«Debemos entrenarnos cada vez más, la guerra continúa y tenemos que prepararnos para diferentes escenarios», agrega el joven, de pelo castaño y con bigote.

Por toda Ucrania, la defensa territorial se compone de miles de voluntarios, hombres y mujeres, de 18 a 60 años y desplegados en las ciudades y pueblos en los que residen.

Fue creada inicialmente por voluntarios en 2014, cuando se produjo la anexión de Crimea por Rusia y empezó el conflicto con los separatistas prorrusos en el este del país. Más tarde, fue integrada a las fuerzas armadas del país.

De momento, la región de Leópolis se ha librado en gran medida de los combates que se están registrando sobre todo más hacia el este, en torno a la capital, Kiev, y en varias ciudades asediadas en el sur.

Pero el ejército ruso también está llevando a cabo ataques en esa área, pese a su proximidad inmediata con Polonia y, por ende, con las fronteras de la OTAN.

El viernes, misiles de crucero rusos, lanzados desde el mar Negro, a cientos de kilómetros de allí, impactaron -según las autoridades ucranianas- en una fábrica cercana al aeropuerto de Leópolis, destrozándola.

El 13 de marzo, otros tiros rusos arrasaron una importante base militar de la región, causando al menos 35 muertos y 134 heridos. Moscú asegura que allí «eliminó» a combatientes extranjeros y destruyó armas suministradas por los países occidentales, unas declaraciones rechazadas por el gobierno ucraniano.

– Temor a los «saboteadores» –

Para el voluntario Taras Ishchyk, otro riesgo importante que hay que tener en cuenta, además de los bombardeos, es la eventual llegada de grupos de «saboteadores» rusos, que se infiltrarían entre las filas ucranianas para sembrar disturbios.

En medio de varios edificios abandonados, ochos soldados de su grupo se entrenan para desplazarse en formación o de dos en dos, apuntando con armas automáticas y ataviados con uniformes de combate completos, con un casco en la cabeza y un brazalete azul.

Un soldado, que se presenta utilizando su nombre de guerra, «Krim» (Crimea), concentrado, recarga su kalashnikov de cartuchos.

Oriundo de la península anexionada por Moscú, este voluntario de 45 años de ojos risueños ya participó en la guerra en 2014 y 2015, hasta que fue declarado no apto porque resultó herido por las esquirlas de un obús de mortero.

Hace solo un mes, Krim era zapatero, pero decidió retomar las armas cuando empezó la invasión.

«Prefiero la democracia al totalitarismo», resume Krim. Pero no todos en su familia están de acuerdo con su decisión. Su hija, que regresó a Crimea junto a su familia, «no tiene la misma opinión», dice.

Junto a él, «Bender», de 40 años, cuenta que llevaba «una vida pacífica» y que hasta hace tres semanas carecía de experiencia militar. Se ocupaba de sus cuatro hijos y trabajaba en el sector inmobiliario.

Pero «en el fondo, estaba dispuesto a unirme a las filas desde hacía tiempo», asegura el recluta, equipado con unas gafas de protección.

Cerca de Leópolis, Ucrania | AFP | 

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