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Los partidos políticos colombianos, sujetos hoy a altas tensiones como producto y resultado de la falta cierta de óptimos liderazgos, están acusando deserciones hacia espacios diferentes, muchas veces contrarios a su ideología, desubicando a la ciudadanía, que frente a tal situación, se alinea a las dinámicas de cambio que están siendo en las sociedades del mundo, poniendo en riesgo la representación política, a lo que se adiciona el que repetidamente se aluda a la crisis de representación política, retahíla que se reitera demostrando que es evidencia pura que las dimensiones de representatividad están en constante desarrollo; y lo que es peor, se mueven cada vez con mayor vértigo.
Es claro que hay quienes prefieren referirse a esta situación, de suyo crítica, con explicaciones de pronto razonables pero exiguas, tales como que la merma de los dispositivos habituales de representación se articula con la discrepancia ciudadana ante políticas públicas que no responde en concreto a sus requerimientos. Se demuestra con ello que no han sido adecuados ni concluyentes del todo los ámbitos de participación ciudadana en las sociedades, sino que hay un desequilibrio entre los progresivos reclamos de participación social y las contestaciones institucionales que muchos estados tienen delineadas de tiempo atrás. Resultado de ello es que cada justa electiva baja el interés en las distintas esferas de la sociedad que se hace ostensible en las urnas, especialmente entre la juventud, aunque en algunos existe cierto interés por la política y las nuevas formas de injerencia en los asuntos de la cosa pública.
Reto inmenso de la clase política es entonces interpretar y canalizar los desarrollos que la sociedad solicita en materia política, económica, cultural e institucional, al tiempo de facilitar nuevos instrumentos de participación para que esas solicitudes puedan ser manifestadas en un contexto de cohesión y avenencia democrática. Cercanía y permanencia son vitales como proceso sostenido para canalizar el cambio, de la mano de liderazgos superiores que sustenten proyectos políticos de largo aliento, toda vez que la representación se ejerce hoy desde la esencia comunitaria, los movimientos que la nutren, y desde el saber de sus necesidades y expectaciones, importando entonces valorar en alto grado a la sociedad. Los “votos amarrados” pasaron a mejor vida.
La tarea es trocar las historias de todos en acción, generar políticas de empleo, mayor inclusión, consolidar la ruta de desarrollo integral y crecimiento a seguir. Todo tiene significado político al estar la gestión pública presente en los actos de nuestras vidas. [email protected]